LA BIBLIA DE LOS LOCOS Capítulo 7º

RETORNO DE JACOB A LA TIERRA DE CANAÁN.
Con las tretas arriba mencionadas el ambiente se enrareció bastante y Jacob, que tenía la virtud heredada de saber cuándo ausentarse, preparó el petate y con sus mujeres e hijos, y sus cabras de rallas, se largó a camello. Se dio a la fuga, sin dar aviso a Labán el arameo, como ya es costumbre. Solo al Señor Dios han de rendir cuentas los elegidos.
“Jacob se levantó, montó a sus hijos y a sus mujeres en camellos y, con todo su ganado y todo lo que había adquirido en Padán Arán, se puso en camino hacia Isaac, su padre, a la tierra de Canaán. Mientras Labán se había ido al esquileo de sus ovejas. Raquel robó los ídolos familiares de su padre…”
“Al tercer día Labán se enteró de que Jacob había huido y, tomando consigo a sus hermanos, le persiguió por espacio de siete días, hasta darle alcance en los montes de Galaad…”
“Labán entró en la tienda de Jacob, en la de Lia y en la de las esclavas, pero no encontró nada. Pasó luego a la de Raquel, pero ésta había tomado los ídolos y los había escondido debajo de la albarda del camello, sentándose encima de ellos. Labán rebuscó por toda la tienda, pero no los encontró. Raquel le dijo: No se enfade mi señor si no puedo levantarme ante él, pues tengo lo que es habitual en las mujeres. Así él buscó y rebuscó, pero no pudo encontrar sus ídolos.”
Raquel, que era algo larga de manos, no pudo evitar llevarse unos recuerditos sin importancia que a punto estuvieron de causar un grave incidente. Y Labán busca que te busca enfurecido. Pero nuestra querida Raquelina, digna esposa de Jacob, haciendo gala de serenidad y temple salvó la situación y, aludiendo a la sangre caliente, demostró su sangre fría.
RETORNO DE JACOB A PALESTINA.”
Vuelve Jacob a Palestina, a su tierra. Un Jacob al que el miedo, a que su hermano Esaú cumpla la palabra que dio de darle muerte, se le ha metido en el cuerpo. Jacob, el amo y señor de inmensos rebaños, el ingeniero genético creador de rebaños a rayas, el elegido por el Señor Dios, muerto de miedo. Manda mensajeros que agasajen a Esaú con regalos, presentes y bonitas palabras. Le reza a su Dios protector. Divide sus pertenencias en campamentos para evitar que su hermano acabe con todo. En fin, que es una pena ver a todo un personaje bíblico en tal estado de nervios. También sorprende un poco la poca fe que le tiene a su Señor Dios, que de otras mucho peores sacó a su padre, y a su abuelo, y malo será que no haya algún terror divino a mano para aplicarle a Esaú si el caso lo requiere.
JACOB LUCHA CON DIOS.”Jacob se quedó solo, y un hombre estuvo luchando con él hasta despuntar el alba. El hombre, viendo que no le podía, le dio un golpe en la articulación del muslo y se la descoyuntó durante la lucha con él…” ”Él le preguntó: ¿Cómo te llamas? Contestó: Jacob. Y el hombre añadió: Tu nombre no será ya Jacob, sino Israel, porque te has peleado con Dios y con los hombres y has vencido. Jacob le preguntó: Por favor ¿Cómo te llamas? El respondió: ¿Por qué quieres saber cómo me llamo? Y allí mismo le bendijo…” “He visto a Dios cara a cara y he quedado con vida.”
Este Jacob me desconcierta. Tan asustado como un cordero por la amenaza de su hermano Esaú y aquí le tenemos luchando, cuerpo a cuerpo, con el mismísimo Dios, como un jabato. Y parece ser que no lo hacía del todo mal, que tuvo el Señor Dios que descoyuntarle una pierna porque amanecía ya y no había forma de reducirlo. Me cuesta imaginar a todo un Dios en semejante refriega de camelleros y más me cuesta creer que, ante la bravura de Jacob, tuviera que dar fin a la lucha con una traidora y ruin patada en una pierna. Yo me inclino a pensar que la patada, aunque aquí dice que fue en una pierna, se la llevó Jacob en los mismísimos, que así es como mejor se zanja una pelea. Esta no es digna actitud del que todo lo puede. Yo no soy capaz de imaginar a todo un Señor Dios dando patadas en las piernas a sus elegidos. Y Jacob ya no se llama Jacob, se llama Israel. Y es desde este día que los israelitas no comen el nervio ciático, porque ahí fue donde Jacob recibió la patada y yo no sé qué razón movió a los israelitas a tomar esta medida.
