NIEVE.
Aquí, donde yo hago vida, tenemos nieve para aburrir. La limpiamos por la mañana, para poder salir de casa. Por la noche, ya el cielo nos reparte, para el día siguiente, otra generosa ración. Llevamos así ocho días y ya empezamos a sentirnos ridículos con la pala cada mañana. Por la obra ni nos acercamos, suponemos que seguirá allí, donde la dejamos, debajo de la nieve.
Fery anda ocupado con las cosas de su casa y disfrutando del tiempo libre, y frio, que nos toca. De vez en cuando, se acerca a buscarme para ir a tomar un cafetito. Nos vamos hasta el bar del camping, como acostumbramos cuando la obra está en marcha. Es el bar del camping, con todas sus instalaciones para la acampada y el disfrute, pero no hay camping que valga. Es un camping muy especial. Alguna mente lúcida, salida de las urnas, lo colocó al pie de la presa de un pantano, donde la licencia de acampada es inviable, pero a nadie se le ocurrió hasta que ya estaba terminado y funcionando. Solo faltaba, que además de pavonearse, también tuvieran los alcaldes que pensar. Parece una cosa de “telefilm, de memo, americano”, pero es una “realidad, de regidor, española”. Eso sí, aquí, como buenos españoles, se protesta en la cantina airadamente hasta que entra el alcalde y después de que se ha ido, con el vino pagado. Es y será, para siempre, el bar del camping. Por suerte para Fery y para mí, allí está Paqui, con el bar abierto y haciendo cafés. Nosotros vamos y venimos en el coche de Fery, la quita nieves le llama, abriendo camino, porque a Fery le encanta eso de verme a mí paleando nieve y empujando para sacar, “la quita nieves”, de las cunetas donde él la mete. Espero que no dure demasiado este tiempecito.
Doc está a sus anchas por entre la nieve. Va y viene todos los días andando desde su casa a la mía, cinco quilómetros, y se queda tan ancho. Cuando cae la noche se calza sus botas y el chambergo, y lo veo perderse pisando la nieve camino de su casa. Nada de corta vientos, ni pantalones térmicos, nada de calcetines sintéticos de secado rápido, Doc no usa calcetines, nada de botas de trekking, nada de todas esas mercancías que se gastan los entendidos. Yo lo he visto llegar, pisando nieve, con sus playeras tipo John Smith, lo juro. Si le pusiéramos a Doc todo ese material encima, contra su voluntad claro, podría mandarme fotos desde el casquete polar jugando con su cachorro de mastín. A mí se me encoge el corazón mientras él se ríe. Porque a él le gusta andar por la nieve, de noche, nevando, con cinco bajo cero y sin teléfono móvil. Yo siempre lo dije, este tío es indio. Aquí no hay osos polares y de los otros nunca se han visto pero, aunque los hubiera y estuvieran hambrientos, no creo que se comieran a Doc, no podrían entender semejante visión, su presencia en medio de la noche blanca y helada. Menudo susto para el oso. Doc, seguramente, se lo llevaría a su casa, donde van a parar todos los gatos, perros y cualquier animal que no encuentre quien lo quiera en otro sitio. Cosas de Doc.
Yo voy a seguir aquí, calentito, escribiendo tonterías.
GENTE GUAPA
LA TELE-1
GENTE GUAPA
Tal y como dije aquí, en la libreta eléctrica, he pasado tres días enteritos sin aparecer por la obra, mirando la tele. Me escuecen los ojos de la cantidad de tele que he visto, porque yo para esto no estaba entrenado. También me duelen los oídos de la cantidad de bobadas que he escuchado, porque te las sueltan sin avisar ni nada. No es esto lo peor, con algo de tiempo se pasará. Lo que no se pasará es el daño cerebral, esto ya queda de por vida. Me ha dicho Doc que el daño es irreversible y que ya se me nota al hablar. No sé si se me notará también al escribir. Fery dice que estas cosas tan raras, los albañiles no las hacen, solo las hago yo. – Tú no estás bien del tanque.- Dice él.
No sé si antes estaba bien del tanque pero, si lo estoy ahora, después de esta experiencia con la tele, es para creer en Dios.
