MATERNAL ZAPATILLAZO
Anda el mundo preocupado en la importante cuestión de poner coto a la violencia que sufren los más pequeños, que no es poca desgracia. Aquí en la obra, como no hay niños, no ha lugar a maltratarlos, pero como somos, además de albañiles, personas y nos gusta filosofar sobre cualquier alegría o miseria humana, hemos estado dándole vueltas al tema un buen rato. Hay otras partes del mundo donde no preocupan estas cuestiones, no es porque estén embrutecidos o sean insensibles al problema, es porque tienen otros mucho más gordos y no pueden preocuparse del maltrato a los niños, tienen que preocuparse primero de que no se les mueran de hambre. El maltrato a los pequeños es, además de abundante, de todas clases y formas y no hay familia en la tierra donde no se pueda hallar, que allí donde no la sufren ya les llega con locuaces locutores que, entre desastres y goles, dan noticia de ella. Viene esto a cuento de algo que ha dicho la radio entre canción y canción. Una noticia que, basada en un informe de una ONG cualquiera, recomienda a los gobiernos pongan especial interés en castigar las conductas de aquellos que, siendo padres, usen de la violencia, “sea del tipo que sea”, para corregir desmanes de los que tienen por hijos. Loable es tal preocupación, aunque se nos hace a nosotros desmesurada.
Quede claro que el que escribe no la usa ni la ha usado, porque habiéndola sufrido, y pretendiendo olvidarla, prefiere no recordarla traspasándosela a otros. Dicho esto y por explicar la desmesura si la hubiera en llevar la dicha recomendación a sus últimas consecuencias y teniendo por cierto que no hablamos de palizas, ni torturas, ni cualquiera otra conducta malsana y miserable, si no de castigos comunes y orientativos zapatillazos, que son según mi propia experiencia, las más de las veces, propia defensa de madre acorralada, paso a exponer en tinta lo que tengo en pensamiento.
Si tal es verdad lo que la ONG dice, que estas modalidades de escarmiento físico y psicológico, que así las llama, de los progenitores hacia sus hijos son causa de graves consecuencias en el posterior desarrollo de los infantes, no será menos verdad que una gran parte de los que ya somos adultos estaremos padeciendo esas graves consecuencias, fruto de antiguos zapatillazos. Y pudiera darse el caso que alguno de los que firma tal informe sufriera también dichas consecuencias, sean traumas, frustraciones o manías, o cualquiera otra de las muchas dolencias que a la mente le son propias. Así estaría hecho el informe por mentes ya castigadas, con graves perturbaciones fruto de violenta infancia, dicho esto en un supuesto y por hacer más ameno mi particular razonamiento, sin ánimo de ofender o poner en entredicho lo que mentes tan saneadas han sacado en conclusión. Demos entonces por hecho que ha sido escrito el informe por mentes del todo sanas, libres de viejas cuitas y sin haber recibido en toda su larga vida bofetada ni castigo que pudiera trastornarlas. Pregunto pues a estas mentes. ¿Cuál ha de ser la manera en que ha de proceder, un padre o madre abrumado por la conducta traviesa de algún revoltoso infante que, ignorando la palabra, realiza acciones u ofensas que en nada se asemejan a la buena educación? Si no ha de recibir castigo ni cualquier otro escarmiento que corrija su conducta, ¿Qué es lo que ha de recibir? Tal vez sea lo indicado una larga y amable charla, si es que el tunante la escucha, que pudiera darse el caso que, por no tener ya muy claro quién es quién de cada cual, no hiciera el guaje ni caso y así volvemos a estar en la pregunta primera. Y había de ser la tal charla en tono y manera adecuados, que la voz en cierto tono y volumen es violencia y amedrenta, y coarta libertades, y torna el diálogo didáctico en furibunda reyerta. Si en tal estado de nervios a este padre, o a esta madre, se le escapara un cachete que a las nalgas del infante, por desgracia, fuese a dar, por ignorancia y desconocimiento de las graves consecuencias que tales prácticas tienen en el posterior desarrollo de quien las sufre y por no tener tales padres la formación, sabiduría y buen juicio que tienen los que tal cosa aseguran. ¿Qué haremos con dicho padre, o madre? ¿Le quitaremos la custodia por bestialidad? Tal vez una temporadita a la sombra le quite las ganas de tirar de zapatilla.