JACOB SE ENCUENTRA CON ESAÚ”… Él pasó delante de ellos y se postró siete veces en tierra antes de acercarse a su hermano. Esaú corrió a su encuentro, lo abrazó, se echó a su cuello y lo besó, y los dos se echaron a llorar.”
Bueno pues Jacob ya no se llamará Jacob, que bien clarito se lo dijo el Señor Dios en el anterior capítulo, pero aquí en este libro no se han dado por enterados.
Después de tanto miedo y tantas precauciones resultó que el temido Esaú no tenía nada de rencoroso el hombre, y las trampas de las que fue víctima en el pasado se las devolvió a Jacob con abrazos y besos de verdadero hermano. Esaú, el tontorolo bravucón del que nada habíamos vuelto a saber, el que no fue elegido por el Señor Dios, ni bendecido por su padre, el que vendió su primogenitura por un plato de lentejas y se casó con, al menos, cuatro cananeas. Este Esaú nos ha dado, sin tanto rezo ni tanta promesa, sin golpes de pecho ni divinos pactos, una bonita lección de bondad y corazón. Siempre me cayó bien este hombre.
En esta misma situación, otros, no sé si habríamos actuado con tanto cariño y comprensión, sin rencores. Matarlo a palos, como había prometido, no, pero ponerlo a comer lentejas hasta que le salieran por las orejas, a lo mejor sí.
DINA ULTRAJADA.”Dina, la hija que Lía dio a Jacob, salió a ver a las mujeres del país. Siquén, hijo de Jamor, el príncipe de aquella tierra, la vio, la raptó, la violó y durmió con ella. Se quedó prendado de DINA, la hija de Jacob, la amó y le habló tiernamente al corazón.”
Dice aquí: La vio; nada de malo hay en verla. La raptó; pues no está bien, aunque tampoco hay que rasgarse las vestiduras si nos atenemos al trato que en este libro se da a las mujeres. La violó; esto ya es más gordo, cierto es que unos capítulos más atrás, Lot, entregaba a sus hijas vírgenes a los vecinos de Sodoma para que hicieran con ellas lo que quisieran, pero era su padre, había consentimiento paterno y aquí no lo hay. Y durmió con ella; esto sí que no, después de la violación, esto es alevosía y regodeo. La amó y le habló tiernamente al corazón; no creo yo que este chico estuviera bien de la cabeza.
He aquí a la pobre Dina, ultrajada como dice el enunciado, y a dos de sus hermanos, Simeón y Leví, dispuestos a castigar la ofensa como Dios manda y nunca mejor dicho, porque el castigo bien se pareció a los que el mismísimo Señor Dios aplica. Voy yo a relatárselo a grosso modo porque se vea que no exagero.
Hecha la ofensa, acuerdan los unos con los otros, siendo los unos Simeón y Leví y los otros el rufian Siquén y su padre Jamor, que para entregar a Dina en matrimonio al muchacho han de circuncidarse, él y todos los varones de su pueblo, a lo que acceden sin remilgos, ofreciéndo además su tierra para que se quede a vivir entre ellos Jacob y toda su prole. Conseguido esto dice el libro: “Al tercer día de la circuncisión, cuando el dolor era más fuerte, dos de los hijos de Jacob, Simón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, entraron a mansalva en la ciudad y mataron a todos los varones. Pasaron por la espada a Jamor y a su hijo Siquén, recogieron a Dina de la casa de Siquén y se marcharon. Los hijos de Jacob acometieron a todos los heridos y saquearon la ciudad por haber deshonrado a su hermana. Se apoderaron de sus ovejas, vacas y asnos, de todo cuanto había en la ciudad y en el campo y de todos sus bienes; se llevaron prisioneros a todos los niños y a las mujeres y saquearon lo que había en las casas.”