Alguno, o alguna, puede creerse que, cada día, después de acudir al trabajo, chupar atascos, cumplir sus obligaciones, buscar aparcamiento, tomarse un cafetito, hablar con compañeros y amigos, recoger los análisis del bulto ese, aguantar al jefe, pasar por el banco, pagar una multa, charlar con su esposa, recoger a los niños, cambiar el aceite al coche, hacer unas compritas, preparar la cena, evitar tiranteces con la suegra, acostar a los pequeños, sacar al perro y tirar la basura, al llegar a la cama casi extenuado, después de tomarse las pastillas para no roncar, puede creer que sabe algo de la vida. Puede pensar que gracias a su esfuerzo y el de su santa esposa, están consiguiendo sacar adelante un proyecto de vida y familia, que casi están triunfando en este mundo cabrón.
Alguno, o alguna, puede creerse que cada día, después de dejar los niños en la escuela, fregar portales y escaleras, pasar por el despacho del abogado a ver qué pasa con la manutención de las crianzas que no llega, pagar la renta al casero, buscar un piso de renta más baja, comprar un bono bus, recoger el pan, comer a la que te jodió, teñirse el pelo, salir pitando a limpiar oficinas, pasar por el zapatero, recoger a los niños, hablar con la maestra, pagar el comedor, hacer croquetas, bañar a la pequeña, hacer que se coman las croquetas, acostar a los peques, darse una ducha, llorar un rato y tirar la basura, al llegar a la cama casi extenuada, después de lavarse la cara, aplicarse un tónico facial y una crema hidratante, puede creer que sabe algo de la vida. Puede pensar que gracias a su esfuerzo y sacrificio está consiguiendo sacar adelante esos maravillosos niños que le ha regalado esta puta vida.
Pues no. No tienen ni idea. Hay otra vida. Y mucho mejor que esta. Lo que pasa es que no ven la tele.
En la tele pueden verse, a todas horas, señores y señoras, todos impecables, “gente guapa”, diciendo lo que es la vida y lo que no es, y cómo enfrentarse con ella y con sus circunstancias, y cómo vencer las adversidades, y cómo ser más listo, y más guapo, y más alto, y más joven, y más rico.
Yo creo que éstos, la “gente guapa” de la tele, viven en otra realidad paralela. Lo mismo da que presenten un telediario, o un concurso de pedos. Se les llena la boca con consejos y sentencias gratuitas que demuestran lo muy burros que somos la “gente fea”. Hablan de todo, saben de todo, juzgan de todo. No importa si son cantantes, banqueros, o patanes que se pasan la vida dándole patadas a una pelota. Son modelos a seguir, porque han triunfado, no importa de qué modo, y se han llenado los bolsillos de plata.
Así puedes ver cómo, unos cuantos millonarios podridos, te aconsejan seas solidario y compartas ese miserable sueldo tuyo con los más desafortunados. Lo dicen y se quedan tan frescos, y allí, en la tele, no hay nadie que piense y viva como yo. Todos son gente maravillosa, sonriente y educadísima. Porque ahora, según esta “gente guapa”, las buenas maneras y la educación es quedarse tranquilo y manso, sonriendo, sin que se te mueva un pelo, guapo y correcto aunque estés oyendo degollar niños en el cuarto de al lado. Por eso nadie les dice que se dejen de sacar pecho como los pavos y se metan los consejos donde se meten la plata, y que cuando vivan en un piso como el mío y hayan donado todo eso que yo no tengo, entonces que vengan y hablamos de solidaridad.
Que a mí no me llega para comprar zapatos, cada dos meses, al pequeñín, para llenar la calefacción de gasoil con este invierno tan crudo, para pagar a plazos al dentista por la dentadura que rompí comiendo turrón barato, para el peaje europeo que me cobran por circular por autopistas africanas “en obras”, para el seguro del coche viejo y destartalado con que voy a trabajar, para los libros de la escuela, la ITV del mismo coche viejo y destartalado, los abrigos de estos niños que crecen como Gúlliver y además pagar la renta, los gastos de comunidad, la recogida de basuras, la factura de la luz, los reyes magos, el bono bus, la seguridad social, los imprevistos y esta puta cuesta de Enero de la que nunca he visto el final. Nadie les dice que a mí no me impresionan porque sepan dar patadas a la pelota, o rascar las cuerdas de una guitarra, tengan la cartera llena y todas las quinceañeras/os quieran follárselos/as.