¿A quién compete la cuestión? Seguramente tendrán que ser personas con amplia formación universitaria. Alguien especialmente preparado y experimentado en sicología infantil, que tenga su despacho atestado de diplomas grandes y bonitos que certifiquen los miles de kilómetros que ha recorrido por las universidades más prestigiosas del globo terráqueo, las miles de horas que ha dedicado al estudio de inmensos libracos. Un experto, que haya dedicado su vida al estudio de la frágil mente infantil, pero que, niños, lo que se dice niños, los ha visto en fotos. Es que con tanto libro, tanto tratado y tanta diplomatura, no ha tenido tiempo.
Dejar que una madre decida cuando procede, o no procede, administrar un zapatillazo, así, sobre la marcha, sin formación académica, solo por instinto, es de locos. A mí, escuchando este informe por la radio, me dan ganas de marchar corriendo a ponerle una denuncia a mi madre, por aquel zapatillazo que me dio a traición cuando quise estrangular a mi hermano por una cuestión que no viene al caso ahora.
Dicho todo esto con gran exageración por mi parte, por darle color al escrito y por compensar la citada desmesura de lo que escribieron otros. Y a estos otros quiero yo, sabiéndolos sanos de mente y queriendo aprender de ellos por desterrar la ignorancia y mi falta de entendimiento, presentar cuestiones a modo de prueba y examen…
“CUESTIONARIO PARA MENTES SANAS”
1ª- Pedrito, de nueve años, ignorando las recomendaciones, órdenes y súplicas de su mamá, jugando con la pelota, descalabra y hace cachos la urna que contenía las cenizas del abuelo. ¿Qué conducta ha de seguir su mamá?
A-Matarlo.
B-Darle dos besitos.
C-Encerrarlo hasta la fecha del juicio.
D-Que se trague la pelota Pedrito.
2ª-Juan Luis, el pequeñín de la casa, en un ataque de mal genio arrastra a su hermanita Irene cogida de los pelos. ¿Qué ha de hacer su sorprendido padre?
A-Aplicarle su misma medicina.
B-Dialogar amablemente con el troglodita.
C-Donar a Juan Luis a un zoo.
D-Sacar al perro de paseo.
3ª-En unos grandes almacenes, Jesús Mari, de seis años, le monta una rabieta a su mamá y se da a la fuga por las escaleras mecánicas una y otra vez. ¿Cuál es la reacción correcta?
A-Golpearlo en la nuca.
B-Lanzarle un besito con gesto amable.
C- Disimular.
D-Aprovechar la confusión para robar algún trapito.
4ª-Las gemelas Pamela y Soraya, de siete y siete años, se empeñan en hacer imposible que mamá pueda bañarlas dando patadas, alaridos y mordiscos. ¿Qué puede hacer mamá?
A-Sumergirlas hasta que dejen de patalear.
B-Darles un manguerazo en el patio.
C-Contarles un bonito cuento.
D-Llamar a Fliper.
5ª-Abel de siete años, al que jamás han puesto la mano encima, es llamado al orden por mamá para que deje de jugar con la botella de oxígeno de la abuela. Abel, contrariado, reacciona propinándole a su madre una andanada de ostias. ¿Qué medidas tomará mamá?
A-Defenderse a puño cerrado.
B-Hacerse la muerta.
C-Acariciar al pequeño para que se calme.
D-Regalar un rifle a la abuela.
Rellenado el formulario a la manera correcta que sería, B para la primera, B para la segunda, B también en la tercera y C para las dos restantes ateniéndonos a lo que las mentes sanas recomiendan, que cualquier otra respuesta sería causa de trauma y grave secuela para el indefenso infante, me invade a mí una gran incertidumbre sobre el comportamiento futuro de quien bajo estas pautas sea educado. Me pregunto yo, rústico y profano, si tanta protección por la futura salud mental no deteriorará la presente, convirtiendo a un párvulo obediente en canalla respondón. Me pregunto si tales derechos y prebendas que a la infancia corresponden sabrá el protegido olvidarlos cuándo sea otro adulto más, y transformar la protección y el cariño en tolerancia y buena educación o si, sin miedo a castigo alguno ni conciencia, los transforma en egoísmo y bestialidad.