Bueno, pues más ya no se puede castigar. Ni el Señor Dios hubiera castigado tan bien y a lo grande, no señor. Por cierto, en esta refriega no se ha dejado ver el Dios de Israel
Me parece a mí que, ya metidos en castigo, aprovecharon para quedarse con cuatro cosillas. ¿Cómo castigarían estos hombres un homicidio con premeditación si castigan así una violación que acabó en boda? No quiero ni pensarlo. ¡Qué bárbaro! Seguramente estos mismos ofendidísimos hermanos, antes de la violación, la habrían vendido por media docena de camellos y unas sandalias.
Y se llevaron prisioneros a todos los niños y las mujeres. ¿Y qué va a ser de estos pobres rapazuelos? Toda su vida pagando con esclavitud la lujuria de sus gobernantes. Pues no han cambiado tanto las cosas hasta hoy
Anda que no habría mujeres por aquellos campos para ir a violar precisamente a Dina, la hija de Jacob. Con lo perjudicial que resulta tener un problema con un patriarca de estos, que siempre acaban igual, él enriquecido enormemente y los demás en la completa ruina o muertos
¿Y la pobre Dina? Raptada primero, violada a continuación, entregada como esposa después, al final viuda y viviendo con sus hermanos que, por lavar su honor, a mí me parece que la hicieron una desgraciada. Si ya una mujer tiene bien poco valor en este libro estando nuevecita: ¿Qué valor puede tener ultrajada y viuda?
JACOB EN BETEL.”Dios dijo a Jacob: Levántate, vete a vivir a Betel y levanta allí un altar al Dios que se te apareció cuando huías de la presencia de tu hermano Esaú.”
Bendito Jacob, siempre huyendo y abandonando lugares por la puerta trasera. No es extraño que, después de la salvajada de sus hijos, Dios le aconseje darse a la fuga. Dice aquí el libro que por si acaso alguien tenía en mente vengarse o perseguir a Jacob, ya el Señor Dios dejó caer sobre aquella tierra una buena dosis de “terror divino.” Yo no sé lo que es, pero se me pone la carne de gallina. ¿Quién iba a vengarse? Si mataron a todos los hombres, se llevaron las ovejas, vacas, asnos y esclavizaron niños y mujeres. ¿Quién iba a vengarse? ¿Los gatos dando arañazos? Eso es desaprovechar el terror divino.
NACIMIENTO DE BENJAMÍN Y MUERTE DE RAQUEL.
Murió Raquel en el parto y fue sepultada en el camino de Belén. Qué fatalidad, ir a morir precisamente en el parto, con lo mucho que cuesta al Señor Dios en este libro hacer fecundas a las mujeres. También se nos dice aquí de pasada que Rubén, hijo de Jacob, por aquel entonces “se llegó” a Bhilá, una de las famosas concubinas de papá. Yo en esto no veo nada malo, porque he sido educado en la creencia de que lo que hay en casa es de todos, no importa si es una chaqueta, una ración de calamares, o una concubina.
Isaac también expiró, anciano y lleno de días. No es poco, morir anciano y lleno de días cuando, siendo niño, te has librado de una cuchillada en el altar de los holocaustos. Que no es el Señor Dios amigo de rechazar agradables sacrificios de primogénitos. Esaú y Jacob lo sepultaron.
Es curioso que, siendo como es hoy lo más común que las mujeres sobrevivan a sus maridos, en este libro a los patriarcas no los sobrevive ni una. Esto de ser elegido del Señor Dios es una garantía de que al menos, viuda, no vas a dejar.
Por cierto. ¿Alguien más se ha dado cuenta de que en lo que llevamos de Biblia no ha aparecido ni un solo perro, el mejor amigo del hombre? A lo mejor por aquel entonces, los perros, todavía eran bestias campestres, sin domesticar. O andaban algo asustadizos entre tanta venganza y castigo. Como perro, no se podría estar muy tranquilo cerca de según qué personajes sin tener siempre presente que, de cualquier parte, te puede caer un fogonazo, o entran en tu pueblo y se pasan por la espada a todo ser vivo, o se pone a llover y ya dependes de un sorteo para sobrevivir en un arca. Esto, en los perros, causaría un estrés que seguramente los llevaría a vivir en las montañas, lejos de los “hechos a semejanza”.