También te cuentan en la tele, de forma muy seria y trascendental, que la mujer ha de ser valorada por sus capacidades, que ya está bien de machismo, de publicidad sexista, que se ha de desterrar de una vez, y para siempre, esa idea de objeto sexual con que se ha mirado a las féminas. Y yo no sé por qué te dicen esto rodeados de azafatas que pululan en bragas por el plató, sonriendo picaronas al presentador de turno. Es la imagen que más he visto, en estos tres días, sonriéndome desde la pantalla, alguna guapa mocetona recomendándome, lo que sea, en bragas, ligerita de ropa, mostrando intencionadamente cuán generosa ha sido la naturaleza, o algún cirujano, con sus glándulas mamarias. Dicen también que las mujeres, hoy día, son magníficas profesionales, inteligentes, serias, responsables y eficientes pero, en la tele, no parecen tener mucho éxito si no tienen tetas como melones, cuerpo escultural y esa sonrisa de mema permanente. Si la mujer es cantante, vende más y canta mucho mejor si sale en bragas y su danza se asemeja lo más posible a los movimientos y gestos propios de la cópula. Todo en la tele parece ser más didáctico y provechoso si anda alguien en bragas y sujetador por allí cerca. Aquí en la obra nunca nos hemos tenido por puritanos, ni mucho menos, pero yo, desde pequeño he tenido por cosa de marranas andar enseñando las bragas sin venir a cuento. Cuando la cosa viene a cuento, pues si es sin bragas, mejor. Cada cosa en su sitio, majos.
Además, en esa otra realidad paralela en la que retoza esta “gente guapa”, he llegado a la conclusión de que no existen enanas, ni feas, ni bizcas, ni gordas, ni mancas. Éstas parece ser que no llegan al nivel de profesionalidad, inteligencia, seriedad, responsabilidad, eficacia y todas esas cosas con las que se le llena la boca a tanto profesional de la comunicación. Eso sí, unos tiernos consejos publicitarios que dicen y aconsejan todo lo contrario. Apoyo y comprensión para los disminuidos, campaña por la igualdad y la no discriminación de estas personas. Pero en la tele, malformación física, ni rastro. Malformaciones mentales, a paladas que diríamos en la obra.
El empacho de televisión ha sido tan gordo, que estoy pensando en contratar alguna azafata de esas súper preparada, inteligentísima y muy profesional, con dos enormes tetas para que, en bragas, nos eche el cemento en la hormigonera mientras nos sonríe picarona. Luego, a la hora del bocadillo, podríamos jugar un rato a las prendas. Tendríamos que sufrir acusaciones y denuncias por verracos y lascivos, porque estamos en una obra, no en la tele. No somos “gente guapa”.
Si mañana tengo tiempo, y se me quita este dolor de cabeza que tengo desde lo del maratón televisivo, seguiré contando, majos. Ahora me voy a ver a Doc, a ver si él puede darme alguna hierba o pócima india que me recomponga algo el cerebro.
NAVIDAD
NAVIDAD
No sé si, a los que leéis estas historias que yo escribo, os gusta la navidad. Todo este pasteleo de amor, paz y buenos deseos.
Fery, Doc y yo queremos felicitaros esta navidad, desearos un próspero año nuevo y que la felicidad, el amor, la fortuna, el sosiego, la paz, la salud y la alegría inunden vuestra vida y os conviertan en unos auténticos sopla-pollas.
Y queremos felicitaros la navidad, os guste, o no. Si os gusta para que veáis que somos gente educada y respetamos vuestros sentimientos, y si no os gusta, porque es un momento ideal para rezongar y andar emburraos todo el día, entre gente que come como las bestias, cenas de familia que ni es familia ni es nada, regalos y más regalos que nadie merece, altavoces escupiendo villancicos que dicen cosas que no entiende nadie, borrachines de barbas blancas vestidos de rojo y ese ambiente tan festivo y entrañable. No me digan que no es maravilloso, todo un año por delante para despellejar y criticar lo que pasó estos quince días.
Os guste o no, a nadie se le ocurra decir a los niños que los reyes magos no existen. Que tampoco vosotros sois lo que parece. Ni nosotros.
LA TELE
LA TELE
Tenemos la obra parada, congelada. Trabajar en ella sería cosa de locos, o de alpinistas, que a ellos sí parece gustarles esto del frio extremo y sufrir congelaciones en pies y manos. A nosotros no, a nosotros nos parece mucho mejor mantenernos a cubierto, calentitos y a la espera. Cuando se marchen estos sesenta centímetros de nieve, que ya no es nieve, que nieve era el día que cayó, ahora es un puro iceberg que cubre la comarca, entonces volveremos nosotros a la obra. Ahora pasamos el tiempo en actividades más agradables que rascar sabañones y frotar las manos. Visitamos las cantinas del pueblo dando, y recibiendo, información de un sinfín de temas y sucesos que este crudo invierno proporciona. Tuberías que se congelan, coches en las cunetas, resbalones cómicos y trágicos, soluciones en política exterior, críticas al mercado armamentístico, acuerdos sobre medio ambiente, comentarios sobre lo que ponen en la tele, y la puerta del bar, que está como una pista de patinaje y es el cuarto que entra con los pies por encima de la cabeza.
