LA BIBLIA DE LOS LOCOS Capítulo 10º

LEGISLACIÓN SOBRE LA PASCUA.
Como lo pasado en Egipto para liberar al pueblo ha sido muy duro y trágico, más para unos que para otros, no podemos olvidarlo, no señor, así es que a recordarlo agradecidos, obedientes y sin comer nada fermentado.
LEY DE LOS PRIMOGÉNITOS.
No sé qué decir. Este asunto que el Señor Dios se trae con los primogénitos a mí me suena a obsesión. En fin que todos los primogénitos son suyos, si animales para ofrecérselos, si humanos para rescatarlos en su honor.
Además tengo una duda. ¿A qué edad deja uno de ser primogénito y de estar expuesto a una plaga de estas? Yo supongo que cuando ya eres padre y tienes un primogénito propio, al que trasladar este peculiar privilegio, ya puedes vivir tranquilo. Claro que si sigues soltero y sin primogénito, a lo mejor te pueden ofrecer a Dios en sacrificio a tus sesenta y tres años. Esto habría que aclararlo.

HACIA EL MAR ROJO.
Fiel a su costumbre, el Señor Dios, dirige al pueblo hacia el mar rojo, pero no directamente sino con rodeos, que conozcan mundo. También se preocupó de endurecer el corazón del Faraón para que salga en persecución de Israel. A lo mejor echaban de menos las plagas, esa incertidumbre de no saber con qué calamidad te vas a levantar mañana. No sé a que jugamos con esto del Faraón.
PASO DEL MAR ROJO.
Como más atrás se dijo, aquí tenemos de nuevo al Faraón y su gente en pie de guerra, a la búsqueda de calamidades, que las ya pasadas les parecían pocas. Yo creo que este hombre llegó a Faraón por oposiciones, porque solo así puede semejante mentecato llegar a lo más alto.
De los muchos prodigios que en este libro se cuentan, incluido el que nos ocupa, se deduce claramente que el Señor Dios tiene auténtica pasión por la hidrología. Diluvios insuperables, aguas que se convierten en sangre y ahora un mar que se abre en dos para que los hebreos pasen en seco. No tengo palabras. Por cierto, de los egipcios no quedó ni uno, toditos perecieron ahogados. Una cosa es hacer pirámides y otra muy distinta enfrentarse al Señor Dios.
CÁNTICO TRIUNFAL DE MOISÉS.
Tan increíbles acontecimientos, acabaron con los miedos y la incredulidad del pueblo judío que estalló en alabanzas. Todos alegres y contentos celebrando la victoria y Moisés eufórico que se arranca con el cántico triunfal del enunciado.”Al soplo de tu cólera / se agolparon las aguas, /se irguieron cual pilares / las corrientes; / se cuajaron los abismos / en medio de la mar.” Nos obsequia aquí el relato con un triunfal cántico pero, yo no me lo trago, a mí esto no me suena a juerga y alboroto del pueblo llano, yo más bien me imagino a Moisés cantando a sus alegres paisanos:
Allá va la jota paisanos:
Pa que a nadie se le olvideé
milagro tan tremebundo
voy cantaros esta jota
que la baile todo el mundo.

Caminando y caminando
llegamos a este lugar
atrás se quedó el desierto
por delante todo es mar

Por la espalda y a traición
salieron como animales
siguiendo a su Faraón
a repartir cardenales.

Eran más de mil egipcios
con hachas piedras y palos
todos feos como demonios
que daba terror mirarlos.

Pero el Señor de los cielos
que nos tiene gran cariño
por en medio de las aguas
abrió carretal camino.

Por allí nos escapamos
todicos perdiendo el culo
y cruzamos el mar rojo
aunque era verde oscuro.

En llegando a la otra orilla
el Señor obró el portento
los egipcios a remojo
y nosotros tan contentos.

Allá va la despedida
pa que nadie se me canse
nosotros bailando jotas
y el Faraón en paz descanse.
LAS AGUAS DE MARÁ.
Las aguas de Mará eran amargas y Moisés, siguiendo las indicaciones del Señor Dios, echó en ellas un madero y se volvieron dulces. ¿Cómo pudo ser? Una de dos, un milagro, que no sería el primero, que en este libro se cuentan muchos, o una mentira, que no sería la primera, que en este libro se cuentan muchas.
EL MANÁ Y LAS CODORNICES.”Toda la comunidad de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto diciendo: Ojalá hubiéramos muerto por la mano del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Vosotros, en cambio, nos habéis traído a este desierto para hacer morir de hambre a toda esta muchedumbre… El Señor dijo a Moisés: He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: a la tarde comeréis carne, y a la mañana os saciaréis de pan, así conoceréis que yo soy el Señor, vuestro Dios.”
El hambre actúa sobre la memoria humana destruyéndola con velocidad mayor que ninguna de las enfermedades que hoy día conocemos, por eso los hebreos olvidaron rápidamente todos los prodigios y ayudas recibidas y reprocharon a Moisés el haberlos metido en semejante empresa. Moisés se lo comunica al Señor y se toman las medidas oportunas. Bandada de codornices que no se ve el sol y el maná que cae del cielo cada mañana. Cuarenta años les cayó el maná del cielo, que es como los choco crispis pero caduca a las veinticuatro horas para evitar codicias y atracones indeseables, que parece ser que los hebreos lo recogían con cierta ansiedad. Esto lo pone el libro.
LA ROCA DE ORBE.
Lo mismo pero con el agua, que en nada ayuda tanta comida si no hay agua con que acompañarla. Otro milagro y listo.
VICTORIA SOBRE LOS AMALECITAS.” Amalec vino a Rafidín y atacó a los israelitas.”
Allá se fue Josué, por orden de Moisés, a luchar. Moisés mientras tanto se subió a una colina con su querido bastón y alzando los brazos conseguía que Josué venciera en la batalla, pero cuando los bajaba era Amalec quien vencía, por eso, para que no desfalleciera, entre Aarón y Jur se los sujetaron en alto. Sorprende que, siendo elegidos del Señor Dios, tuvieran que recurrir a estos apaños después de asistir a milagros mucho más trabajosos y admirables. Aunque aquí no lo dice, yo me imagino que en los días posteriores a la batalla, Moisés estuvo desaparecido por causa de unas agujetas sobaqueras que lo dejaron prácticamente inválido.

VISITA DE JETRÓ A MOISÉS.
La familia es lo más grande. A Moisés viene a verlo su suegro, su mujer y sus hijos. Abrazos, saludos y charla al calor de la lumbre. Moisés que cuenta sus aventuras, que eran muchas y admirables, y los comensales que, yo supongo, roncan a pierna suelta, porque las aventuras eran apasionantes pero tantas…
CONSEJO DE JETRÓ A MOISÉS.
El suegro de Moisés, viendo cuanto trabajo tenía éste con la jefatura y administración del pueblo hebreo le dio unos consejos. Siguiendo el consejo de su suegro consiguió Moisés vivir más relajado, delegando en otros los asuntos de poca monta y ocupándose él de los más importantes. Pobrecito este Moisés, muchas luces no es que tuviera.
LLEGADA AL SINAÍ.”Yo llegaré hasta ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga cuando yo hable contigo y tenga siempre fe en ti…Vete donde el pueblo y santifícalo hoy y mañana; que laven sus vestidos y que estén así preparados para pasado mañana, pues pasado mañana el Señor bajará al monte Sinaí a la vista de todo el pueblo…Guardaos de subir a la montaña y de tocar su falda.”
Atención todos que el Señor va a bajar hecho una nube espesa. Toditos preparados y con muda limpia. A ser obedientes, porque al que se pase de listo y se acerque a la montaña lo matamos a pedradas, y todos quietecitos hasta que suene el cuerno. El Señor bajará pasado mañana y hasta entonces nada de llegarse a ellas. Esto también se lo dijo el Señor Dios a Moisés.
APARICIÓN DIVINA EN LA MONTAÑA” El Señor dijo a Moisés: Baja y advierte al pueblo que no traspase el límite para ver al Señor, porque muchos morirían…Y el Señor dijo a Moisés: Baja de nuevo y sube luego con Aarón; pero que los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir hacia el Señor, pues arremetería contra ellos. Moisés bajó hasta el pueblo y les dijo todo esto”.
Pues arremetería contra ellos, dice. Pero ¿de qué estamos hablando, del Señor Dios o de un helicóptero?
Tremenda aparición pero al Señor Dios, lo que es verlo, solo Moisés y Aarón lo vieron, los demás nada, se quedaron con las ganas. ¡Como para acercarse a la nube espesa!
EL DECÁLOGO.
Aquí el Señor Dios ya empieza a tener claro que al hombre, o lo mete en cintura con leyes, normas y preceptos, o el proyecto va a resultar francamente difícil de llevar a buen término. Por eso comunica a Moisés un decálogo de normas básicas de obligado cumplimiento. Son los diez mandamientos, esos que todos conocemos. Son diez de los que cada cual escoge tres, cuatro a lo sumo, y los cumple a rajatabla, el resto, si los cumple es por obligación y, si no, quedan convalidados. Quien en conciencia los cumpla todos que alce la voz y nos ilumine.
Y es que diez mandamientos son muchos y la mayoría tienen la misma palabra por principio. “NO”. No matarás, no robarás, no darás falso testimonio. La misma palabra, tantas veces repetida, crea un efecto rebote en el subconsciente, un velo de negatividad que en nada favorece su cumplimiento. Un aire más alegre y positivo me esperaba yo del Señor Dios. Yo insisto, al Señor Dios, por lo que sea, con el paso del tiempo se le está agriando aquel carácter de esperanzado creador de maravillas.
1º-“Amarás a Dios sobre todas las cosas.”
Bueno, vale. Sobre todo teniendo en cuenta la cantidad y variedad de penalidades y castigos con los que el Señor Dios te puede arruinar la existencia si no eres lo bastante cariñoso. En este libro hay buena muestra.
2º-“No tomarás el nombre de Dios en vano.”
En este caso, que a mí me resulta algo confuso, aplicaremos el mandamiento primero.
3º-“Santificarás las fiestas”
Siempre que tu empresa esté de acuerdo, porque sino santificarás los miércoles o el día que te toque.
4º-“Honrarás a tu padre y a tu madre.”
Pregunto yo: Una residencia de ancianos con personal cualificado ¿es honrarlos o no?
5º-“No matarás.”
Dicho así no parece dejar lugar a dudas, sin embargo en el relato anterior, el Señor en persona amenazó con matar a pedradas al que tocara la montaña sagrada. Mal ejemplo me parece a mí. No matarás, muy bien, pero entonces cómo puede un ejército aniquilar pueblos, bárbaros por supuesto, y presentarse a las puertas del cielo como si nada. O es que no matarás excepto si es en nombre de tu Dios, o de tu ley, o de tu gobierno, entonces mata tranquilo. ¿Y si tu prójimo siembra tu existencia con mil trampas y bajezas, si se comporta como un bárbaro, te ofende, se burla de ti, abusa y convierte tu vida en un calvario? No matarás, vale, pero, aunque no sea yo un patriarca, ¿No podría darle una somanta de palos como las que Moisés repartía?
6º- “No cometerás actos impuros”
¿De qué estamos hablando? ¿Comer sin lavarse las manos es un acto impuro?
7º-“No robarás”
Pero es que es tan ambiguo el concepto. ¿Qué es robar? ¿Quitar al prójimo lo que es suyo, a cara descubierta y con amenazas, o con nocturnidad y alevosía, o con engaño? ¿Sería también robar; el cobro de comisiones indecentes por parte de los bancos, la tarifación canallesca de los operadores de telefonía, lo que cobra un notario, el empleo de los bienes públicos en beneficio propio con vergonzosa ostentación?
Es tan ambiguo el concepto, tan relativo.
8º-“No darás falso testimonio”
Entonces lo más apropiado es estar callado.
9º-No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
¿Es que hay de otros?
10º-“No desearás la casa de tu prójimo, ni su mujer, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna que a él le pertenezca.”
¿Entonces por qué todo el mundo se compra el mismo coche, se quiere casar con la misma rubia, parecerse a algún cantante, vestirse como las modelos y aparentar lo que no es? Es que son demasiadas cosas.
Además, yo creo, se quedó corto el Señor Dios con su decálogo. Un decálogo que solo atiende a cuestiones humanas y materiales. Nada dice de cuidar y respetar el bonito planeta que nos soporta. Ninguno de sus mandamientos prohíbe, castiga, o amenaza con castigar, las conductas contra su inmensa obra, animales y plantas. Otros diez habrían hecho falta. No talarás árboles para lucrarte. No te apropiarás de las aguas de abajo que son de todos. No acapararás la simiente. No ensuciarás los ríos. No maltratarás al asno que te acarrea, ni al pájaro que te canta, ni al reptil que te huye. No especularás con la tierra que te sobrevivirá porque no es tuya. No consentirás la pobreza de otros mientras te sobre un solo grano de tu cosecha. Porque todo esto causa abominación a los ojos del Señor Dios y es razón para el exterminio. Y aquí es donde yo querría ver un Señor Dios enfurecido, cargado de azufre, aniquilando corporaciones, arrasando emporios, desollando avariciosos, repartiendo fogonazos, sembrando terror divino, amontonando cadáveres. Aquí es donde yo querría ver esa originalidad divina y cruel para el castigo. Aquí, y no abrasando ciudades por su afición a la sodomía y convirtiendo amas de casa en saleros.
En definitiva, nada mejor para el hombre que tener un bonito decálogo para poder ignorarlo.
EL CÓDIGO DE LA ALIANZA.
¡Ojito! Porque a partir de ahora entramos en harina de otro costal, en temas de leyes y justicia, y casi me dan ganas de buscar asesoramiento legal. De momento el Señor Dios le da a Moisés unos consejos referentes a los lugares y maneras de levantar altares en su nombre. Me llama la atención el siguiente mensaje.”Ni subirás por gradas a mi altar, para que no se descubra allí tu desnudez.”
Intenté yo, en una primera lectura, comprender el mensaje dando por hecho que su significado habría de tener un espiritual sentido. Ya sabemos la fama que la Biblia tiene de estar escrita en clave, de esconder entre sus páginas mensajes cifrados que solo unos pocos inteligentísimos estudiosos podrían descubrir. Aunque yo no me tengo por tal, me puse a la faena para descubrir cuál era el fondo y mensaje de la sorprendente frase. Después de horas de estudio, noches sin dormir, cientos de documentos consultados, amenazas, presiones de todo tipo y encuentros con estudiosos del tema pude, al fin, completar la trascripción completa del mensaje que se ocultaba tras la curiosa frase. Intentaré decirla aquí con el lenguaje de uso más común, para que nadie me acuse de no ser lo suficientemente claro.
Este es el mensaje:”Moisés, no pongas mi altar en andurriales a los que haya que trepar por escaleras, porque desde abajo se te ven los huevos.”,
Yo no encuentro otro mensaje.
LEYES SOBRE LA VIDA Y LA LIBERTAD.
Aquí amigos míos se acabaron las historias y los épicos relatos que tanto nos divertían, aquí la cosa va en serio y el Señor Dios, que tanto favor ha hecho a Israel, pone ley y orden, porque a pesar de ser el pueblo elegido entre todos los pueblos de la tierra, el hebreo, tiene un carácter dificilillo, olvidadizo y algo respondón. Pero todo se acabó señores, aquí está el Señor Dios con un manojo de leyes, que el bendito de Moisés las apuntó todas, y ya el desorden y la improvisación pasaron a mejor vida.
Aunque el enunciado habla de vida y libertad aquí de lo que se habla es de esclavos. La propiedad de un esclavo hebreo caduca a los seis años. Si durante este periodo su amo le da esposa y esta le da hijos, cuantos más mejor, los hijos y la mujer pertenecen al amo. Claro está, que el esclavo no tiene que renunciar a su familia, que puede renunciar a su libertad y quedarse con ellos. Se le perfora la oreja con un punzón y listo, a disfrutar con su familia de una larga y venturosa vida de esclavo, que es un oficio como otro cualquiera y que ahora, en nuestro tiempo, abunda más que nunca.
De las esclavas ni hablamos, que ya todos sabemos cuanta aversión sentían por la mujer todos los que a escribir este libro se apuntaron. Tal vez se creían ellos más dignos y santos que la que les dio la vida, aunque le haya pesado mil veces.
EL HOMICIDIO.
Leyes sobre el homicidio que vienen a decir que el homicidio, entre hombres claro de mujeres no dice nada, con homicidio se cura. Excepción hecha cuando la víctima es esclavo, claro está. Por ejemplo:
”Si uno mata a palos a su esclavo o a su esclava, será severamente castigado. Pero si sobreviviere un día o dos, no, porque es propiedad suya”
Cuando uno se lía a palos detrás de un esclavo hay que saber contenerse, porque un palo de más, o un mal golpe y te cae un severo castigo. Por el contrario, si administras el castigo con la moderación justa, golpeando solo en aquellas zonas en que el palo no resulte mortal de necesidad, y procuras que la paliza provoque hemorragias internas que desemboquen en una muerte a medio plazo, un día o dos, puedes dormir tranquilo.
“Si unos hombres se pelean y golpean a una mujer encinta haciéndola abortar, pero sin ningún daño especial, el que la ha golpeado será multado con la cantidad que el marido de la mujer pida y decidan los jueces.”
Haciéndola abortar pero sin ningún daño especial. ¿Es que abortar no es un daño especial? A ver si alguna compañía de seguros me explica qué son daños especiales.
LEYES SOBRE LA PROPIEDAD Y LAS COSTUMBRES.”Si el ladrón, sorprendido en el acto de abrir brecha, es herido y muere, no habrá en ello delito de sangre; pero si el sol había salido ya, sí lo habrá.”
Ya lo dice el refrán; a quien madruga, Dios le ayuda. Hay que levantarse bien temprano a matar ladrones antes de que amanezca.
“No dejarás con vida a la hechicera. El reo de bestialidad será condenado a muerte… El que ofrezca sacrificios a otros dioses, fuera del Señor, será condenado a muerte.”
Demasiada inclinación a la pena capital. Aplicarle la misma pena al homicida, a la hechicera y al reo de bestialidad no lo veo yo equilibrado.
IMPARCIALIDAD EN LOS JUICIOS.”…No apoyes al que sostiene una causa injusta, dando falso testimonio… No intervengas en causas injustas…No aceptarás regalos, porque el regalo ciega incluso a los que tienen la vista clara y pervierte las palabras de los justos.”
Más claro el agua. Yo supongo que políticos y abogados están excluidos del obligado cumplimiento de tales preceptos
AÑO SABÁTICO.”Durante seis años sembrarás tu tierra y recogerás su fruto. Pero el séptimo la dejarás descansar, sin cultivarla, para que coman los pobres de su fruto, y lo que quede lo coman las bestias del campo.”
¡Pero qué van a comer las bestias del campo si llevan los pobres seis años sin comer!
FIESTAS.
Poner pone fiestas pero la cosa deriva más bien hacia entierros. Estupendos planes del Señor Dios para su pueblo elegido y exterminio para los que no lo son. Así son las cosas.