DESCENDENCIA DE ESAÚ.
Pueden ustedes escoger nombre, el catálogo es extenso.
LOS SUEÑOS DE JOSÉ” José tenía diecisiete años cuando iba a apacentar el rebaño con sus hermanos, los hijos de Bhilá y de Zilpa, mujeres de su padre. Y José contó a su padre la mala fama que tenían sus hermanos. Israel amaba a José más que a todos sus hijos, porque era el hijo de su ancianidad y le hizo una túnica con mangas largas. Sus hermanos vieron que su padre lo amaba más que a todos ellos, y le cobraron tal odio que no podían hablarle con cariño.”
Algo chivato el mozalbete, el preferido de papá con su túnica de mangas largas, y tiene toda la pinta este José de ser el que suceda a su padre, Jacob, como elegido del Señor Dios. No hay manera de que aparezca uno, entre los elegidos del Señor Dios, que se vista por los pies. Unos, mentirosos, otros, tramposillos y ahora este, un chivato que seguramente acabará enormemente enriquecido. Y ya estamos con las preferencias y distingos que tantos problemas acarrearon en anteriores relatos.
“José tuvo un sueño y se lo contó a sus hermanos. Les dijo: Escuchad el sueño que he tenido, estábamos atando gavillas en el campo, y en esto que mi gavilla se levanta y se queda derecha, mientras que las vuestras se ponen alrededor y se inclinan ante la mía. Sus hermanos respondieron: ¿Es que vas a ser tú rey y señor nuestro? Y le odiaban todavía más por sus sueños y por sus palabras. José tuvo otro sueño…”
Todos a los diecisiete años hemos tenido fantásticos sueños, muchos de ellos, al igual que José, sobre gavillas, u otras cosas, que se levantaban y se quedaban derechas. Algunos aún hoy los recuerdo, pero nos hemos cuidado muy mucho de pasarnos el día dando la lata con ellos, o de buscarles fabulosas explicaciones. Esto pinta muy mal.
JOSÉ VENDIDO POR SUS HERMANOS.
Se veía venir y menos mal que no lo mataron, porque intenciones no faltaron, que lo dice el libro, y no hubiera sonado extraño teniendo los hermanos que tiene, que yo todavía recuerdo el castigo que Simeón y Leví se corrieron por lo de Dina ultrajada. Yo creo que tuvo suerte si tenemos en cuenta cómo se las gastan en este libro los ofendidos, excepción hecha de Esaú, que pensaba, perdonaba y se casaba según su propio criterio. Lo vendieron por veinte monedas de plata a una caravana de ismaelitas que iba a Egipto. La famosa túnica de mangas largas, hecha unos zorros y ensangrentada, se la presentaron a Jacob como prueba de que al bueno de José se lo había merendado una fiera. Y tenía que ser una fiera terrible y muy hambrienta, porque no se dejó ni los huesos. Jacob, el pobre, se tragó la historia y quedó destrozado de dolor. Habría sido menos doloroso, y más creíble, contarle que su hijo José se largó a Egipto tras perder la cabeza por una esclava abisinia, locamente enamorado el jovencito. Aunque solo fuera por humanidad hacia Jacob, que eso lo entiende cualquier padre. Y Jacob más que nadie, que su queridísima esposa Raquel le costó catorce años de trabajos.
Hay que tener un poco más de tacto a la hora de relacionarse con los hijos, que estos distingos y preferencias son cosas muy delicadas, aunque uno sea hijo natural y los otros unos hijos de puta, ¡perdón! de esclava. Tampoco los sueños de José ayudaron mucho a mejorar la situación.
JUDÁ Y TAMAR.