Lo de la tele nos tiene perplejos. Es como un mundo paralelo en el que todos querríamos vivir. En la tele aseguran, sin despeinarse, cómo somos, pensamos y actuamos los que nunca salimos en ella. En la tele salen unos señores y señoras, todos ellos impecables, a decirnos que el dispositivo de emergencia en este temporal de nieve ha funcionado a la perfección, como un reloj suizo. Nosotros no sabemos si es que nuestra comarca no consta en sus mapas, pero desde luego esto es lo más parecido a Siberia, las carreteras son pistas de hielo, la sal, cada uno la que tenga en el cocido de su casa porque nuestros dirigentes no quieren estropear las carreteras con ella, es mejor que se estropeen los coches de los votantes patinando para ir al trabajo, y la quita nieves no podría andar ni tres metros con la cuchilla clavada en este hielo que adorna el pueblo. Pero dicen ellos que no, que todo ha vuelto a la normalidad. En eso tienen razón, porque la normalidad siempre ha sido permanecer olvidados mientras la gente guapa, la de la tele, disfruta del siglo veintiuno. Tú puedes ver la nieve caer y los pájaros que se congelan en pleno vuelo, pero si dice la tele que hay treinta y cuatro grados, pronto se llenará la calle de subnormales en bañador y chanclas.
Yo, aprovechando que no es tiempo para obra, voy a dedicar tres días enteritos, muy a mi pesar, a ver la tele, para poder escribir después, de primera mano, alguna tontería de esas que tanto me gustan.
MATERNAL ZAPATILLAZO
MATERNAL ZAPATILLAZO
Anda el mundo preocupado en la importante cuestión de poner coto a la violencia que sufren los más pequeños, que no es poca desgracia. Aquí en la obra, como no hay niños, no ha lugar a maltratarlos, pero como somos, además de albañiles, personas y nos gusta filosofar sobre cualquier alegría o miseria humana, hemos estado dándole vueltas al tema un buen rato. Hay otras partes del mundo donde no preocupan estas cuestiones, no es porque estén embrutecidos o sean insensibles al problema, es porque tienen otros mucho más gordos y no pueden preocuparse del maltrato a los niños, tienen que preocuparse primero de que no se les mueran de hambre. El maltrato a los pequeños es, además de abundante, de todas clases y formas y no hay familia en la tierra donde no se pueda hallar, que allí donde no la sufren ya les llega con locuaces locutores que, entre desastres y goles, dan noticia de ella. Viene esto a cuento de algo que ha dicho la radio entre canción y canción. Una noticia que, basada en un informe de una ONG cualquiera, recomienda a los gobiernos pongan especial interés en castigar las conductas de aquellos que, siendo padres, usen de la violencia, “sea del tipo que sea”, para corregir desmanes de los que tienen por hijos. Loable es tal preocupación, aunque se nos hace a nosotros desmesurada.
Quede claro que el que escribe no la usa ni la ha usado, porque habiéndola sufrido, y pretendiendo olvidarla, prefiere no recordarla traspasándosela a otros. Dicho esto y por explicar la desmesura si la hubiera en llevar la dicha recomendación a sus últimas consecuencias y teniendo por cierto que no hablamos de palizas, ni torturas, ni cualquiera otra conducta malsana y miserable, si no de castigos comunes y orientativos zapatillazos, que son según mi propia experiencia, las más de las veces, propia defensa de madre acorralada, paso a exponer en tinta lo que tengo en pensamiento.