RATIFICACIÓN DE LA ALIANZA.
Moisés y otros sesenta y tres elegidos suben a ver al Señor Dios. Moisés apunta todo lo que le dice y prepara luego, con su pueblo, un festival de holocaustos y sangre a raudales
MOISÉS RECIBE LAS TABLAS DE LA LEY
Allá sube Moisés a la montaña, a por las tablas de la ley escritas por el mismo Señor Dios. Cuarenta días con sus noches tardó en bajar. Ya ni lo esperaban, pero volvió cargadito de tareas como podremos observar

LA BIBLIA DE LOS LOCOS Capítulo 9º

ÉXODO.
OPRESIÓN DE LOS ISRAELITAS.
Empezamos como acabamos, con una bonita lista de nombres bíblicos. Nombres de aquellos que acompañaron a Jacob en su llegada a Egipto y como, por su mucha afición al coito, que lo dice este libro muy claramente, que se reproducían como conejos, dejaron de ser amados huéspedes para convertirse en odiados intrusos.”Los israelitas, muy fecundos, se multiplicaron sobremanera, aumentando progresivamente y llegando a ser tan numerosos que llenaron toda aquella región… Pero cuanto más los oprimían, más se multiplicaban y crecían; los egipcios llegaron a odiar a los israelitas. Los redujeron a la condición de esclavos, tratándolos duramente y amargando su vida con trabajos forzados.”
Parece ser que este Faraón, que ya no conoció a José, tiene una actitud menos amable con el pueblo de Israel y más acorde con lo que era habitual en tiempos remotos, cuando Abrahán se dejo caer por aquí con su querida hermana esposa. Así vemos al pueblo de Israel convertido en esclavo.
Pero como ser esclavo no impide “llegarse a ellas” los israelitas siguieron multiplicándose. Esto obligó al Faraón a tomar medidas drásticas. Todo recién nacido varón, al río con él, que no todo habían de ser desventajas para la mujer.
NACIMIENTO DE MOISÉS.”Un hombre de la casa de Leví se casó con la hija de otro levita. La mujer concibió y dio a luz un hijo, Y al ver que era muy hermoso, lo tuvo escondido por espacio de tres meses. Como ya no podía ocultarlo más, tomó una cestita de papiro, la calafateó con betún y pez, puso en ella al niño y la dejó entre los juncos de la orilla del río.”
Nace Moisés y nace muy hermoso y su madre lo esconde durante tres meses, que más no se podía, después lo lanzó al río, como mandaban las normas del Faraón, pero en una canastilla perfectamente diseñada para la navegación. En ella lo encontró, casualmente, la hija del Faraón que había bajado a bañarse al río. No me explico yo cómo podía esta señorita bañarse en un río por el que bajaban flotando los cadáveres de los niños hebreos, que serían muchos por causa de la gran fecundidad que más atrás se dijo. Es el caso que esta señorita sin entrañas les dijo a sus doncellas:
-¡Mío!, ¡que lo vi la primera!
De todos es sabido que aquello que no tiene dueño es del primero que lo encuentra, y no creo yo que ninguna de aquellas doncellas se hubiera atrevido a contradecir a su señora, al contrario, todas alegres y jubilosas acudirían a felicitarla, que esta es la función de doncella y no rezongar por lo bajo deseando que un cocodrilo se coma a la señora. Casualmente fue su propia madre, la del niño, la que lo crió y además cobrando. Aquí lo dice, en este libro. Es curioso que cosas pasan a veces.
MOISÉS HUYE A MADIAN.” Por aquellos días, Moisés, ya mayor, fue donde estaban sus hermanos. Vio sus duros trabajos y observó como un egipcio maltrataba a uno de sus hermanos, a un hebreo. Miró a su alrededor, vio que no había nadie, mató al egipcio y lo enterró en la arena. Salió también al día siguiente. Vio a dos hebreos riñendo, y dijo al agresor: ¿Por qué golpeas a tu prójimo? Él respondió: ¿Quién te ha constituido jefe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al egipcio? Moisés temió y dijo: La cosa se sabe. El Faraón se había enterado de lo sucedido y trataba de matar a Moisés. Moisés huyó del Faraón y se detuvo en la tierra de Madián.”
Este sí, este ya me parece a mí que tiene madera de patriarca, de los de la vieja escuela y claro, al igual que sus antepasados, dándose a la fuga. Y también, como alguno de sus antepasados, medio ciego, porque dice que miró a su alrededor y vio que no había nadie antes de matar al egipcio. Pues no miró bien, o no ve ni torta, porque lo sabe todo el mundo.
Fue a parar a la tierra de Madián y allí se sentó junto a un pozo a dar cabezadas. Llegaron entonces al pozo las siete hijas de un sacerdote para abrevar el rebaño y también llegaron unos pastores, no se dice cuantos, que las echaron de allí. Moisés, que ya llevaba tiempo sin sacar el palo a pasear, viendo esta injusticia salió en defensa de las mozas y puso las cosas en su sitio, sacando del mismo algún hueso de pastor. El sacerdote agradecido le dio cobijo en su casa y a su hija Séfora por mujer y, ésta, le dio un hijo al que llamaron Guersón. Bueno, por una vez tenemos un patriarca cuya esposa no es estéril, ni anda metiéndole esclavas en la cama a su marido. Yo esto, teniendo en cuenta los antecedentes, lo consideraría como milagro.
VOCACIÓN DE MOISÉS.
Aquí tenemos a Moisés pastoreando el rebaño de su suegro, contemplando una zarza que arde sin consumirse. No sé yo quién le pegó fuego, que todos sabemos lo mucho que les gusta a los pastores carbonizar zarzales. Allí se presentó el Señor Dios y le comunicó sus planes a Moisés de la forma y manera que acostumbra y que todos conocemos. Yo me he llevado una alegría. Por fin ha vuelto el Señor Dios a dejarse ver. Menos mal, porque a mí ya empezaba a parecerme esto un libro de historia de medio pelo. Esto ya es otra cosa. Porque con el Señor Dios en activo ya el suspense vuelve a la historia, ya no sabes de dónde te puede caer un sartenazo de azufre, o qué desayunaste que no le gustó, o quién se enriquecerá y quién dejará los huesos por espantar las cabras. Ya le comunica el Señor Dios a Moisés cuáles son sus planes y como ha de proceder para liberar a su pueblo de la opresión y sacarlos de Egipto.
EL BASTÓN PRODIGIOSO.
Por si ya le tenía Moisés poca afición al palo, ahora el Señor se lo transforma en mágico, a ver si así lo convence para que se vaya a Egipto a hablar con su pueblo y librarlo de la esclavitud, que está Moisés algo reacio y amedrentado. Y no le falta razón, que ya sabemos todos que no es la palabra su mejor don, que prefiere zanjar las cosas a palo limpio. Por eso, la palabra se la emplumaron a Aarón, su hermano, que ni estaba allí, ni sospechaba la misión que le estaban adjudicando, ni nosotros sabíamos nada de él.
MOISÉS VUELVE A EGIPTO.
Moisés de viaje obedeciendo al Señor Dios, como otros lo hicieron antes que él, a encontrarse con Aarón, su socio en esta empresa, a dar recado a los ancianos, a convencer al Faraón para liberar a su pueblo. Por el camino pasó lo que sigue:”Por el camino, donde Moisés pasaba la noche, el Señor se le presentó para darle muerte. Entonces Séfora, tomando un pedernal afilado, cortó el prepucio de su hijo y lo arrojó a sus pies diciendo: Esposo de sangre eres para mí. Y el Señor le dejó, al decir ella esposo de sangre, en razón de la circuncisión.” Pues sí, parece que el Señor Dios vuelve con su carácter de siempre. Un carácter que a punto ha estado de costarnos la vida de otro elegido, Moisés. Menos mal que la tal Séfora anduvo rápida con el pedernal. A mí no se me hubiera ocurrido que por semejante cosa viniera el Señor Dios hecho una furia. Aparecen en este libro, así de repente, algunos relatos como este que yo, aunque pongo toda mi ignorancia en ello, no consigo entender del todo. Me pasa lo mismo que cuando acudo a ver alguno de estos teatros contemporáneos, performance, instalaciones, o como quieran llamarlos. Que no acabo de ver el sentido ni el mensaje. Supongo que Moisés olvidó circuncidar al pequeño y con estas cosas no se juega en este libro.

MOISÉS Y AARÓN ANTE EL FARAÓN.
Allá se van los dos, a dar recado al Faraón: Que liberes al pueblo hebreo que lo dice el Señor Dios o habrá más de una desgracia. Tú verás. Como si el Faraón no tuviera otra cosa que hacer que dejar irse a los judíos y subcontratar las pirámides. Ya sabemos todos cuantos inconvenientes acarrean en el presente las subcontratas. Por si acaso, el Faraón, dobló los trabajos y faenas a los hebreos. Ya se sabe, el esclavo ocioso cavila y piensa insensateces que complican la convivencia y retrasan el plazo de entrega de cualquier obra.
LA OPRESIÓN DEL PUEBLO CADA VEZ MÁS GRAVE.
Lo dicho, penurias y calamidades por intrigantes y agitadores a los ojos del Faraón que ignora la que se le viene encima.”El Señor dijo a Moisés: Ahora vas a ver lo que voy a hacer al Faraón; por la fuerza os dejará marchar”.
Prepararse. Que ya el Señor Dios ha recuperado su entusiasmo y ha regresado con una caja llenita de canalladas para repartir por Egipto que, después de las mujeres cananeas, Egipto es lo que menos le gusta al creador.
NUEVA APARICIÓN DEL SEÑOR A MOISÉS.
Y con esta van tres. Con lo que las echábamos de menos.
GENEALOGÍA DE MOISÉS Y AARÓN
Hermanos, primos, hijos. Lo de costumbre.
MOISÉS Y LOS MAGOS.”Moisés y Aarón fueron ante el Faraón e hicieron como el Señor les había ordenado. Aarón tiró su bastón delante del Faraón y de sus siervos, y se convirtió en serpiente. El Faraón llamó a los sabios y encantadores, y ellos, los magos de Egipto, hicieron otro tanto con sus encantamientos. Tiró cada uno su bastón, y se convirtieron en serpientes; pero el bastón de Aarón se tragó a los otros bastones.”
Concurso de magia y prodigios y el Faraón que no cede a las peticiones, por lo que al Señor Dios no le queda más remedio que mandar una serie de plagas. De momento el bastón del Señor se comió a los otros. Vamos ganando.
PRIMERA PLAGA: EL AGUA SE CONVIERTE EN SANGRE.
Moisés y Aarón convierten las aguas del río en sangre. Los peces murieron y el río apestaba. Por lo visto esto de contaminar el río ya viene de antiguo. Y dice aquí que los magos del Faraón hicieron lo mismo con sus encantamientos. No sé yo qué convirtieron ellos en sangre, como no fuera el vino. El Faraón no se ablanda.
SEGUNDA PLAGA: LAS RANAS.
El Señor Dios, que la tiene cogida con el río, se lo llena todito de ranas. Yo no sé si las aguas seguían convertidas en sangre, de todas formas, los magos, por si eran pocas, hicieron lo mismo con sus encantamientos. Parece ser que al Faraón las ranas ya no le gustaron tanto y cede para que le levanten la plaga. Y se la levantaron, que las reunieron todas en grandísimos montones. Limpio Egipto de ranas, el Faraón se echa atrás y vamos a por la tercera.
TERCERA PLAGA: LOS MOSQUITOS.
Ahora son mosquitos que, para gente profana en asuntos de magia como yo, parece cosa más sencilla que hacer ranas, sin embargo los magos del Faraón no acertaron con el truco, cosa que debió causar enorme alegría en Egipto que constantemente se veía sufriendo las plagas por duplicado. Una, la que les mandaba el Señor Dios, otra, la de sus propios magos. Los magos del Faraón, a saber que razonamiento siguieron las mentes lúcidas y mágicas de estos señores que, en lugar de eliminar las ranas con que el Señor Dios había infestado Egipto, mostraron sus poderes haciendo más ranas. Suerte tuvo el Faraón, dentro de lo que cabe, que si el Señor Dios hubiera decidido castigarle con una manta de palos del bastón prodigioso, los magos, para demostrar su magia y poderes, le habrían propinado otra generosa paliza con los suyos. Yo esta magia no la entiendo.
CUARTA PLAGA: LOS TÁBANOS.
Como los mosquitos pero a lo grande. Tábanos, con una boca diseñada para perforar cueros de bueyes y demás mamíferos y esa avidez por vaciar de sangre los cuerpos de sus víctimas. ¡Qué bárbaro!
El Faraón quiere dudar pero endureció el corazón, así lo dice aquí, y no dejó marchar a los hebreos.