Por aquel tiempo, Judá, uno de los doce hijos de Jacob, decidió cambiar de aires y marcharse lejos de sus hermanos. Se fue a otra tierra y tomó por mujer a una cananea, supongo yo que sabiendo la pésima reputación que las cananeas tienen a los ojos del Señor. La cananea en cuestión le dio tres hijos, Er, Onán y Selá. Judá buscó mujer para su primogénito Er, pero éste, por alguna razón no agradó al Señor Dios y lo quitó de en medio dejando una flamante viuda de nombre Tamar. Era entonces deber de cuñado casarse con la viuda y “llegándose a ella” conseguir la descendencia que el difunto no pudo lograr y esto le correspondió a Onán, el segundo en edad. Onán, sin saber que jugaba con fuego, derramaba su semen en tierra cada vez que se llegaba a la viuda para no dar hijos a su difunto hermano.”Desagradó al Señor lo que hacía, y le hizo morir” Así las gasta el Señor Dios. No eran tiempos aquellos de andar desperdiciando semen. Con tal cantidad de mujeres estériles y los castigos de unos y de otros diezmando la población, la supervivencia de la especie no lo permitía. Hoy, por el contrario, con la superpoblación del planeta y la supervivencia garantizada, ya la masturbación no está tan castigada. Hasta hace no muchos años, aquí, donde yo hago vida, la masturbación seguía produciendo ceguera, desecación de la médula, enanismo y gustirrinín. Esto nos lo decían, principalmente, los curas. Que no sé yo que podían saber ellos de algo que, se supone, no practicaban. Pero ahora es incluso recomendada y aconsejable para una vida sexual sana y satisfactoria. Esto lo dicen expertos en el tema. Sicólogos, sexólogos y un sinfín de entendidos que, yo supongo, han pasado mucho tiempo practicando, estudiando y experimentando sobre el asunto.
Judá, viendo que se quedaba sin hijos, devolvió a su nuera Tamar con su padre hasta que Selá, el tercero de los hermanos, estuviera más crecidito para cumplir los deberes de cuñado. No creo yo que Selá, después de ver a sus hermanos perder la vida ante aquella gafada hembra, tuviese ninguna prisa por crecer.
Pasó el tiempo, Judá se quedó viudo y olvidó cumplir lo que era de ley con su nuera Tamar. Cuando el luto por su esposa había pasado ya, con la disculpa del esquileo, Judá se fue de putas con su amigo Jirá y aunque él no la reconociera, víctima de ese extraño fenómeno, que se da a menudo en este libro, de no reconocer a nadie una vez que estas metido en cama, la prostituta era Tamar. Esto lo dice aquí bien claro:”Entonces ella se quitó sus vestidos de viuda, se cubrió con un velo y, disfrazada, se sentó a la entrada de Enáyim, junto al camino de Timan, pues veía que Selá había crecido y no se había casado con ella. Judá la vio y la tomó por una prostituta, pues había cubierto su rostro. Se apartó del camino hacia ella y le dijo: Déjame hacer el amor contigo. No sabía que era su nuera. Ella le respondió ¿Qué me vas a dar por hacer el amor conmigo? Y él le dijo: Te mandaré un cabrito del rebaño. Pero ella repuso: Bien, pero me has de dar una prenda hasta que lo mandes. Él preguntó: ¿Qué prenda quieres? Y ella respondió: Tu sello, el cordón del que cuelga y el bastón que llevas en la mano. El se los dio, hizo el amor con ella y la dejó embarazada. Luego ella se levantó y se fue. Se quitó el velo y volvió a ponerse la ropa de viuda.”
Solo a Judá se le ocurre andar de putas y no llevar dinero.
“Unos tres meses después le contaron a Judá: Tu nuera Tamar se ha prostituido y ha quedado encinta. Judá dijo: Que sea sacada y quemada. Cuando ya la iban a sacar, mandó decir a su suegro: Yo he quedado encinta del hombre a quien pertenece todo esto. Mira, por favor, de quién son este sello, este cordón y este bastón.”
Pronto se le bajaron los humos, y digo humos por parecerme aquí lo apropiado hablando de quemar a un semejante, cuando vio su propio bastón y el sello. Allí recibió Judá una gran lección, aunque yo habría propuesto incrementar el escarmiento con alguna que otra pedrada. No por putero que, siendo viudo, es él muy libre de envilecerse como más le plazca, sino por el doble rasero.