Si tal es verdad lo que la ONG dice, que estas modalidades de escarmiento físico y psicológico, que así las llama, de los progenitores hacia sus hijos son causa de graves consecuencias en el posterior desarrollo de los infantes, no será menos verdad que una gran parte de los que ya somos adultos estaremos padeciendo esas graves consecuencias, fruto de antiguos zapatillazos. Y pudiera darse el caso que alguno de los que firma tal informe sufriera también dichas consecuencias, sean traumas, frustraciones o manías, o cualquiera otra de las muchas dolencias que a la mente le son propias. Así estaría hecho el informe por mentes ya castigadas, con graves perturbaciones fruto de violenta infancia, dicho esto en un supuesto y por hacer más ameno mi particular razonamiento, sin ánimo de ofender o poner en entredicho lo que mentes tan saneadas han sacado en conclusión. Demos entonces por hecho que ha sido escrito el informe por mentes del todo sanas, libres de viejas cuitas y sin haber recibido en toda su larga vida bofetada ni castigo que pudiera trastornarlas. Pregunto pues a estas mentes. ¿Cuál ha de ser la manera en que ha de proceder, un padre o madre abrumado por la conducta traviesa de algún revoltoso infante que, ignorando la palabra, realiza acciones u ofensas que en nada se asemejan a la buena educación? Si no ha de recibir castigo ni cualquier otro escarmiento que corrija su conducta, ¿Qué es lo que ha de recibir? Tal vez sea lo indicado una larga y amable charla, si es que el tunante la escucha, que pudiera darse el caso que, por no tener ya muy claro quién es quién de cada cual, no hiciera el guaje ni caso y así volvemos a estar en la pregunta primera. Y había de ser la tal charla en tono y manera adecuados, que la voz en cierto tono y volumen es violencia y amedrenta, y coarta libertades, y torna el diálogo didáctico en furibunda reyerta. Si en tal estado de nervios a este padre, o a esta madre, se le escapara un cachete que a las nalgas del infante, por desgracia, fuese a dar, por ignorancia y desconocimiento de las graves consecuencias que tales prácticas tienen en el posterior desarrollo de quien las sufre y por no tener tales padres la formación, sabiduría y buen juicio que tienen los que tal cosa aseguran. ¿Qué haremos con dicho padre, o madre? ¿Le quitaremos la custodia por bestialidad? Tal vez una temporadita a la sombra le quite las ganas de tirar de zapatilla.
¿A quién compete la cuestión? Seguramente tendrán que ser personas con amplia formación universitaria. Alguien especialmente preparado y experimentado en sicología infantil, que tenga su despacho atestado de diplomas grandes y bonitos que certifiquen los miles de kilómetros que ha recorrido por las universidades más prestigiosas del globo terráqueo, las miles de horas que ha dedicado al estudio de inmensos libracos. Un experto, que haya dedicado su vida al estudio de la frágil mente infantil, pero que, niños, lo que se dice niños, los ha visto en fotos. Es que con tanto libro, tanto tratado y tanta diplomatura, no ha tenido tiempo.
Dejar que una madre decida cuando procede, o no procede, administrar un zapatillazo, así, sobre la marcha, sin formación académica, solo por instinto, es de locos. A mí, escuchando este informe por la radio, me dan ganas de marchar corriendo a ponerle una denuncia a mi madre, por aquel zapatillazo que me dio a traición cuando quise estrangular a mi hermano por una cuestión que no viene al caso ahora.
Dicho todo esto con gran exageración por mi parte, por darle color al escrito y por compensar la citada desmesura de lo que escribieron otros. Y a estos otros quiero yo, sabiéndolos sanos de mente y queriendo aprender de ellos por desterrar la ignorancia y mi falta de entendimiento, presentar cuestiones a modo de prueba y examen…
“CUESTIONARIO PARA MENTES SANAS”
1ª- Pedrito, de nueve años, ignorando las recomendaciones, órdenes y súplicas de su mamá, jugando con la pelota, descalabra y hace cachos la urna que contenía las cenizas del abuelo. ¿Qué conducta ha de seguir su mamá?
A-Matarlo.
B-Darle dos besitos.
C-Encerrarlo hasta la fecha del juicio.
D-Que se trague la pelota Pedrito.
2ª-Juan Luis, el pequeñín de la casa, en un ataque de mal genio arrastra a su hermanita Irene cogida de los pelos. ¿Qué ha de hacer su sorprendido padre?
A-Aplicarle su misma medicina.
B-Dialogar amablemente con el troglodita.
C-Donar a Juan Luis a un zoo.
D-Sacar al perro de paseo.
3ª-En unos grandes almacenes, Jesús Mari, de seis años, le monta una rabieta a su mamá y se da a la fuga por las escaleras mecánicas una y otra vez. ¿Cuál es la reacción correcta?
A-Golpearlo en la nuca.
B-Lanzarle un besito con gesto amable.
C- Disimular.
D-Aprovechar la confusión para robar algún trapito.