QUINTA PLAGA: LA PESTE.
El Señor Dios dejó sin ganado a los egipcios y respetó el de los hebreos. O sea, una peste selectiva. El Faraón sigue con el corazón endurecido y del viaje ni hablar.
SEXTA PLAGA: LAS ÚLCERAS.
Úlceras purulentas que habían de ser calvario insoportable si tenemos en cuenta que Egipto estaba infestado de mosquitos y tábanos que acudirían zumbando con esa impertinencia que los caracteriza. Esto ya duele más. Hasta los magos del Faraón se retiran y el Señor Dios, yo no sé por qué, por si el corazón del Faraón se ablanda, dice el libro que se lo endureció él.
SÉPTIMA PLAGA: EL GRANIZO.
Esta plaga también ha caído por mi pueblo alguna vez, no tan catastrófica claro, que aquí no tenemos hebreos esclavizados. Cayó una granizada sobre Egipto que mató a todo ser vivo que no estuviera a cubierto, que no serían muchos porque el ganado ya lo exterminó la quinta, ranas y peces no quedaban, digo yo que mataría perros y gatos que andarían por la calle comiendo ranas y ganado muerto.
OCTAVA PLAGA: LA LANGOSTA.
Le ha cogido gusto el Señor Dios a esto de los insectos, así, lo poco que quedaba vivo en Egipto se lo comió la langosta, no sé si se comió también lo muerto que era mucho. Hasta los más fieles del Faraón empezaron a cambiar de bando, cosa razonable y juiciosa que puso al cabezón, ¡perdón! al Faraón entre la espada y la pared. Pero el Señor Dios, vaya usted a saber por qué, endureció el corazón de ya sabemos quién y estamos como estábamos.

NOVENA PLAGA: LAS TINIEBLAS.
Y dijo Moisés: Recapacita Faraón que te dejamos a oscuras.
Y dijo el Faraón: Total, para lo que queda de Egipto es mejor no verlo.
Y cayeron las tinieblas tres días y tres noches que no se veía un burro a tres pasos. Que se sepa que burros no quedaban ya en Egipto. El Faraón ablandado en todos los sentidos, permítaseme la grosería, consiente la salida de los hebreos pero sin ganado. ¡Qué sí! ¡Qué no! El Señor Dios que endurece el corazón del Faraón y se anula el viaje.
ANUNCIO DE LA ÚLTIMA PLAGA.”El Señor dijo a Moisés: Solo una plaga más voy a traer sobre Egipto; después de ella, no solo os dejará marchar, sino que os echará de aquí.”
En vista de que el Faraón no acaba de consentir y de que ya todos estamos cansados de tanta plaga, idas y venidas, si no es por las buenas es por las malas y ya sabemos cómo las gasta el Señor Dios, nada de insectos, ni pestes ni tinieblas. Aniquilación de primogénitos. Yo soy el mediano de tres hermanos.
LEY DE LA PASCUA Y LOS PANES SIN LEVADURA.
Aquí El Señor Dios se pone pero que muy serio con el menú de la pascua y su celebración por siempre jamás. De primero cordero o cabrito, ha de ser macho, de un año, sin defecto, asado al fuego, nada de comer algo crudo, el pan será sin levadura y se ha de comer deprisa, todo lo contrario de lo que me decía mi madre. Con la sangre se han de señalar las puertas para que al Señor Dios, una vez metido en tarea, no se le vaya la mano y extermine algún primogénito que no sea egipcio.
INSTITUCIÓN DE LA PASCUA.
Eso mismo, que queda instituida la pascua. Supongo que a partir de este momento fue que los egipcios empezaron a decir aquello de “nos hicieron la pascua.”
MUERTE DE LOS PRIMOGÉNITOS EGIPCIOS.
Bien claro lo dice el enunciado. Permiso concedido, ya está, fácil y rápido. Ya el Faraón ablandó su corazón, compadre.
Yo supongo que mi torpeza y falta de talento sean la causa de que no entienda la especial conducta del que, en este libro, se considera creador, señor y sabelotodo. Porque muy bien nos podíamos haber ahorrado tanta sangre, ranas, tábanos, pestes, úlceras, langostas y dejar Egipto como un erial. Haber empezado por desollar primogénitos, hombre. Aunque entonces nos habríamos perdido todo este completo catálogo de plagas para la aplicación y castigo en pueblos no elegidos.
Parece ser que existe una explicación natural a este asunto de las plagas y que no pienso explicar aquí. Otra cosa es convertir bastones en serpientes, o aniquilar primogénitos. Lo primero bien parece un milagro, o cosa de magia. Lo segundo parece cosa de un…
LA SALIDA DEL PUEBLO.
No me hagan chistes fáciles con el enunciado.
El pueblo de Israel se echa al camino con todas sus pertenencias y alguna más que los egipcios, gustosamente y de buen grado, les regalaron según dice este libro y eso no se lo cree nadie, eso no es un milagro, eso es imposible. Justo el día que se cumplieron los cuatrocientos treinta años de estancia en Egipto se fueron de viaje, por escuadras, seiscientos mil adultos de a pie además de los niños. También una gran muchedumbre y ovejas y bueyes en gran cantidad.- Vamos que Egipto quedó como una era.
PROPIA REFLEXIÓN.
Antes de continuar la lectura necesito asimilar los trágicos sucesos que en Egipto han tenido lugar.
Me tiene un poco asombrado la facilidad con que el Señor Dios aniquila a los primogénitos del ser humano creado, en aquellos primeros capítulos, a su imagen y semejanza, con la bondad infinita por bandera. No sé, tal vez el disgusto por el fracaso de su plan fue tan grande, la decepción tan profunda que convirtió a un Señor Dios optimista y entusiasta en un Señor Dios justiciero y amargado. Porque no me cabe duda de que este Señor Dios transmite de todo menos optimismo y alegría. Que tendrá sus razones, yo no me meto, pero está como de mal humor. ¿No?
Egipto, ¡qué civilización! Siempre me impresionó la cultura y logros del pueblo egipcio, las fantásticas obras que llevaron a cabo, su escritura, sus conocimientos sobre las ciencias y sus maravillas de todos conocidas, Ahora, después de lo leído en la Biblia, me impresiona mucho más. ¿Cómo pudo hacer tan grandes cosas un pueblo con Faraones tan burros?
¿Qué pudo mover al Faraón a mantener una actitud tan absurda y perjudicial para su pueblo? ¿Por qué ningún sacerdote, mago, sabio o lo que fuese, con dos dedos de frente, le dio una mano de ostias al Faraón, que lo estaba pidiendo a gritos?
Egipto, el único pueblo sobre la tierra que no deja irse a los judíos, el resto siempre ha querido echarlos. Egipto amigos míos siempre ha sido un enigma.
SOÑANDO OTRA VEZ
Adán el gorrino viene calle arriba chapoteando entre ranas muertas, aguas sanguinolentas y podredumbre. Las tinieblas lo cubren todo menos el olor a podrido del ganado muerto, Hay nubes de mosquitos, langostas, tábanos. Todo Egipto es un lamento del sufrir de llagas y peste. Como puede sacude sus botas a la puerta de una cantina, se quita las gafas y se queda mirando calle abajo el oscuro panorama.
– Otra vez le ha dado la ventolera al tipo este-. Murmura antes de meterse dentro. El ambiente en la cantina está cargado, pero es más respirable que el hedor y las tinieblas de la calle. En el interior hay infinidad de corrillos. Hombres y mujeres opinan sobre los últimos acontecimientos y las desgracias que parecen no tener fin. Adán se abre paso como puede por entre aquel barullo hasta el mostrador y pide una jarra de algo humeante y calentito. A su lado, oculto bajo un inmenso sombrero, inclinado sobre el mostrador está Moisés. El cantinero se queda mirando a Adán y le dice.
– Mira que están pasando cosas raras últimamente en este pueblo, pero un gorrino con esos aparejos que tú traes, eso no lo había visto yo en mi vida.
– Pues, si el que yo me sé anda en pleitos por estas tierras, aún te queda mucho por ver. Estas cosillas las dispone él chascando los dedos. Contestó Adán mientras echaba un vistazo por encima de sus gafas.
Moisés, que oyó lo dicho, salió de su ensimismamiento, miró al gorrino con curiosidad y le preguntó.
– ¿Tú también lo conoces? ¿A ti también se te apareció? Yo soy Moisés y se me ha aparecido más de una vez. En menudo lío ando yo metido con este asunto.
– Sí, claro que lo conozco, antes éramos vecinos. No teníamos mucho trato, esa es la verdad, pero luego empezó con esto de la creación y el pueblo elegido, y ahora apenas si coincidimos. Si se te ha aparecido más de una vez y te ha escogido para algún recado no sé si aquí, en la cantina, estarás haciendo lo debido. Aclárate bien con él porque estas cosas que parecen triviales lo ponen hecho una furia.
– A mí solo me dijo que sacara a mi pueblo de aquí. Me cambió el bastón que tenía por este otro que no sé muy bien cómo funciona. A veces se convierte en una serpiente, o te toco con él y te salen pelos debajo de las uñas. Yo le tengo más miedo que otra cosa. Ahora solo tengo que esperar a que el Faraón nos dé permiso para largarnos de aquí. El Señor Dios hará prodigios hasta que ablande su corazón y nos deje ir-. Dijo Moisés
– Pues tiene que tenerlo bien duro, porque con lo que he visto por la calle, cuando os deje marchar, aquí no va a quedar nada de qué alegrarse-. Adán le dio un buen sorbo a su bebida y continuo.- A mí me regaló estas botas que llevo y las gafas de sol. Un bastón como ese no habría estado mal, no señor. El tipo este crea y destruye con la misma facilidad, así que no sé en qué nueva calamidad estará pensando ahora.
– A mí – Dijo Moisés – solo me ha dicho que después de lo que tiene preparado, el Faraón no solo nos dejará marchar, si no que nos echará de aquí. Así que no puedo imaginar qué nuevo castigo caerá sobre Egipto.
-No sé, por las malas el tipo este es impredecible. Y tú, Moisés, estarías mejor lejos de todo este barullo. Si se enteran por aquí que tienes algo que ver con todo esto que está pasando, ese callado mágico te va a servir de muy poco. Anda con ojo. Yo me voy, sigo mi camino, Egipto se está poniendo más que peligroso. Cuando el tipo este la toma con algo es mejor poner tierra de por medio.
Moisés sale a la calle siguiendo al gorrino que tiene las gafas en la mano y está observando el panorama.
-Querido Moisés-. Dice Adán. – Según esta quedando esto, vais a tener que largaros, con permiso o sin él, así que buen viaje. Yo no voy a esperar ni a mañana, me largo ya mismo.
Adán se puso las gafas y emprendió la marcha calle abajo.

LA BIBLIA DE LOS LOCOS Capítulo 8º

ELEVACIÓN DE JOSÉ.
En efecto, el Faraón, al igual que otros habían hecho antes que él, dejó todo en manos de José, que pasó de esclavo presidiario a segundo de Egipto. Y dice el libro que, ante él, había que gritar “ATENCIÓN”. “Yo soy el Faraón, pero sin tu permiso nadie levantará la mano ni el dedo meñique en todo Egipto. El dedo meñique es el que levantan los repipis cuando se llevan la copa a la boca para beber, así que en Egipto se les puso la cosa cuesta arriba. No sé si el bueno de José tuvo en toda su vida alguna petición de alguien que quisiera levantar el dedo meñique. O si puso en marcha un cuerpo de élite para vigilar si tenían el permiso en orden los que lo levantaban. El Faraón impuso a José el nombre de Zafnat Paneaj y le dio por mujer a Asenat, hija de Putifar, sacerdote de On.” Es cosa increíble, cómo cambia José de posición en cuestión de horas y la facilidad que tienen estos elegidos del Señor Dios para seducir y fascinar a los faraones que los enriquecen sin duelo. Yo espero que Putifar, el que es ahora su suegro, no sea el mismo para el que trabajaba hace tres capítulos, porque también serían ganas de buscar problemas darte por suegra a la que te mandó a prisión. ¿No?
LOS HIJOS DE JOSÉ.
Los hijos de José fueron dos, y punto.
LOS HERMANOS DE JOSÉ BAJAN A EGIPTO.
Cuando llegaron las vacas flacas, como José había predicho, Jacob mandó a sus hijos, que estaban mirando unos para otros, a Egipto. Y esto lo dice el libro bien claramente.”Jacob, viendo que en Egipto había grano en venta, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando unos a otros? Me he enterado de que en Egipto hay grano en venta; bajad allá y comprad para nuestra subsistencia y para que no muramos… Pero Jacob no dejó ir con sus hermanos a Benjamín, el hermano de José: No vaya a sucederle alguna desgracia.”
Todos a por trigo menos el pequeño Benjamín, no vaya a ser que se lo meriende otra fiera, o la misma, que en este libro pasan cosas muy raras y a veces se repiten. Allá se fueron los diez tunantes sin sospechar quién era el dueño y señor en Egipto del grano que habían de comprar. Y así comienza un ir y venir de hermanos y el bendito de José trajinando componendas y fingiendo que no los conoce, mientras, sus diez hermanos parece ser que como fisonomistas eran un cero a la izquierda, cosa muy común en este libro. Los acusó de espías, por tres días los tuvo en prisión y al final los dejó marchar con trigo y la condición de que habían de volver con el pequeño de la casa, Benjamín. Como garantía Simeón se queda en Egipto, en la cárcel, hasta su vuelta. Se torna en este capítulo un poco sensiblero el libro, que nos habla de un José enternecido que se retira para llorar, cosa normal por otra parte cuando se es persona y se tiene corazón, no como las bestias pardas que tiene por hermanos, que lo vendieron por veinte monedas y no lo mataron de milagro. No habría sido tan extraño que los hubiera dejado condenados a trabajos forzados de por vida, que siempre hay alguna pirámide por hacer en Egipto.
REGRESO A CANAÁN.
De vuelta a casa con el grano salvador pero sin Simeón, porque José quiere que vuelvan con Benjamín, quiere conocerlo y si no se lo llevan ni hay más grano, ni vuelve Simeón. A Jacob, naturalmente, esto le suena muy extraño y no quiere saber nada de dejar partir a Benjamín, que es el único hijo natural que le queda. No señor.