JOSÉ EN EGIPTO “José había sido llevado a Egipto. Putifar, egipcio eunuco del Faraón y capitán de la guardia, se lo compró a los ismaelitas que lo habían llevado allí. El Señor estaba con José y todo le salía bien.”
Dice el libro que el Señor estaba con José y todo le salía bien. Vaya novedad. Así, en poco tiempo, lo encontramos en Egipto como administrador y manda más de todo cuanto su amo, Putifar, posee, excepto de su mujer, claro está. José, además de ser bendito del Señor, era guapo y esbelto, y claro, son demasiadas cosas juntas para pasar desapercibido a los ojos de la mujer de Putifar. Todos sabemos ya cuán lascivos eran los egipcios y parece ser que también sus mujeres. Ella, y solo ella, fue quien propuso la comisión de adúlteras actividades al bueno de José. El hombre propone y Dios dispone, pero cuando la que propone es la mujer de Putifar la cosa se pone fea. José, dice aquí el libro, se negó a semejante felonía y consiguió con esta negativa el despecho de la hembra, y ésta, preparó la encerrona que dio con los huesos de José en presidio.
Los huesos de José en presidio por culpa de una hembra. Y es que en este libro, las mujeres, parece ser que siempre acarrean castigos con su conducta, problemas maritales con su esterilidad, venganzas fraternales con sus preferencias y un sin fin de otras inconveniencias que en adelante conoceremos. No sé si es esto un mensaje intencionado, “de esos que este libro no tiene, “o un sentimiento misógino oculto en el escribiente, o es palabra de Dios.
Me pregunto ¿Qué es palabra de Dios, y qué no, en este libro gordo?
LOS SUEÑOS DE LOS RECLUSOS.
Como el Señor Dios seguía con José y todo le salía bien. No sé yo hasta qué punto es “ir bien” dar con tus huesos en presidio por un lío de faldas. Así lo dice aquí, “halló favor a los ojos del jefe de la prisión. Éste confió a José todos los presos de la cárcel.” Allí fueron a parar, a la cárcel, por causas no referidas dos importantes oficiales del Faraón, el panadero y el copero. Como en la cárcel no se duerme tan cómodo como en palacio sufrían estos dos personajes sudorosas pesadillas a las que no encontraban explicación. Por suerte o por desgracia para ellos allí estaba José, experto en oniromancia como ya sabemos, que les aclaró, palabra por palabra, el significado de tan molestos sueños. Según José, el copero saldría de prisión y volvería a servir al Faraón. El panadero, por el contrario, acabaría colgando de una cuerda. Excusado es decir que José fue infalible en sus interpretaciones.
LOS SUEÑOS DEL FARAÓN.
Otro soñador sin consuelo, el Faraón. En Egipto hace mucho calor y la hora de la siesta no es el mejor momento para quedarse traspuesto a cabeza descubierta bajo el sol. Luego se tienen sueños inexplicables y visiones carnavalescas. El Faraón soñaba con siete vacas gordas y lozanas, siete, y otras tantas flacas que las devoraban. Con espigas grandes y hermosas, siete, y otras tantas marchitas que las devoraban. El copero del Faraón, que había recuperado su puesto, recordó cómo José dominaba el asunto de los sueños y allá que se lo llevaron. Así dijo José:
Siete vacas = siete años.
Vaca gorda = buen año.
Por lo tanto;
Siete vacas gordas = siete años buenos.
Aplicando esta misma ley pero a la inversa tenemos que:
Siete vacas flacas = siete años malos.
Con una sencilla suma obtenemos la cifra resultante;
Catorce años.
Aplíquese el mismo razonamiento para las espigas.
Una vez más, José, se mostró infalible.
NOTA
Yo esta vez no he soñado nada. Ya son tantos los sueños en este capítulo, y tan transcendentales que, los míos, banales y producidos por una mente ignorante y primitiva se han quedado para mejor ocasión. Podría haber soñado con ver esta Biblia de los Locos, como la original, en todas las mesitas de noche. Eso no lo creo posible, sería demasiado soñar. Aunque algo ya tengo conseguido, porque lo que sí hay es un ejemplar en cada papelera de las más de un centenar de editoriales de habla hispana a las que mandé el manuscrito. Por algo se empieza.