4ª-Las gemelas Pamela y Soraya, de siete y siete años, se empeñan en hacer imposible que mamá pueda bañarlas dando patadas, alaridos y mordiscos. ¿Qué puede hacer mamá?
A-Sumergirlas hasta que dejen de patalear.
B-Darles un manguerazo en el patio.
C-Contarles un bonito cuento.
D-Llamar a Fliper.
5ª-Abel de siete años, al que jamás han puesto la mano encima, es llamado al orden por mamá para que deje de jugar con la botella de oxígeno de la abuela. Abel, contrariado, reacciona propinándole a su madre una andanada de ostias. ¿Qué medidas tomará mamá?
A-Defenderse a puño cerrado.
B-Hacerse la muerta.
C-Acariciar al pequeño para que se calme.
D-Regalar un rifle a la abuela.
Rellenado el formulario a la manera correcta que sería, B para la primera, B para la segunda, B también en la tercera y C para las dos restantes ateniéndonos a lo que las mentes sanas recomiendan, que cualquier otra respuesta sería causa de trauma y grave secuela para el indefenso infante, me invade a mí una gran incertidumbre sobre el comportamiento futuro de quien bajo estas pautas sea educado. Me pregunto yo, rústico y profano, si tanta protección por la futura salud mental no deteriorará la presente, convirtiendo a un párvulo obediente en canalla respondón. Me pregunto si tales derechos y prebendas que a la infancia corresponden sabrá el protegido olvidarlos cuándo sea otro adulto más, y transformar la protección y el cariño en tolerancia y buena educación o si, sin miedo a castigo alguno ni conciencia, los transforma en egoísmo y bestialidad.
Lejos de mi intención está alentar castigo alguno que pudiera trastornar la frágil mente de un niño, ni dar lecciones a nadie de asunto tan delicado pero no acierto yo a ver, seguramente por la ignorancia ya dicha, dónde está la relación entre el maternal zapatillazo y las dolencias mentales, aun aceptando que exista y que bien pudiera residir en la dosis recibida, que de todos es sabido que aquello que nos cura también nos puede matar por el indebido abuso. Así propongo yo aquí, se mire el zapatillazo como sanador medicamento con el siguiente prospecto:
MATERNAL ZAPATILLAZO.
COMPOSICIÓN.-Suela de goma y tejido flexible en vivos colores.
CONTENIDO DEL ENVASE.-Cada envase contiene dos zapatillas de fácil manejo y aplicación.
VIA DE ADMINISTRACIÓN.-Maternal zapatillazo puede, por su especial diseño, aplicarse en cualquier parte del cuerpo a excepción de la cabeza y los órganos genitales si bien se recomienda su uso preferiblemente en las nalgas.
ACTIVIDAD.-Ansiolítico de acción relajante.
INDICACIONES.-Histeria infantil, cabezonería, desobediencia pertinaz que no responda a otros tratamientos.
CONTRAINDICACIONES.-Maternal zapatillazo está contraindicado en pacientes con antecedentes de reacciones de hipersensibilidad al caucho u otros derivados gomosos.
PRECAUCIONES.-El tratamiento será interrumpido de forma inmediata si aparece algún signo o síntoma de desvanecimiento, dificultad para respirar, fiebre alta o escalofríos.
INTERACCIONES.-El alcohol en quien administra Maternal zapatillazo puede potenciar el efecto del fármaco.
ADVERTENCIAS.-Maternal zapatillazo solo se utilizará una vez valorado el balance beneficio riesgo. No se han descrito riesgos sobre la capacidad de conducción.
POSOLOGÍA.-Ha de administrarse solo ante la reiterada aparición de los síntomas descritos y no como tratamiento continuado. La dosis recomendada es un zapatillazo por nalga y sujeto.
SOBREDOSIS-SÍNTOMAS.-Escozor excesivo por rotura de capilares, pérdida de sensibilidad y mareos. TRATAMIENTO.-Paños calientes.
REACCIONES ADVERSAS.-Pueden aparecer reacciones de hipersensibilidad en la piel. Muy raramente se han descrito graves reacciones cutáneas con aparición de ampollas. En caso de que ocurran tales reacciones se debe interrumpir la aplicación y consultar inmediatamente a un médico.
CADUCIDAD.-Este medicamento no caduca.
Se nos ha ido la mañana en la obra con este asunto. Entre los tres, sumamos una buena dosis de zapatillazos que seguramente nos han trastornado irreversiblemente, pero no más que a los del informe. La cosa es seria, lo sabemos, pero nosotros no.