NUEVO VIAJE A EGIPTO CON BENJAMÍN.
No hay argumento más efectivo para convencer a alguien que el hambre y por eso a Jacob no le quedó otro remedio que dejar partir a Benjamín. A Egipto, a por más comida que el hambre es mucha.
ENCUENTRO CON JOSÉ.
Esto se nos está ablandando. Yo creo que estos capítulos referentes a José tienen por escribiente a alguien más sentimental y emotivo que los anteriores. Que todo son saludos, abrazos, regalos, buenas palabras y mejores obras. Benjamín agasajado, José que no contiene sus lágrimas. Nada que ver con los que antes que él fueron elegidos del Señor Dios, hombres de más carácter y determinación, menos dados a la pamplina y más amigos de desenvainar el palo, que yo no tengo noticia de que hubieran vertido una lágrima en lo que llevo de Biblia.
LA COPA DE JOSÉ EN EL SACO DE BENJAMÍN. “José ordenó a su mayordomo: Llena de víveres los sacos de estos hombres hasta arriba y pon el dinero de cada uno en la boca del saco. Pon mi copa de plata en la boca del saco del más joven, junto con el dinero de su grano. Y él lo hizo así. Al venir el día, se despidieron y se fueron con sus asnos. Apenas habían salido de la ciudad, de la que no estaban lejos, cuando José dijo a su mayordomo: Levántate, sigue a esos hombres, dales alcance y diles: ¿Por qué habéis devuelto mal por bien? ¿No es ésa la copa que sirve a mi señor para beber y adivinar? Os habéis portado muy mal.”
Si es que esto de las tretas y artimañas José lo lleva en la sangre, que es hijo natural de Jacob, no lo olvidemos.
Otro secreto bien guardado que se nos revela aquí, que José tiene una copa que le sirve para adivinar y nadie había dicho ni palabra.
¡Ala! Todos para Egipto otra vez y Benjamín, acusado de manos largas, se queda de esclavo. Y a Jacob, como no vuelva el pequeño, le dan un disgusto que lo mandan con sus canas a la tumba.
JOSÉ SE DA A CONOCER A SUS HERMANOS.
Aquí se desvela el misterio para los diez hermanos “ciegos” de José, porque algo cortos de vista tenían que ser. Todo son abrazos y lágrimas. Allí lloró hasta el mayordomo, estoy seguro.
INVITACIÓN DEL FARAÓN.
El Faraón que se entera de todo lo acontecido y ya sabemos todos la confianza ciega, precisamente ciega como los hermanos de José, que el Faraón tiene en José. Con eso está todo dicho. Egipto a sus pies.
REGRESO A CANAÁN. “José les proporcionó carros conforme a la orden del Faraón y les proveyó de víveres para el camino. Dio un traje nuevo a cada uno, pero a Benjamín le dio trescientas monedas de plata y cinco trajes nuevos. Envió a su padre diez asnos cargados con lo mejor de la tierra de Egipto y diez asnas cargadas de trigo, pan y comida para el camino. Se despidió de sus hermanos y les dijo: No discutáis por el camino.”
Sí, mejor que no discutan, porque si no a saber a quién se come la fiera famosa esta vez
Allá vuelven todos, a contarle a padre las increíbles y venturosas novedades que en Egipto han descubierto. Jacob, sin embargo, no se cree una palabra y es razonable su postura. Estos hijos suyos, cada vez que salen de casa, vuelven contando batallas y calamidades a cada cual más increíble. Si les hubiera tocado la lotería en Egipto no sonaría más extraño. Ahora resulta que a José no lo despedazó una fiera, que lo de la túnica de mangas largas ensangrentada solo fue una trapisonda. Que es el segundo de Egipto y hace y deshace a su antojo. Pero ante tanto carro egipcio, tanto traje y tanta moneda, Jacob acabó convencido de que había que partir hacia Egipto, a encontrarse con su amado hijo José. La historia es increíble, ciertamente, pero lo dice la Biblia y hay que creérsela. Lo que no sé yo es como Jacob no se lió a palo limpio detrás de la pandilla de filibusteros que tiene por hijos, con el repente que suelen tener los elegidos del Señor Dios.
JACOB VA A EGIPTO.
Con alegría y regocijo se encaminó Jacob a Egipto con toda su prole. Dice el libro que eran sesenta y seis almas de Dios sin contar las nueras. ¿Por qué no se cuentan las nueras? Porque las nueras en ese libro están peor vistas que los campesinos. Es una pena, en esta fraternal historia, toda ella amor y perdón, no incluir las nueras en la cuenta. Para llegarse a ellas sí, pero para contarlas como de la familia, eso no.
ENCUENTRO DE JACOB CON JOSÉ.”José hizo enganchar su carro y salió al encuentro de su padre, Israel, a Gosen. Al verlo, se echó a su cuello y lloró largamente abrazado a él. Israel dijo a José: Ahora puedo morir porque he visto tu rostro y estás todavía vivo.
Al pobre José se le va la vida en lágrimas, así es que yo aquí, en este emotivo momento, voy a guardar silencio y dejar que en la intimidad reconforten sus corazones tras años de vivir una tragedia. Y me extraña que, entre lágrima y lágrima, no se le escape a Jacob algún bastonazo en los lomos de alguno de sus hijos. Hijos de esclavas claro, espurios.
AUDIENCIA CON EL FARAÓN.
Aquí el Faraón, aquí mi papá. A la familia de José lo que pida, sin reparar en el gasto.
A LA REGIÓN DE GOSEN.
Jacob y su familia se acomodan en Egipto. José, aquel tierno y sensible personaje que nos emocionaba con sus profundos sentimientos, ante los años de escasez que había predicho y aprovechando su situación de segundo y administrador de Egipto, se nos revela aquí como un feroz y avariento mercader. A cambio de trigo, esquilma sin piedad a todo egipcio que se presenta y todo le parece poco para su Faraón. Dineros, ganados, tierras. Con todo se quedó el bueno de José hasta llevar a la esclavitud a todo el pueblo egipcio. Lo dice bien claro el libro.”De este modo adquirió José para el Faraón toda la tierra de Egipto, reduciendo a esclavitud a todo el pueblo del uno al otro confín de Egipto.” No sé, quizás si se lo hubiera comido una fiera, como dijeron sus hermanos, algún egipcio lo agradecería. Esto de que el alto funcionariado del estado, los mandamases, esquilmen y empobrezcan al pueblo para el beneficio propio y el de sus amos, es cosa que apenas ha cambiado hasta nuestros días. Hoy podría escribirse la misma historia sin cambiarle ni una coma.
JACOB PIDE SER ENTERRADO EN HEBRÓN.
Y ¿Qué cuesta complacerlo? Pues se le entierra en Hebrón. Cosas de viejos patriarcas.
JACOB ADOPTA A LOS HIJOS DE JOSÉ.

Al pobre de Jacob, tenemos que entenderlo, ya viejo y medio ciego se le ocurren estas cosas y adopta a los hijos de José, sus nietos. Luego, al bendecirlos, el anciano se lía con la mano derecha, la izquierda, el mayor, el menor, y aunque José intenta hacerle ver que la bendición ha de ser para el mayor, Jacob, fiel a su infantil experiencia, bendice al menor como hizo su padre, Isaac, con él, pero sin engaños. Conclusión, un circo de bendición. No se deben postergar las bendiciones hasta edades tan avanzadas, ya se ha dicho aquí. En fin que a Jacob le quedan dos catarros.
BENDICIÓN DE JACOB A SUS HIJOS.”Jacob llamó a sus hijos y les dijo: Reuníos, que os voy a decir lo que será de vosotros en los días venideros. Reuníos y oíd, hijos de Jacob; prestad oídos a Israel, vuestro padre.”
“Rubén, tú eres mi primogénito,
mi fuerza y la primicia
de mi virilidad,
el primero en arrogancia
y el primero en poder.
Impetuoso como las aguas,
No serás el primero
Porque subiste al lecho de tu padre
Y profanaste mi cama.
Simeón y Leví son hermanos;
Armas de violencia son sus armas…”
Jacob, ya completamente senil, se dedica a repartir bendiciones y canturrear versos que él mismo compone. Poesía surrealista. Sin embargo, a pesar de su avanzada edad, no parece haber perdido la memoria ni haber perdonado que su hijo Rubén se llegara a su concubina. Y es que los hijos de Jacob, como hemos comprobado, eran unos hijos muy particulares.
MUERTE DE JACOB.
Jacob, pionero en genética reproductiva, ha muerto.
ENTIERRO DE JACOB EN HEBRÓN.
En Hebrón lo enterraron, como él había pedido. A lo grande, con toda la pompa.
ÚLTIMOS AÑOS DE JOSÉ.”José hizo jurar a los hijos de Israel así: Ya que Dios vendrá ciertamente en vuestra ayuda, llevaréis de aquí mis huesos. José murió a los ciento diez años, lo embalsamaron y lo pusieron en un sarcófago en Egipto.”
Ahora que lo dice José ¿Dónde estará el Señor Dios? Porque nada se ha vuelto a saber de Él. Nunca se le ha presentado a José como solía hacerlo con sus antepasados, ni hemos sabido de su presencia en Egipto. Seguramente los egipcios no lo echarían de menos porque, el Señor Dios, cada vez que aparecía por su tierra era repartiendo amenazas. Tal vez decidiera empezar otro proyecto en algún otro planeta y eso lo tendría muy ocupado
Con la muerte de José acaba también el primero de los libros que componen el Pentateuco, el Génesis.
Si alguien tenía alguna duda sobre el lugar del que venimos, sobre cuál es nuestro origen, este anterior capítulo, el Génesis, lo ha dejado meridianamente claro. Nada de monos, ni orangutanes, ni evolución. Venimos: del polvo de la tierra el hombre, de una costilla la mujer. Demasiado tiempo perdido buscando teorías y pruebas de lo que ya está escrito hace miles de años. Ya todos sabemos quienes fueron nuestros primeros padres y quienes los patriarcas del pueblo elegido por el Señor Dios. El por qué el Señor Dios creó tantos pueblos para, luego, elegir uno solo, eso no se nos dice.
¿Fueron estos patriarcas favorecidos por el Señor Dios para amasar fortuna, tierras y rebaños? ¿O después de amasar fortuna, tierras y rebaños fueron elegidos como patriarcas? ¿O no tiene nada que ver una cosa con la otra ni tenemos que establecer relación alguna entre la fortuna de éstos y el Señor Dios? Porque yo quiero saberlo.
Yo empecé diciendo: “Hace muchos años, aproximadamente tres mil, comenzó a escribirse…”
Seguramente sea verdad. Seguramente empezó a escribirse con la mejor de las intenciones. Explicar un poquito a las gentes cómo es que estamos aquí. No la verdad, que nunca se sabrá, pero sí una versión para el consuelo. La cosa iba bien. Un Dios todo amor y maravilla, el paraíso, el arbolito frutal del bien y del mal, la mujer, el hombre, una culebra. Pero, mucho me temo, que los que se apuntaron a escribir esto empezaron a gustarse, a recrearse con la historia. Y lo que apuntaba como un bonito y empíreo relato acabó en esta relación de disparates propios de la especie. En un concurso para ver quién inventaba la majadería más completa, el castigo más original o el Dios más desconcertante. Y mezclándolo con historias y costumbres terrenas, le dieron este aire amenazador, divino, oscuro y patético que tanto detesto. Y entre unas y otras fueron colando una regla aquí, una ley allá, un derecho por este lado, un privilegio por aquel otro, y a nuestros días hemos llegado con este barro de aquel polvo de la tierra. De esto, el Señor Dios, no tiene culpa ninguna.
El Génesis, interesantísimo relato. Aunque me parece excesivo que un pueblo, cualquiera que sea, se crea elegido haciendo del Génesis dogma y verdad y considere palabra de Dios lo que en él se dice. Que, palabra de Dios, es mucho decir. Habiendo estudiosos y doctores que a tales conclusiones han llegado y todo un pueblo dispuesto a creérselo, nada tengo que preguntar, que todo queda respondido por sí solo.
Seguiré pues con mi lectura superflua y desahogada del segundo de los libros, el Éxodo.
OTRO SUEÑO
En mi sueño estoy viendo un grupo de hombres alrededor de un pozo. Están tan ocupados desnudando al más joven que no se percatan de que Adán el gorrino, con sus andares campechanos y el ruido de sus botas de goma, se ha plantado a dos metros de ellos. El primero en verlo es José, al que sus hermanos están intentando arrebatar la túnica de mangas largas que su padre le regaló, porque Adán, con un cayado más alto que él, está repartiendo palos a diestra y siniestra. En diez segundos no queda nadie del grupo que no haya recibido un bastonazo en las costillas. Todos a una retroceden, intentando ver desde un poco más lejos, y a salvo del cayado, aquella criatura extraña y nunca vista por los alrededores. Adán apunta al grupo con su cayado y dice.
– ¿Qué cabronada es esta?
Nadie contesta otra cosa que murmuraciones y algún que otro gemido de dolor.
– Ponte esa ropa y lárgate de aquí. Márchate bien lejos de esta familia tuya, porque si te quedas ya te garantizo yo que, si no es hoy es mañana, a ti te liquidan estos brutos-. Le dice Adán a José.
Por fin alguien del grupo contesta.
– Esto le pasa por listo, por sabelotodo y soñador -. Dijo uno.
– Míralo, con su túnica de mangas largas, el preferido de papá, como si fuera un profeta -. Contestó otro.
– Siempre con cuentos a nuestro padre y dándoselas de maestro -. Hablaba otro
– Ya puede dar gracias de que hayas aparecido con ese palo.
– Seguro que también tú tienes algo que ver con el Señor Dios, ese que habla con mi padre -. Todos tenían algo que decir.
Adán viendo que aquello empezaba a alborotarse se subió a un pequeño terraplén, al estilo bíblico, levantó de nuevo el callado, y dijo
-Yo no tengo nada que ver con nadie. El Señor Dios del que habláis hizo todo esto que conocéis en seis días, pero si no desaparecéis de aquí ahora mismo, lo desarmo yo a bastonazos en una tarde. Y soltó tal bastonazo contra el suelo que todos dieron un salto hacia atrás y empezaron a caminar. Caminaban y miraban atrás, murmurando, intentando aclarar entre todos quién era aquel personaje que, con el sol a la espalda, las gafas brillantes, las botas de goma, el garrote y subido en aquella piedra, parecía capaz de molerlos a palos a todos.
Cuando por fin desaparecieron, Adán se sentó resoplando, se quitó las gafas y se pasó la pata por la frente. José seguía allí, mirando al gorrino.
– Muchas gracias, seas quién seas- Dijo José
– A mí estas tanganas no me gustan nada, hijo. A mí me gusta andar tan campante, disfrutando de aquí para allá sin meterme con nadie. Dijo Adán mientras revisaba detenidamente sus gafas.
– Pues a mí me ha venido de perlas que anduvieras por aquí. Le contesta José
– Estuviste a un pelo de perder el pellejo eh? Sí que son brutos esos hermanos tuyos, amigo. Dijo Adán mientras, ya incorporado, se encasquetaba de nuevo las gafas. – Yo sigo mi camino, y tú deberías poner tierra de por medio. No sé qué es lo que les has hecho, tan jovencito aún, pero yo no esperaría mucho para irme.
-Yo no sé dónde ir. Hacia dónde vas tú. Déjame ir contigo. Le rogó José.
– ¿Conmigo? Dice Adán. – Yo voy a seguir mi repaso por la obra del tipo este, el Señor Dios. Pienso acercarme hasta Egipto. He oído que hay allí movimiento y unas pirámides y construcciones algo tremendas. Y las han hecho sin contar con él para nada. Cosa de hombres. Pero eso está lejos, muy lejos.
– Mejor. Entre más lejos, mejor para mí. Dijo José
– Bueno, tú verás. Espero que no tengas más hermanitos como estos esperándote en algún recodo.
– No. A mí fuera de aquí no me conoce nadie. ¿Y a ti? ¿Quién te conoce? ¿Quién eres tú?
– Yo soy Adán, el gorrino, y nadie me conoce ni ha oído hablar de mí. Cuando el tipo este hizo todo esto, de mí no dijo ni palabra. Es un buen tipo, pero no le gusta que yo ande por aquí husmeando en sus asuntos. A mí tampoco me gusta meterme en lo suyo, pero algunas veces pasan cosas, como hoy, en las que me veo metido. Además a mí me gusta conocer de primera mano a ciertos personajes, por eso, de vez en cuando, me acerco a charlar un ratito y a ver cómo les va. La obra del tipo este es muy curiosa.
Así, en animada charla, los veo alejarse.
Ahora, en mi sueño, Adán el gorrino está sentado a orillas de un riachuelo con los pies en el agua. Ha dejado sus botas a un lado y lleva un sombrero de paja. Parece un cubano. De repente, a su lado, se forma una violenta tolvanera de polvo y aparece el Señor Dios. Adán se cubre la cabeza pero no puede evitar que su sombrero salga disparado. Cuando el torbellino se calma, Adán mira por encima de las gafas con cara de disgusto y dice
– Pero bueno, ¿es que no puedes aparecer como todo el mundo? Lo tranquilo que estaba yo aquí y el susto que me has dado.
– Vaya, vaya, el amigo Adán-. Le dice el Señor Dios. -Tú siempre tan campechano, chapoteando.
– Estaba refrescándome un poquito. Ahora, con el calor, casi sobran las botas. Y tú qué, ¿no te refrescas? Pregunta Adán
El Señor Dios tomó asiento a su lado, dejó a un lado sus sandalias y metió sus pies en el agua. Así estuvieron un buen rato, no sé cuanto porque en los sueños el tiempo se distorsiona a su antojo, hasta que el Señor Dios dijo.
– Ya sé que siempre te has interesado por mis asuntos y hasta me has alterado en alguno lo que yo tenía previsto. Tú siempre dando consejo con ese particular sentido de la existencia que tienes. No te das cuenta de que estas criaturas no pueden dejarse a su libre albedrío. Tengo que gobernar su camino o acabarán en desastre.
– Pues, sinceramente, no parece que lo estés haciendo del todo bien. Yo ando a mi aire y no suelo intervenir, que sé que no te gusta, pero si en algo he intervenido ha sido porque la cosa apuntaba más a desastre que otra cosa.
– Te llevaste a Eva del paraíso, le mostraste lo que no tenía que haber visto demasiado pronto.
– Ahí sí, puede ser que me precipitara, pero era cosa de tiempo. Tarde o temprano habría conocido la otra cara de tu creación. Al fin y al cabo, reconocerás que tenía derecho a decidir. Yo tampoco sabía que había todo ese ambiente por aquí. Cuando chapoteábamos allá en el abismo nunca dijiste nada. Bien calladito lo tenías-. Dijo Adán dándole un codazo de complicidad al Señor Dios. – Además, ya te encargaste tú de cargártelos con el diluvio. Un poco bruto ¿no?
El Señor Dios, que no podía evitar la sonrisa escuchando aquel gorrino, contestó.
– No te preocupes, Adán, todo está en mis designios. Así tenía que ser.
– Pues vaya. Con todo lo que ya estaba en marcha echado a perder con inundaciones, no sé yo. No parece que vaya mucho mejor ahora-. Habló Adán meneando la cabeza.
– Todo está en mis designios. Todo menos tú, Adán. En fin, ya nos veremos por la obra. Te dejo. Tengo asuntos que atender-. Se despidió el Señor Dios y se disolvió allí mismo, sin más, mientras Adán exclamaba
– ¡Qué tío, qué huevos! Es que no para.
Adán el gorrino sacó sus pies del agua, se puso las botas, recuperó su sombrero y se fue arroyo arriba canturreando.

LA BIBLIA DE LOS LOCOS Capítulo 7º

RETORNO DE JACOB A LA TIERRA DE CANAÁN.
Con las tretas arriba mencionadas el ambiente se enrareció bastante y Jacob, que tenía la virtud heredada de saber cuándo ausentarse, preparó el petate y con sus mujeres e hijos, y sus cabras de rallas, se largó a camello. Se dio a la fuga, sin dar aviso a Labán el arameo, como ya es costumbre. Solo al Señor Dios han de rendir cuentas los elegidos.
“Jacob se levantó, montó a sus hijos y a sus mujeres en camellos y, con todo su ganado y todo lo que había adquirido en Padán Arán, se puso en camino hacia Isaac, su padre, a la tierra de Canaán. Mientras Labán se había ido al esquileo de sus ovejas. Raquel robó los ídolos familiares de su padre…”
“Al tercer día Labán se enteró de que Jacob había huido y, tomando consigo a sus hermanos, le persiguió por espacio de siete días, hasta darle alcance en los montes de Galaad…”
“Labán entró en la tienda de Jacob, en la de Lia y en la de las esclavas, pero no encontró nada. Pasó luego a la de Raquel, pero ésta había tomado los ídolos y los había escondido debajo de la albarda del camello, sentándose encima de ellos. Labán rebuscó por toda la tienda, pero no los encontró. Raquel le dijo: No se enfade mi señor si no puedo levantarme ante él, pues tengo lo que es habitual en las mujeres. Así él buscó y rebuscó, pero no pudo encontrar sus ídolos.”
Raquel, que era algo larga de manos, no pudo evitar llevarse unos recuerditos sin importancia que a punto estuvieron de causar un grave incidente. Y Labán busca que te busca enfurecido. Pero nuestra querida Raquelina, digna esposa de Jacob, haciendo gala de serenidad y temple salvó la situación y, aludiendo a la sangre caliente, demostró su sangre fría.
RETORNO DE JACOB A PALESTINA.”
Vuelve Jacob a Palestina, a su tierra. Un Jacob al que el miedo, a que su hermano Esaú cumpla la palabra que dio de darle muerte, se le ha metido en el cuerpo. Jacob, el amo y señor de inmensos rebaños, el ingeniero genético creador de rebaños a rayas, el elegido por el Señor Dios, muerto de miedo. Manda mensajeros que agasajen a Esaú con regalos, presentes y bonitas palabras. Le reza a su Dios protector. Divide sus pertenencias en campamentos para evitar que su hermano acabe con todo. En fin, que es una pena ver a todo un personaje bíblico en tal estado de nervios. También sorprende un poco la poca fe que le tiene a su Señor Dios, que de otras mucho peores sacó a su padre, y a su abuelo, y malo será que no haya algún terror divino a mano para aplicarle a Esaú si el caso lo requiere.
JACOB LUCHA CON DIOS.”Jacob se quedó solo, y un hombre estuvo luchando con él hasta despuntar el alba. El hombre, viendo que no le podía, le dio un golpe en la articulación del muslo y se la descoyuntó durante la lucha con él…” ”Él le preguntó: ¿Cómo te llamas? Contestó: Jacob. Y el hombre añadió: Tu nombre no será ya Jacob, sino Israel, porque te has peleado con Dios y con los hombres y has vencido. Jacob le preguntó: Por favor ¿Cómo te llamas? El respondió: ¿Por qué quieres saber cómo me llamo? Y allí mismo le bendijo…” “He visto a Dios cara a cara y he quedado con vida.”
Este Jacob me desconcierta. Tan asustado como un cordero por la amenaza de su hermano Esaú y aquí le tenemos luchando, cuerpo a cuerpo, con el mismísimo Dios, como un jabato. Y parece ser que no lo hacía del todo mal, que tuvo el Señor Dios que descoyuntarle una pierna porque amanecía ya y no había forma de reducirlo. Me cuesta imaginar a todo un Dios en semejante refriega de camelleros y más me cuesta creer que, ante la bravura de Jacob, tuviera que dar fin a la lucha con una traidora y ruin patada en una pierna. Yo me inclino a pensar que la patada, aunque aquí dice que fue en una pierna, se la llevó Jacob en los mismísimos, que así es como mejor se zanja una pelea. Esta no es digna actitud del que todo lo puede. Yo no soy capaz de imaginar a todo un Señor Dios dando patadas en las piernas a sus elegidos. Y Jacob ya no se llama Jacob, se llama Israel. Y es desde este día que los israelitas no comen el nervio ciático, porque ahí fue donde Jacob recibió la patada y yo no sé qué razón movió a los israelitas a tomar esta medida.
JACOB SE ENCUENTRA CON ESAÚ”… Él pasó delante de ellos y se postró siete veces en tierra antes de acercarse a su hermano. Esaú corrió a su encuentro, lo abrazó, se echó a su cuello y lo besó, y los dos se echaron a llorar.”
Bueno pues Jacob ya no se llamará Jacob, que bien clarito se lo dijo el Señor Dios en el anterior capítulo, pero aquí en este libro no se han dado por enterados.
Después de tanto miedo y tantas precauciones resultó que el temido Esaú no tenía nada de rencoroso el hombre, y las trampas de las que fue víctima en el pasado se las devolvió a Jacob con abrazos y besos de verdadero hermano. Esaú, el tontorolo bravucón del que nada habíamos vuelto a saber, el que no fue elegido por el Señor Dios, ni bendecido por su padre, el que vendió su primogenitura por un plato de lentejas y se casó con, al menos, cuatro cananeas. Este Esaú nos ha dado, sin tanto rezo ni tanta promesa, sin golpes de pecho ni divinos pactos, una bonita lección de bondad y corazón. Siempre me cayó bien este hombre.
En esta misma situación, otros, no sé si habríamos actuado con tanto cariño y comprensión, sin rencores. Matarlo a palos, como había prometido, no, pero ponerlo a comer lentejas hasta que le salieran por las orejas, a lo mejor sí.
DINA ULTRAJADA.”Dina, la hija que Lía dio a Jacob, salió a ver a las mujeres del país. Siquén, hijo de Jamor, el príncipe de aquella tierra, la vio, la raptó, la violó y durmió con ella. Se quedó prendado de DINA, la hija de Jacob, la amó y le habló tiernamente al corazón.”
Dice aquí: La vio; nada de malo hay en verla. La raptó; pues no está bien, aunque tampoco hay que rasgarse las vestiduras si nos atenemos al trato que en este libro se da a las mujeres. La violó; esto ya es más gordo, cierto es que unos capítulos más atrás, Lot, entregaba a sus hijas vírgenes a los vecinos de Sodoma para que hicieran con ellas lo que quisieran, pero era su padre, había consentimiento paterno y aquí no lo hay. Y durmió con ella; esto sí que no, después de la violación, esto es alevosía y regodeo. La amó y le habló tiernamente al corazón; no creo yo que este chico estuviera bien de la cabeza.
He aquí a la pobre Dina, ultrajada como dice el enunciado, y a dos de sus hermanos, Simeón y Leví, dispuestos a castigar la ofensa como Dios manda y nunca mejor dicho, porque el castigo bien se pareció a los que el mismísimo Señor Dios aplica. Voy yo a relatárselo a grosso modo porque se vea que no exagero.
Hecha la ofensa, acuerdan los unos con los otros, siendo los unos Simeón y Leví y los otros el rufian Siquén y su padre Jamor, que para entregar a Dina en matrimonio al muchacho han de circuncidarse, él y todos los varones de su pueblo, a lo que acceden sin remilgos, ofreciéndo además su tierra para que se quede a vivir entre ellos Jacob y toda su prole. Conseguido esto dice el libro: “Al tercer día de la circuncisión, cuando el dolor era más fuerte, dos de los hijos de Jacob, Simón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, entraron a mansalva en la ciudad y mataron a todos los varones. Pasaron por la espada a Jamor y a su hijo Siquén, recogieron a Dina de la casa de Siquén y se marcharon. Los hijos de Jacob acometieron a todos los heridos y saquearon la ciudad por haber deshonrado a su hermana. Se apoderaron de sus ovejas, vacas y asnos, de todo cuanto había en la ciudad y en el campo y de todos sus bienes; se llevaron prisioneros a todos los niños y a las mujeres y saquearon lo que había en las casas.”
Bueno, pues más ya no se puede castigar. Ni el Señor Dios hubiera castigado tan bien y a lo grande, no señor. Por cierto, en esta refriega no se ha dejado ver el Dios de Israel
Me parece a mí que, ya metidos en castigo, aprovecharon para quedarse con cuatro cosillas. ¿Cómo castigarían estos hombres un homicidio con premeditación si castigan así una violación que acabó en boda? No quiero ni pensarlo. ¡Qué bárbaro! Seguramente estos mismos ofendidísimos hermanos, antes de la violación, la habrían vendido por media docena de camellos y unas sandalias.
Y se llevaron prisioneros a todos los niños y las mujeres. ¿Y qué va a ser de estos pobres rapazuelos? Toda su vida pagando con esclavitud la lujuria de sus gobernantes. Pues no han cambiado tanto las cosas hasta hoy
Anda que no habría mujeres por aquellos campos para ir a violar precisamente a Dina, la hija de Jacob. Con lo perjudicial que resulta tener un problema con un patriarca de estos, que siempre acaban igual, él enriquecido enormemente y los demás en la completa ruina o muertos
¿Y la pobre Dina? Raptada primero, violada a continuación, entregada como esposa después, al final viuda y viviendo con sus hermanos que, por lavar su honor, a mí me parece que la hicieron una desgraciada. Si ya una mujer tiene bien poco valor en este libro estando nuevecita: ¿Qué valor puede tener ultrajada y viuda?
JACOB EN BETEL.”Dios dijo a Jacob: Levántate, vete a vivir a Betel y levanta allí un altar al Dios que se te apareció cuando huías de la presencia de tu hermano Esaú.”
Bendito Jacob, siempre huyendo y abandonando lugares por la puerta trasera. No es extraño que, después de la salvajada de sus hijos, Dios le aconseje darse a la fuga. Dice aquí el libro que por si acaso alguien tenía en mente vengarse o perseguir a Jacob, ya el Señor Dios dejó caer sobre aquella tierra una buena dosis de “terror divino.” Yo no sé lo que es, pero se me pone la carne de gallina. ¿Quién iba a vengarse? Si mataron a todos los hombres, se llevaron las ovejas, vacas, asnos y esclavizaron niños y mujeres. ¿Quién iba a vengarse? ¿Los gatos dando arañazos? Eso es desaprovechar el terror divino.
NACIMIENTO DE BENJAMÍN Y MUERTE DE RAQUEL.
Murió Raquel en el parto y fue sepultada en el camino de Belén. Qué fatalidad, ir a morir precisamente en el parto, con lo mucho que cuesta al Señor Dios en este libro hacer fecundas a las mujeres. También se nos dice aquí de pasada que Rubén, hijo de Jacob, por aquel entonces “se llegó” a Bhilá, una de las famosas concubinas de papá. Yo en esto no veo nada malo, porque he sido educado en la creencia de que lo que hay en casa es de todos, no importa si es una chaqueta, una ración de calamares, o una concubina.
Isaac también expiró, anciano y lleno de días. No es poco, morir anciano y lleno de días cuando, siendo niño, te has librado de una cuchillada en el altar de los holocaustos. Que no es el Señor Dios amigo de rechazar agradables sacrificios de primogénitos. Esaú y Jacob lo sepultaron.
Es curioso que, siendo como es hoy lo más común que las mujeres sobrevivan a sus maridos, en este libro a los patriarcas no los sobrevive ni una. Esto de ser elegido del Señor Dios es una garantía de que al menos, viuda, no vas a dejar.
Por cierto. ¿Alguien más se ha dado cuenta de que en lo que llevamos de Biblia no ha aparecido ni un solo perro, el mejor amigo del hombre? A lo mejor por aquel entonces, los perros, todavía eran bestias campestres, sin domesticar. O andaban algo asustadizos entre tanta venganza y castigo. Como perro, no se podría estar muy tranquilo cerca de según qué personajes sin tener siempre presente que, de cualquier parte, te puede caer un fogonazo, o entran en tu pueblo y se pasan por la espada a todo ser vivo, o se pone a llover y ya dependes de un sorteo para sobrevivir en un arca. Esto, en los perros, causaría un estrés que seguramente los llevaría a vivir en las montañas, lejos de los “hechos a semejanza”.
DESCENDENCIA DE ESAÚ.
Pueden ustedes escoger nombre, el catálogo es extenso.
LOS SUEÑOS DE JOSÉ” José tenía diecisiete años cuando iba a apacentar el rebaño con sus hermanos, los hijos de Bhilá y de Zilpa, mujeres de su padre. Y José contó a su padre la mala fama que tenían sus hermanos. Israel amaba a José más que a todos sus hijos, porque era el hijo de su ancianidad y le hizo una túnica con mangas largas. Sus hermanos vieron que su padre lo amaba más que a todos ellos, y le cobraron tal odio que no podían hablarle con cariño.”
Algo chivato el mozalbete, el preferido de papá con su túnica de mangas largas, y tiene toda la pinta este José de ser el que suceda a su padre, Jacob, como elegido del Señor Dios. No hay manera de que aparezca uno, entre los elegidos del Señor Dios, que se vista por los pies. Unos, mentirosos, otros, tramposillos y ahora este, un chivato que seguramente acabará enormemente enriquecido. Y ya estamos con las preferencias y distingos que tantos problemas acarrearon en anteriores relatos.
“José tuvo un sueño y se lo contó a sus hermanos. Les dijo: Escuchad el sueño que he tenido, estábamos atando gavillas en el campo, y en esto que mi gavilla se levanta y se queda derecha, mientras que las vuestras se ponen alrededor y se inclinan ante la mía. Sus hermanos respondieron: ¿Es que vas a ser tú rey y señor nuestro? Y le odiaban todavía más por sus sueños y por sus palabras. José tuvo otro sueño…”
Todos a los diecisiete años hemos tenido fantásticos sueños, muchos de ellos, al igual que José, sobre gavillas, u otras cosas, que se levantaban y se quedaban derechas. Algunos aún hoy los recuerdo, pero nos hemos cuidado muy mucho de pasarnos el día dando la lata con ellos, o de buscarles fabulosas explicaciones. Esto pinta muy mal.
JOSÉ VENDIDO POR SUS HERMANOS.
Se veía venir y menos mal que no lo mataron, porque intenciones no faltaron, que lo dice el libro, y no hubiera sonado extraño teniendo los hermanos que tiene, que yo todavía recuerdo el castigo que Simeón y Leví se corrieron por lo de Dina ultrajada. Yo creo que tuvo suerte si tenemos en cuenta cómo se las gastan en este libro los ofendidos, excepción hecha de Esaú, que pensaba, perdonaba y se casaba según su propio criterio. Lo vendieron por veinte monedas de plata a una caravana de ismaelitas que iba a Egipto. La famosa túnica de mangas largas, hecha unos zorros y ensangrentada, se la presentaron a Jacob como prueba de que al bueno de José se lo había merendado una fiera. Y tenía que ser una fiera terrible y muy hambrienta, porque no se dejó ni los huesos. Jacob, el pobre, se tragó la historia y quedó destrozado de dolor. Habría sido menos doloroso, y más creíble, contarle que su hijo José se largó a Egipto tras perder la cabeza por una esclava abisinia, locamente enamorado el jovencito. Aunque solo fuera por humanidad hacia Jacob, que eso lo entiende cualquier padre. Y Jacob más que nadie, que su queridísima esposa Raquel le costó catorce años de trabajos.
Hay que tener un poco más de tacto a la hora de relacionarse con los hijos, que estos distingos y preferencias son cosas muy delicadas, aunque uno sea hijo natural y los otros unos hijos de puta, ¡perdón! de esclava. Tampoco los sueños de José ayudaron mucho a mejorar la situación.
JUDÁ Y TAMAR.
Por aquel tiempo, Judá, uno de los doce hijos de Jacob, decidió cambiar de aires y marcharse lejos de sus hermanos. Se fue a otra tierra y tomó por mujer a una cananea, supongo yo que sabiendo la pésima reputación que las cananeas tienen a los ojos del Señor. La cananea en cuestión le dio tres hijos, Er, Onán y Selá. Judá buscó mujer para su primogénito Er, pero éste, por alguna razón no agradó al Señor Dios y lo quitó de en medio dejando una flamante viuda de nombre Tamar. Era entonces deber de cuñado casarse con la viuda y “llegándose a ella” conseguir la descendencia que el difunto no pudo lograr y esto le correspondió a Onán, el segundo en edad. Onán, sin saber que jugaba con fuego, derramaba su semen en tierra cada vez que se llegaba a la viuda para no dar hijos a su difunto hermano.”Desagradó al Señor lo que hacía, y le hizo morir” Así las gasta el Señor Dios. No eran tiempos aquellos de andar desperdiciando semen. Con tal cantidad de mujeres estériles y los castigos de unos y de otros diezmando la población, la supervivencia de la especie no lo permitía. Hoy, por el contrario, con la superpoblación del planeta y la supervivencia garantizada, ya la masturbación no está tan castigada. Hasta hace no muchos años, aquí, donde yo hago vida, la masturbación seguía produciendo ceguera, desecación de la médula, enanismo y gustirrinín. Esto nos lo decían, principalmente, los curas. Que no sé yo que podían saber ellos de algo que, se supone, no practicaban. Pero ahora es incluso recomendada y aconsejable para una vida sexual sana y satisfactoria. Esto lo dicen expertos en el tema. Sicólogos, sexólogos y un sinfín de entendidos que, yo supongo, han pasado mucho tiempo practicando, estudiando y experimentando sobre el asunto.
Judá, viendo que se quedaba sin hijos, devolvió a su nuera Tamar con su padre hasta que Selá, el tercero de los hermanos, estuviera más crecidito para cumplir los deberes de cuñado. No creo yo que Selá, después de ver a sus hermanos perder la vida ante aquella gafada hembra, tuviese ninguna prisa por crecer.
Pasó el tiempo, Judá se quedó viudo y olvidó cumplir lo que era de ley con su nuera Tamar. Cuando el luto por su esposa había pasado ya, con la disculpa del esquileo, Judá se fue de putas con su amigo Jirá y aunque él no la reconociera, víctima de ese extraño fenómeno, que se da a menudo en este libro, de no reconocer a nadie una vez que estas metido en cama, la prostituta era Tamar. Esto lo dice aquí bien claro:”Entonces ella se quitó sus vestidos de viuda, se cubrió con un velo y, disfrazada, se sentó a la entrada de Enáyim, junto al camino de Timan, pues veía que Selá había crecido y no se había casado con ella. Judá la vio y la tomó por una prostituta, pues había cubierto su rostro. Se apartó del camino hacia ella y le dijo: Déjame hacer el amor contigo. No sabía que era su nuera. Ella le respondió ¿Qué me vas a dar por hacer el amor conmigo? Y él le dijo: Te mandaré un cabrito del rebaño. Pero ella repuso: Bien, pero me has de dar una prenda hasta que lo mandes. Él preguntó: ¿Qué prenda quieres? Y ella respondió: Tu sello, el cordón del que cuelga y el bastón que llevas en la mano. El se los dio, hizo el amor con ella y la dejó embarazada. Luego ella se levantó y se fue. Se quitó el velo y volvió a ponerse la ropa de viuda.”
Solo a Judá se le ocurre andar de putas y no llevar dinero.
“Unos tres meses después le contaron a Judá: Tu nuera Tamar se ha prostituido y ha quedado encinta. Judá dijo: Que sea sacada y quemada. Cuando ya la iban a sacar, mandó decir a su suegro: Yo he quedado encinta del hombre a quien pertenece todo esto. Mira, por favor, de quién son este sello, este cordón y este bastón.”
Pronto se le bajaron los humos, y digo humos por parecerme aquí lo apropiado hablando de quemar a un semejante, cuando vio su propio bastón y el sello. Allí recibió Judá una gran lección, aunque yo habría propuesto incrementar el escarmiento con alguna que otra pedrada. No por putero que, siendo viudo, es él muy libre de envilecerse como más le plazca, sino por el doble rasero.
JOSÉ EN EGIPTO “José había sido llevado a Egipto. Putifar, egipcio eunuco del Faraón y capitán de la guardia, se lo compró a los ismaelitas que lo habían llevado allí. El Señor estaba con José y todo le salía bien.”
Dice el libro que el Señor estaba con José y todo le salía bien. Vaya novedad. Así, en poco tiempo, lo encontramos en Egipto como administrador y manda más de todo cuanto su amo, Putifar, posee, excepto de su mujer, claro está. José, además de ser bendito del Señor, era guapo y esbelto, y claro, son demasiadas cosas juntas para pasar desapercibido a los ojos de la mujer de Putifar. Todos sabemos ya cuán lascivos eran los egipcios y parece ser que también sus mujeres. Ella, y solo ella, fue quien propuso la comisión de adúlteras actividades al bueno de José. El hombre propone y Dios dispone, pero cuando la que propone es la mujer de Putifar la cosa se pone fea. José, dice aquí el libro, se negó a semejante felonía y consiguió con esta negativa el despecho de la hembra, y ésta, preparó la encerrona que dio con los huesos de José en presidio.
Los huesos de José en presidio por culpa de una hembra. Y es que en este libro, las mujeres, parece ser que siempre acarrean castigos con su conducta, problemas maritales con su esterilidad, venganzas fraternales con sus preferencias y un sin fin de otras inconveniencias que en adelante conoceremos. No sé si es esto un mensaje intencionado, “de esos que este libro no tiene, “o un sentimiento misógino oculto en el escribiente, o es palabra de Dios.
Me pregunto ¿Qué es palabra de Dios, y qué no, en este libro gordo?
LOS SUEÑOS DE LOS RECLUSOS.
Como el Señor Dios seguía con José y todo le salía bien. No sé yo hasta qué punto es “ir bien” dar con tus huesos en presidio por un lío de faldas. Así lo dice aquí, “halló favor a los ojos del jefe de la prisión. Éste confió a José todos los presos de la cárcel.” Allí fueron a parar, a la cárcel, por causas no referidas dos importantes oficiales del Faraón, el panadero y el copero. Como en la cárcel no se duerme tan cómodo como en palacio sufrían estos dos personajes sudorosas pesadillas a las que no encontraban explicación. Por suerte o por desgracia para ellos allí estaba José, experto en oniromancia como ya sabemos, que les aclaró, palabra por palabra, el significado de tan molestos sueños. Según José, el copero saldría de prisión y volvería a servir al Faraón. El panadero, por el contrario, acabaría colgando de una cuerda. Excusado es decir que José fue infalible en sus interpretaciones.
LOS SUEÑOS DEL FARAÓN.
Otro soñador sin consuelo, el Faraón. En Egipto hace mucho calor y la hora de la siesta no es el mejor momento para quedarse traspuesto a cabeza descubierta bajo el sol. Luego se tienen sueños inexplicables y visiones carnavalescas. El Faraón soñaba con siete vacas gordas y lozanas, siete, y otras tantas flacas que las devoraban. Con espigas grandes y hermosas, siete, y otras tantas marchitas que las devoraban. El copero del Faraón, que había recuperado su puesto, recordó cómo José dominaba el asunto de los sueños y allá que se lo llevaron. Así dijo José:
Siete vacas = siete años.
Vaca gorda = buen año.
Por lo tanto;
Siete vacas gordas = siete años buenos.
Aplicando esta misma ley pero a la inversa tenemos que:
Siete vacas flacas = siete años malos.
Con una sencilla suma obtenemos la cifra resultante;
Catorce años.
Aplíquese el mismo razonamiento para las espigas.
Una vez más, José, se mostró infalible.
NOTA
Yo esta vez no he soñado nada. Ya son tantos los sueños en este capítulo, y tan transcendentales que, los míos, banales y producidos por una mente ignorante y primitiva se han quedado para mejor ocasión. Podría haber soñado con ver esta Biblia de los Locos, como la original, en todas las mesitas de noche. Eso no lo creo posible, sería demasiado soñar. Aunque algo ya tengo conseguido, porque lo que sí hay es un ejemplar en cada papelera de las más de un centenar de editoriales de habla hispana a las que mandé el manuscrito. Por algo se empieza.

LA BIBLIA DE LOS LOCOS Capítulo 6º

MUERTE Y SEPULTURA DE SARA.
Y con estas, y otras ya contadas, acabaron con la dulce Sara. Ciento veintisiete años de alegrías y rabias. Sara, la madre del pueblo elegido, hembra estéril que tuvo un hijo a sus noventa y tantos, ha muerto.
Que se atreva a reírse, en este libro, ya solo nos queda Abrahán.
MATRIMONIO DE ISAAC.
Abrahán, ya viejo, manda a su más fiel criado en busca de una esposa digna para su hijo Isaac, que no sea cananea por supuesto. Ciega había de ser la confianza en tal criado para encomendarle tan delicada misión. Es el caso que, el criado, encomendándose al Señor y siguiendo sus indicaciones, encontró a Rebeca que, casualmente, era prima segunda de Isaac, y la trajo a su amo. A juzgar por la cantidad de regalos y presentes que, según el relato, repartió el criado a diestro y siniestro, también podría decirse que a Isaac le compraron esposa, que tampoco es de extrañar, porque no es empresa fácil convencer a una moza de que abandone vida y familia y se embarque en matrimonio con un fulano que ni siquiera se molesta en buscarla él mismo. Una de dos, o es un vago redomado, o es tan feo…
“Isaac introdujo a Rebeca en la tienda de Sara, la tomó y fue su mujer. La amó, y se consoló de la muerte de su madre.”
Ansioso debía de estar Isaac esperando, que ni media palabra cruzó con su flamante mujercita y allí, en la tienda de su difunta madre, la tomó para sí. Tampoco era cuestión de rechazar sin más la que había sido, a todas luces, escogida por voluntad del mismísimo Señor Dios en tierras lejanas, que las de tierras cercanas, por ser cananeas, estaban vedadas a Isaac. Cosas del Señor Dios.
MUERTE DE ABRAHÁN.
Abrahán ya viejo, pero no tanto, aún tomó tras la muerte de Sara otra mujer llamada Queturá de la que tuvo, sin mediar milagro alguno, otros seis hijos. A esto le llamo yo saber envejecer. A estos, los hijos de sus concubinas según dice el relato, les hizo donaciones y los alejó de Isaac. Parece ser que, una vez viudo, el amigo Abrahán recobró una vitalidad y un gusto por la reproducción desmesurado para su edad. Mala suerte el que su amada esposa, Sara, fuera estéril hasta los noventa años, porque si no ellos solitos se habrían bastado para poblar la tierra prometida. Por otra parte es natural que, siendo tan reproductivo, aleje de Isaac a sus otros herederos, para evitar futuros pleitos que solo conducen a la desintegración de un jugoso capital conseguido con esfuerzo, sufrimiento y la ayuda del Señor Dios.
“Abrahán vivió ciento setenta y cinco años. Murió en buena vejez, anciano, lleno de días y fue a reunirse con sus antepasados.”
No es para tener queja la existencia del bueno de Abrahán y la apacible forma de terminarla. Casi se hace extraño que un hombre como Abrahán, con las peripecias y aventuras que en este libro se relatan, muera de forma natural, si por natural entendemos la vejez y progresiva pérdida de energías. Tampoco habría extrañado a nadie que un camellero errante se hubiera topado de morros con el cadáver de Abrahán, tirado en una cuneta con evidentes signos de violencia. Que hay Faraones muy rencorosos, esclavas despechadas, herederos de segunda. No habría sido tan raro en aquellos tiempos, ni en estos.
DESCENDENCIA DE ISMAEL.
Nombres, más nombres.
ESAÚ Y JACOB.”Abrahán engendró a Isaac el cual, a la edad de cuarenta años, se casó con Rebeca, hija de Betuel, el arameo de Padán Arán, y hermana de Labán. Isaac rezó al Señor por su mujer, que era estéril. El Señor lo escuchó, y Rebeca quedo encinta.”
¡Rebeca estéril! Esto es una maldición. Gracias al Señor Dios que una vez más convirtió en fértil a una hembra estéril, Isaac y Rebeca tuvieron hijos. Parece ser que ya en aquellos tiempos tenían las parejas serios problemas para tener hijos y que no es cosa de hoy como yo pensaba, solo que por aquel entonces los tratamientos de fertilidad los llevaba directa y exclusivamente el Señor Dios. Ventaja para las mujeres, que no tenían que someterse a las barbaridades por las que tienen que pasar hoy, ni meter en el cuerpo los venenos que hoy se meten, aunque siempre bajo estricta supervisión y consejo médicos, con todo bajo control y sin que exista ningún riesgo para ellas, ¡Ja! También estos jugando a ser Dios.
Dos fueron los hijos dice aquí, Esaú y Jacob. Esaú nació primero, rubio, velludo, tontorolo y bravucón, con afición a la caza y esto agradó a su padre, Isaac. Jacob nació agarrado al talón de su hermano Esaú y no sé yo que explicación dar a este detalle, pero pienso buscarla, que no pasó desapercibido al escribiente. Jacob era hombre tranquilo y amante del campo y esto agradó a su madre, Rebeca, y ya empezamos con ligeras discrepancias, con lo peligrosas que en este libro acaban resultando. Pronto dio muestras Jacob de poseer aptitudes más que suficientes para convertirse en el futuro elegido del Señor Dios. Lo primero y más importante era conseguir la primogenitura que correspondía a su hermano Esaú, porque en este libro se da una tremenda importancia a los primogénitos, unas veces para bien y otras para exterminarlos, como tendremos oportunidad de apreciar. Aprovechando el desfallecimiento con que Esaú llegaba a casa tras un día de campo, Jacob le compró la famosa primogenitura por un plato de lentejas que tenía preparadas. Dice el libro: “así menospreció Esaú su primogenitura.” Pues será diferencia de criterio, pero a mí me parece este Jacob algo cabroncete. Nuestro querido Jacob, no cabe duda, ha salido a su abuelo.
ISAAC EN GUERAR.”Hubo hambre en el país (otra distinta de la que hubo en tiempo de Abrahán) e Isaac se fue a Guerar con Abimelec… Isaac se estableció en Guerar. Las gentes del lugar le preguntaban si Rebeca era su mujer, y él respondía que era su hermana, pues tenía miedo de decir que era su mujer; porque como Rebeca era muy bella pensaba que aquellos hombres podían matarle.”
Cuestión de familia parece ser, la misma estrategia que su difunto padre Abrahán. El truco de la hermanita. Pero claro con semejantes bestias, y no de las campestres, ignorantes de la creencia popular que asegura que las guapas son tontas y dispuestos a matar al que tengan por marido, no es de extrañar. Estoy empezando a pensar que el Señor Dios escoge a sus elegidos porque tienen mujeres guapísimas. Tan hermosas y despampanantes que, allí dónde va, se ven obligados a recurrir a tretas y componendas de catadura más que dudosa.
Yo supongo, leyendo estas cosas, que la población femenina, en aquellos tiempos, era un auténtico batallón de adefesios y la masculina una caterva de memos lujuriosos, y por eso una mujer hermosa causaba conmoción y cataclismo entre los varones. Menos mal que aquí Abimelec, según el relato, un día, mirando por la ventana, se percató de la situación y prohibió bajo pena de muerte tocarles un pelo. Un poco repetitivo el guión. ¿No?
Por cierto, no quiero seguir sin antes aclarar el asunto de nacer Jacob agarrado al talón de su hermano. La verdad es que poca explicación he encontrado. Todo se reduce a que el nombre Jacob, según dicen, significa “el que sujeta por el tobillo”, o “el que suplanta”. A mí me parece más acertada esta última. ¿Quién lo dice? Pues expertos, estudiosos, profesores de teología, yo qué sé. Aquí lo digo yo. Explicar no explica nada pero parece ser que en el nombre ya le iba el destino.
“Isaac sembró la tierra donde estaba, y aquel año recolectó cien veces más. ¡Tanto le bendijo el Señor! Se enriqueció y se fue enriqueciendo más y más, hasta llegar a ser riquísimo. Poseía rebaños de ovejas y vacas y numerosa servidumbre. Los filisteos comenzaron a tenerle envidia, por lo que cegaron y llenaron de tierra los pozos…”
Otro extraño mensaje de esos me llega cuando leo este párrafo y, sin quererlo, establezco una sospechosa relación entre la bendición de Dios y la facilidad para hacer fortuna. Dios te bendice, eres agradable a los ojos de Dios y acabas podrido de dinero, tienes generosas cosechas, tus rebaños se multiplican milagrosamente, te enriqueces más y más y tu Señor, en su inmensa bondad, te mima. Y parece ser que el Señor Dios solo mima a algunos, a pesar de ser todo poderoso, no tiene tiempo para todos, o tal vez estos otros no son lo bastante buenos para enriquecerse y tener rebaños y generosas cosechas. Es posible que no se pueda ser patriarca si no se está lo suficientemente enriquecido, o viceversa. Yo el mensaje no acabo de entenderlo, o lo entiendo y no me gustan un pelo estas bendiciones del Señor Dios. En circunstancias tan favorables me parece a mí bien fácil seguir a tu Dios, o ir delante, como prefieras. Mientras, otros pueblos de la tierra nadan en la miseria con la firme creencia de que el Señor vela por ellos.
Yo estoy bautizado. Hice la primera comunión en tiempo y forma adecuados. He llevado vida más que correcta. Nunca me he quedado con nada que no fuese mío. He practicado, de pequeño, la confesión, el arrepentimiento, la penitencia, la limosna y la castidad. No he insultado, agredido o vejado a ninguna otra de las criaturas que conmigo comparten el planeta. Me considero persona justa e íntegra entre tanta carnavalada como veo. Algo ignorante, eso sí. Pues aún así no he tenido suerte. Mis rebaños no crecen enormemente. Cosechas, no hay cosechas. Servidumbre, no tengo. Las riquezas, me rehúyen. Y por más que escucho no te oigo, Señor Dios, nada, que no oigo voces. ¿Qué pasa?
No es de extrañar que ahora, en este tiempo que nos ha tocado vivir, todo individuo persiga ser el patriarca de su propio reino, es decir, enriquecerse y poseer todos aquellos bienes que ansía, cual burro detrás de su zanahoria. Es hoy regla y costumbre que se juzgue al burro por las zanahorias que ha conseguido, que se rinda pleitesía, con admiración de oveja, al que teniendo este libro por almohada, y el dinero por castigo, vive el cielo en esta vida. Otros, teniendo el infierno en esta, se consuelan con el cielo de la otra. Todos sabemos que a los pobres, bienaventurados ellos, el cielo los espera con las puertas abiertas. Un cielo precioso, llenito de agujas para pasar camellos por sus ojos.
Yo, el enriquecimiento desmesurado, desde la más tierna infancia lo había entendido como algo bien cercano a Satanás y cosa poco agradable a los ojos del Señor Dios. Supongo que una vez más, y ya estoy acostumbrado, no entendí las enseñanzas, no capté el mensaje, no presté atención.
Tanta riqueza y bendición de Dios levantó envidias entre los filisteos y la situación degeneró en la guerra de los pozos, Isaac abre un pozo y los filisteos se lo tapan y así una y otra vez hasta que Abimelec, el pobre Abimelec, que no sé cómo llegó a viejo, viendo su patria convertida en un queso y convencido de que el Señor Dios protegía a Isaac, selló un pacto con el bendito del Señor.
También se nos informa de que Esaú a la edad de cuarenta años se casó con Judit y con Basmat, dos mujeres hititas que amargaron la vida a Rebeca y a su marido Isaac. El por qué no se relata en la edición que yo manejo, pero no hace falta, porque son mujeres, y en este libro ya se sabe como las mujeres complican y desbaratan planes y situaciones. Además son mujeres hititas, que ya es una doble y penosa condición. Si no tenían cuernos no andaría la cosa muy lejos.
BENDICIÓN DE ISAAC A JACOB.”Isaac era ya viejo y se había quedado ciego…” Rebeca dice a su hijo preferido, Jacob:”…Acabo de oír a tu padre decir a tu hermano Esaú: Tráeme caza y prepárame un guisado para que coma y te bendiga delante del Señor antes de morir. Hijo mío escúchame y haz lo que te mando. Vete al rebaño y tráeme dos cabritos. Yo prepararé a tu padre un guisado como a él le gusta, y tú se lo llevarás a tu padre para que lo coma y después te bendiga antes de morir. Jacob respondió a su madre Rebeca: Tu sabes que mi hermano Esaú es hombre velludo y yo lampiño; si mi padre me palpa, se dará cuenta de que le estoy engañando, y yo atraería sobre mí una maldición en lugar de la bendición. Su madre le respondió: Tu maldición, hijo mío, caiga sobre mí. Tú obedéceme; ve y tráeme los cabritos. Él fue a buscar los cabritos y se los trajo a su madre, que preparó el guiso como a su padre le gustaba. Tomo después Rebeca vestidos de Esaú, su hijo mayor, los más bonitos que tenía en casa, y se los puso a Jacob, su hijo menor. Con las pieles de los cabritos cubrió sus manos y la parte lisa de su cuello, y puso en las manos de Jacob el guiso que ella había preparado y el pan.”
Francamente, no me esperaba yo esto de Rebeca, maquinando en la sombra el destino de su hijo favorito, Jacob, en perjuicio de su otro hijo, Esaú. El engaño, la mentira vil, la forma y manera de conseguir la bendición que no te corresponde. Y Jacob, todo un personaje bíblico, disfrazado como un vulgar carnavalero para engañar a su padre viejo y ciego. Qué vergüenza tratar así al pobre Isaac cuando ya tiene un pie en el cementerio y el otro por el camino, que ya ni distingue la caza del cabrito, ni a los hijos que tiene.

“Jacob se acercó a su padre y le dijo: ¡Padre! Aquí estoy, respondió él. ¿Quién eres hijo mío? Y Jacob dijo a su padre: Soy Esaú, tu primogénito.”
Parece ser que el pobre Isaac no sabía que Esaú había perdido la primogenitura con el asunto de las lentejas.
“He hecho lo que me mandaste; levántate y come la caza, para que después me bendigas. Isaac dijo a su hijo: ¿Cómo la has encontrado tan pronto, hijo mío? Él respondió: Porque el Señor, tu Dios, me la ha puesto en las manos. Isaac dijo a Jacob: Acércate, hijo mío, para que yo te palpe, a ver si eres mi hijo Esaú o no. Jacob se acercó a su padre Isaac, el cual, después de haberle palpado, dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú. Y no le reconoció porque las manos eran velludas como las de su hermano Esaú, y se dispuso a bendecirle. Pero todavía insistió: ¿Eres tú de verdad mi hijo Esaú? Y respondió: Si, yo soy. Entonces le dijo: Acércame la caza para que coma y después te bendiga. Jacob se la acercó y comió; también le trajo vino y bebió. Después Isaac, su padre, le dijo: Ahora acércate y bésame, hijo mío. Él se acerco y lo besó. Y cuando Isaac sintió la fragancia de sus vestidos le dijo así: Oh, el olor de mi hijo es como el olor de un campo fértil que el Señor ha bendecido…””… Tan pronto como Isaac acabó de bendecir a Jacob y este salió de su presencia, volvió de la caza su hermano Esaú. Preparó también él un guisado, se lo llevó a su padre y le dijo: Levántese mi padre y coma de la caza de su hijo para que me bendiga. Isaac le dijo: ¿Quién eres tú? Él respondió: Yo soy Esaú, tu hijo primogénito. Isaac sintió un fuerte estremecimiento y dijo: ¿Pues quién ha sido el que me ha traído la caza? Yo he comido de ella antes de que tú vinieras, y lo he bendecido, y ¡Bendito será!
Yo no creo que sea cosa conveniente esperar a estar tan viejo para dar las bendiciones. Te despistas un poco y le largas la bendición al mastín del rebaño y a ver después quien se la quita. Según esto, la cosa está clara. Si engañas a tu padre, te disfrazas como un carnavalero, imitas la voz de tu hermano y sibilinamente robas para ti la bendición que no te corresponde, es fácil que el Señor Dios te colme de lo que sea. Ahora, si ves la desnudez de tu padre recién amanecido y se lo cuentas a alguien, te cae una maldición que perdurará de generación en generación hasta el final de los días. Si de repente oyes un portazo y se te ocurre mirar atrás, a ver qué ha sido eso. ¡ZAS! Convertido en azucarillo para siempre. Efectivamente la cosa está clara.
Cuando Esaú oyó las palabras de su padre gritó con gran fuerza su amargura, y dijo a su padre: Bendíceme también a mí, padre mío. Pero este respondió: Tu hermano ha venido con engaño y se ha llevado tu bendición…””Desde entonces Esaú aborreció a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y se dijo: Están próximos los días en que se hará el duelo por mi padre; entonces mataré a mi hermano Jacob.”
Esto se lo hacen a Esaú. A Caín esto no se lo hacen, porque coge una quijada, de lo que sea, y homicidio que te casco.
Y el Señor Dios que ni se inmuta. Bien clarito queda aquí que tiene el Señor Dios raseros distintos para medir bellaquerías y maldades según quien las comete. Por eso yo no sé a qué atenerme con él. Puede condenarte a ti y a toda tu descendencia a la esclavitud por un simple chivatazo, convertirte en estatua de sal por una simple miradita, o puede enriquecerte inmensamente por ser un tramoyista enreda bailes.
No es de extrañar que el infeliz Esaú prometiera liquidar a su “particular” hermano. Eso sí, cuando su padre haya muerto, todo un detalle.
Este libro, ser es muy serio, pero cuenta unas escenas que parece un guión de comediantes.
Leyendo estas encerronas, y otras que aquí se han relatado, casi parece una broma aquel engaño que sufrieron nuestros primeros padres, obra de la serpiente, el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había creado, y que le costó a ella una dieta de polvo a perpetuidad y a nosotros el paraíso. Es de suponer que por ser pecado original y primero, el Señor Dios, a modo de ejemplo, lo castigó tan duramente. Después, como se está comprobando, puso el listón mucho más bajo. Al menos para sus elegidos.
ISAAC DESPIDE A JACOB.
Jacob, con su flamante bendición y su amenaza de muerte, aconsejado por su mamá, lió el petate y puso tierra de por medio. Cuando se despidió de su padre recibió una única orden:”No te cases con una cananea. Anda vete a Padán Arán a casa de Betuel, padre de tu madre, y cásate con una de las hijas de Labán, hermano de tu madre.”
Jacob, búscate una prima. Porque no hay cosa mejor que casarse entre familia, y preparar un batiburrillo, de tíos, primos, consuegros y genes, que garantice la subnormalidad de la descendencia. Como así ha sido.
NUEVO MATRIMONIO DE ESAÚ.
Esaú, que oyó este consejo, se procuró una cananea para casarse por tercera vez. Y menos mal, porque si no, no quiero imaginar a qué grado de degeneración habría llegado la especie. A mí me cae bien este Esaú.
LA ESCALERA.”Jacob salió de Berseba con dirección a Jarán. Llegó a cierto lugar y se dispuso a pasar allí la noche, porque el sol ya se había puesto. Tomó una piedra, la puso por cabecera y se acostó. Tuvo un sueño. Veía una escalera que, apoyándose en la tierra, tocaba con su cima el cielo, y por la que subían y bajaban los ángeles del Señor…”
Jacob sueña con la famosa escalera y no es de extrañar que tuviese sueños tan raros usando una piedra por almohada. Es posible que fuera escalera y puerta de entrada en la casa de Dios. Yo comprendo que el paso del tiempo y la bellaquería, que iba en aumento entre los hombres, convencieran al Señor Dios para retirar la escalera y cerrar la puerta, de manera que ni en sueños se pudiera dar con ella. Aquí, en este mismo lugar, hizo Jacob una promesa. Fue la siguiente:”Si Dios está conmigo, me protege en este viaje que estoy haciendo y me da pan para comer, vestidos para cubrirme y puedo volver sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios.”
Bueno, no está mal, yo también saldría de viaje así.
JACOB ENTRA EN CASA DE LABÁN.”…Cuando Labán oyó que había llegado su sobrino Jacob, corrió a su encuentro, lo abrazó, lo besó y lo llevó a su casa. Jacob contó a Labán todo lo sucedido. Labán le dijo: ¡En verdad, tú eres hueso mío y carne mía! Y Jacob se quedó con él. Pasado un mes, Labán le dijo a Jacob: ¿Por ser sobrino mío, me vas a servir de balde? Dime cuál ha de ser tu salario. Labán tenía dos hijas. La mayor se llamaba Lía y la menor Raquel. Lía tenía los ojos tiernos, mientras que Raquel era guapa y de lindo semblante. Jacob amaba a Raquel, y dijo: Te serviré siete años a cambio de Raquel, tu hija menor. Y Jacob sirvió siete años por Raquel, que le parecieron unos días; tan grande era el amor que le tenía. Después dijo a Labán: Dame mi mujer, porque mi tiempo se ha cumplido, para que viva con ella… Labán invitó a todas las gentes del lugar y dio un gran banquete. Por la noche tomó a su hija Lía y se la trajo a Jacob, que se unió a ella. A la mañana siguiente Jacob se dio cuenta de que era Lía, y dijo a Labán: ¿Qué es lo que me has hecho? ¿No te he servido yo por Raquel? ¿Por qué me has engañado? Y Labán respondió: En nuestra tierra no es costumbre dar la menor antes que la mayor.”
Ya podía haberlo dicho, Labán, siete años antes. Menudo cuajo que tiene este hombre. Parece ser que Jacob, a pesar de ser aún joven, ya padecía algo de la ceguera que aquejó a su padre cuando era viejo, y Labán le coloca a su hija mayor, no vaya a quedar para vestir santos, cosa que en este libro tendría mucho futuro por cierto, en lugar de la pequeña Raquel, la que le gustaba al despistado de Jacob. Él, que tan buena maña se daba en esto de los engaños.
En aquellos tiempos antiguos la vida no permitía confianzas ni despistes a la hora de meterte en la cama, lugar por el que los primeros pueblos sentían especial predilección a la hora de dar gato por liebre. Así venimos observándolo a lo largo de nuestra lectura. También se puede apreciar que, tal vez por ser los primeros tiempos, al hombre, cuando se metía en la cama, o le faltaban sentidos, o le fallaban los que hoy tenemos. Yo otra explicación no encuentro.
Y así se ganó Jacob catorce años al servicio de su tío Labán, que yo prefiero a Caín antes que tener un tío como este, a cambio de sus dos hijas. Precio a todas luces desorbitado a juzgar por el valor que en este libro se les da a las hembras, aún siendo vírgenes, y dando por sentado que no son cananeas. Las cananeas, lo hemos podido apreciar con Esaú, se entregan en matrimonio sin tanto cambio, ni trato, ni gaitas.
HIJOS DE JACOB.”El Señor vio que Lía era despreciada y la hizo fecunda, mientras que Raquel era estéril.”
¡Qué fatalidad! Quién lo iba a decir, Raquel estéril y Lía fecunda como una coneja. Algo impensable a estas alturas de relato. Es el caso que Lía, la del cambiazo, le dio a Jacob cuatro hijos. Ante semejante panorama, Raquel, que era estéril, no se le ocurrió otra cosa que meterle a su marido Jacob una batería de esclavas en su cama, y este, como buen marido, se llegó a ellas y las preñó a todas en repetidas ocasiones. Lía, que por razones desconocidas después del cuarto hijo se había quedado estéril, hizo lo mismo que su hermana y aquí tenemos a Jacob llegándose a una esclava detrás de otra. Estos patriarcas de la antigüedad, escoger mujer no fue oficio que dominaran, y así el Señor Dios se veía constantemente enmendando con sus milagros el desatino de sus elegidos. Y lo que no arreglaba él lo arreglaban las mujeres echando mano de sus esclavas, cediéndoles gustosamente su lugar en el lecho y consiguiendo de esta manera dar hijos al matrimonio. El hombre mientras tanto de mujer en mujer, como semental obediente a la frase de “llégate a ella”. Un novelón de primera. Y Jacob, llegándose a esposas y esclavas sin descanso, con once hijos y una hija. No sé yo si no correrán peligro las cabras. Ya lo dice la canción:”No hay que llegar primero, hay que saber llegar.”
Bien claro queda aquí que si la especie humana ha salido adelante ha sido gracias a las esclavas, que todavía no sabemos de ninguna que fuera estéril, no señor.
ENRIQUECIMIENTO DE JACOB.
Ya estaba tardando en enriquecerse este Jacob, si bien es cierto que catorce años le han costado las dos mujeres que tiene. Lo que se cuenta aquí no ha de extrañar a nadie, sabiendo como sabemos quien era el padre y quien el abuelo del bueno de Jacob. Digno sucesor y heredero de tales personajes y, en lo que a tretas y engaños se refiere, muy por encima de ellos en originalidad, innovación y estrategia. Lean, lean.
“Pero ¿Cuándo podré hacer yo también algo por mi casa? Labán respondió: ¿Qué he de darte? Y Jacob le dijo: No tendrás que darme nada. Si haces lo que voy a proponerte, volveré a apacentar tus ovejas. Yo pasaré hoy en medio de tus rebaños y pondré aparte todas las ovejas negras y todas las cabras manchadas. Esas reses serán mi salario. Mi honradez testimoniará por mí después; cuando vengas a verificar mi salario, toda res que no sea manchada entre las cabras y negra entre las ovejas, que sea un robo por mi parte…” “… Jacob siguió apacentando el resto de los rebaños de Labán. Buscó varas verdes de álamo, almendro y plátano, las descortezó e hizo en ellas franjas blancas, dejando así al descubierto lo blanco de las varas. Colocó las varas, así descortezadas, unas frente a otras en las pilas y abrevaderos adonde iban a beber los ganados, los cuales se encelaban al ir a beber. Y así, apareándose delante de las varas, engendraban y parían crías rayadas o manchadas.””… de este modo se enriqueció enormemente y tuvo numerosos rebaños, esclavos y esclavas, camellos y asnos.”
Colocar las mágicas varitas y lo que con ellas consiguió no es idea que se le ocurra a cualquiera. He de reconocer que el amigo Labán, que esclavizó a Jacob catorce años a cambio de sus dos hijas mediante sucia permuta, no se merecía otra cosa. Poco sabía él que se enfrentaba a Jacob, maestro y virtuoso de la genética y el engaño donde los haya. Ovejas y cabras llenitas de rayas y sin mediar el Señor Dios, él solito, por propia iniciativa. Un genio este Jacob. Leyendo lo que aquí se nos cuenta, buen cuidado en adelante con la decoración de la estancia en la que el lecho conyugal tiene aposento, mucha atención y buen tino a la hora de escoger el cuadro, alfombra o tapiz que adorne nuestra cabecera. ¿Qué aspecto podrían tener los hijos de la pareja que ingenuamente copule ante la abstracta presencia de un lienzo postmoderno? De esos que ni postura tienen.
OTRA VEZ SOÑANDO
En los campos que veo en mi sueño brilla un cálido y luminoso sol. Adán el gorrino camina directo hacia la sombra de una enorme encina. Se ha deshecho de la botas, las ha unido con una cuerda y las lleva colgadas en su hombro. Bajo la encina está Esaú descansando en las horas de más calor, dormitando plácidamente. Adán se acomoda a su lado, en la fresca sombra del árbol, y no dice nada. Se pasan así un buen rato, hasta que Adán se queda dormido y los ronquidos del gorrino despiertan a Esaú.
-¿Pero qué coño es esto? Exclama Esaú entre aturdido y asustado al ver aquello que ronca a su vera.
Adán levanta sus gafas lentamente y casi sin abrir los ojos contesta
-Bueno, bueno. No te alteres, Esaú. Yo soy Adán.
Esaú mira al gorrino, las gafas de sol que lleva, las botas de goma que tiene por almohada y solo sale un gruñido de interrogación de su garganta.
Adán le comenta
-Vaya sombra macanuda que te has buscado amigo Esaú. Aquí es donde mejor se está mientras Lorenzo siga atizando.
-¿De dónde sales? ¿Me conoces? Le pregunta Esaú.
-Claro. Contesta Adán. – Eres Esaú. Yo conozco casi todo por estos andurriales. De hecho, en tu última boda, aunque tú no me viste, estuve merodeando por allí y tomándome algún refrigerio. Tenía ganas de conocerte. Esas bodas tuyas, con mujeres que no gustan a tu padre, siempre me han llamado la atención.
-Mi padre ¿qué sabe él? Contestó Esaú. – Si está ya medio ciego y se pasa el día diciendo esas cosas que dice que oye. Dice que oye una voz que cada día le ordena unas cosas. Él y mi hermano andaban todo el día con esas historias. A mí no me interesan. Yo me caso con quien quiero. ¿Qué tal un trago? Tengo un vino aquí bien fresquito a la sombra.
Adán chasqueó la lengua y le pegó un buen trago a la cantimplora de cuero que Esaú le alargó.
-Sí señor, un buen traguito. Dijo Adán.
¿Qué es eso que traes en los ojos? Preguntó Esaú
-Son unas gafas de sol. Las pones y no te molesta ni a estas horas. Me las hizo el tipo ese que le habla a tu padre. Mientras decía esto se las ofrecía a Esaú.
-Ten, pruébalas. Ya verás
Esaú se puso las gafas de sol y se quedó perplejo con ellas.
-¡Coño! Menudo invento. Es como estar a la sombra. Y esas cosas verdes ¿qué son? Preguntó señalando las botas.
-Eso son botas de goma. Dijo Adán.-Me las dio con las gafas. Son estupendas para andar por el campo, entre piedras, maleza y sobre todo cuando hay agua. En los días de calor, como hoy, me las quito porque se te asan los pies. Pruébalas si quieres, verás que cosa más cojonuda de botas.
Esaú se puso las botas y dando grandes zancadas por los alrededores dijo.
-Sí que son cosa interesante, ya lo creo. Tendré que hacerme unas. Aunque no sé de dónde sacaría tu zapatero este cuero tan extraño.
Esaú devolvió a Adán las gafas y las botas y los dos se sentaron con la espalda apoyada en la enorme encina. Hacía calor pero allí, a la sombra del árbol, escuchando el murmullo de la siesta, estaban bien campechanos los dos. Como si fueran viejos conocidos compartiendo el pellejo de vino.
Mientras Esaú echaba otro trago Adán preguntó.
-¿Cómo es eso de que vendiste tu primogenitura a tu hermano Jacob por un plato de lentejas?
-¿Por un plato de lentejas? Dijo Esaú sorprendido. –Yo, a mi hermano Jacob, se la regalé. Se la regalé porque a mí eso me da igual. Se la regalé porque llevaba años dándome la tabarra con ese asunto. Por pesado y cansino. Para que me dejara en paz y se fuera con ese cuento por el mundo adelante. A buscarse una mujer que nos sea Cananea como las mías, una mujer que cumpla eso que mi padre llama los designios del Señor. Allá ellos. A mí me parecen payasadas. Toma un trago, Adán, que eso es lo que llevamos por delante.
-Sí, tomaré otro traguito, que el día lo merece. Contestó Adán. -Además yo sé que lo que la gente dice y cree tiene poco que ver con lo que de verdad pasa. Las habladurías vienen de gente con vida y afanes miserables, así tienen que ocuparse en dar fama a los que la viven a su manera sin preocuparse de otros. Tú, Esaú, eres un tipo peculiar. Yo, que he visto la obra desde el primer día, y hasta lo que ha de ser he visto, podría decir que tienes algo de rock and roll. Sí señor. Tú no lo entiendes, pero es así.
-Tú sí que eres raro. Dijo Esaú. – Nunca vi cosa igual ni oí hablar de nada semejante. Apareces por aquí con esas cosas raras, preguntas por asuntos que nadie conoce y hablas de cosas que nadie entiende. Tú sí que eres raro, Adán.
-Yo solo ando dando vueltas por la obra, echando un vistazo a lo que va pasando y, de vez en cuando, me echo una charlada. No todos me dan conversación, no te creas. Algunos andan demasiado ocupados con sus delirios como para prestarme atención. Dijo Adán mientras cerraba los ojos y se dejaba de nuevo vencer por el sueño.
-Por aquí puedes volver cuando quieras, que un traguito de vino, un tantín de queso y charla, eso lo tienes asegurado. De eso se encarga Esaú.
Allí durmiendo quedaron los dos cuando yo despertaba.