Lejos de mi intención está alentar castigo alguno que pudiera trastornar la frágil mente de un niño, ni dar lecciones a nadie de asunto tan delicado pero no acierto yo a ver, seguramente por la ignorancia ya dicha, dónde está la relación entre el maternal zapatillazo y las dolencias mentales, aun aceptando que exista y que bien pudiera residir en la dosis recibida, que de todos es sabido que aquello que nos cura también nos puede matar por el indebido abuso. Así propongo yo aquí, se mire el zapatillazo como sanador medicamento con el siguiente prospecto:
MATERNAL ZAPATILLAZO.
COMPOSICIÓN.-Suela de goma y tejido flexible en vivos colores.
CONTENIDO DEL ENVASE.-Cada envase contiene dos zapatillas de fácil manejo y aplicación.
VIA DE ADMINISTRACIÓN.-Maternal zapatillazo puede, por su especial diseño, aplicarse en cualquier parte del cuerpo a excepción de la cabeza y los órganos genitales si bien se recomienda su uso preferiblemente en las nalgas.
ACTIVIDAD.-Ansiolítico de acción relajante.
INDICACIONES.-Histeria infantil, cabezonería, desobediencia pertinaz que no responda a otros tratamientos.
CONTRAINDICACIONES.-Maternal zapatillazo está contraindicado en pacientes con antecedentes de reacciones de hipersensibilidad al caucho u otros derivados gomosos.
PRECAUCIONES.-El tratamiento será interrumpido de forma inmediata si aparece algún signo o síntoma de desvanecimiento, dificultad para respirar, fiebre alta o escalofríos.
INTERACCIONES.-El alcohol en quien administra Maternal zapatillazo puede potenciar el efecto del fármaco.
ADVERTENCIAS.-Maternal zapatillazo solo se utilizará una vez valorado el balance beneficio riesgo. No se han descrito riesgos sobre la capacidad de conducción.
POSOLOGÍA.-Ha de administrarse solo ante la reiterada aparición de los síntomas descritos y no como tratamiento continuado. La dosis recomendada es un zapatillazo por nalga y sujeto.
SOBREDOSIS-SÍNTOMAS.-Escozor excesivo por rotura de capilares, pérdida de sensibilidad y mareos. TRATAMIENTO.-Paños calientes.
REACCIONES ADVERSAS.-Pueden aparecer reacciones de hipersensibilidad en la piel. Muy raramente se han descrito graves reacciones cutáneas con aparición de ampollas. En caso de que ocurran tales reacciones se debe interrumpir la aplicación y consultar inmediatamente a un médico.
CADUCIDAD.-Este medicamento no caduca.
Se nos ha ido la mañana en la obra con este asunto. Entre los tres, sumamos una buena dosis de zapatillazos que seguramente nos han trastornado irreversiblemente, pero no más que a los del informe. La cosa es seria, lo sabemos, pero nosotros no.
¡Al fin has vuelto a escribir en la libreta eléctrica! Ya me temía que te hubieras caído del andamio. Me encantó la receta, aunque yo nunca la aplicaría.
De nuevo me gusta el debate que planteas y el humor con el que lo afrontas. Yo, como padre que soy, he tratado de no emplear la zapatilla, aunque a veces un azote en el culo se me ha escapado, y comparto contigo, completamente, la idea de que si por ello, me hubieran quitado a mis hijos, dudo mucho que la educación y cariño que le hubieran dado en un hogar cuna o en una adopción, hubiera mejorado mucho su felicidad de niño o su cordura adulta. Yo también estoy cansado de una sociedad que intenta judicializarlo todo, penalizarlo todo, acotarlo todo, atarnos para después decirnos “por fin somos libres”. Un abrazo y espero que sigas escribiendo páginas tan cuerdas. Ah! fallé en el test, yo le di la escopeta a la abuela!
Yo podría dar la versión judializada de lo que leo: una torta mal dada en la cara de un niño que estaba tomando el pulso a su madre, cuyo comportamiento en general era contestón, desobediente y rebelde, hizo que lamentablemente le afectara a la nariz y se le soltara la sangre, pues bien, el otro progenitor denunció los hechos y días después el Juzgado “cautelarmente” decidió privar de la guarda y custodia a esa madre “hasta aclarar los hechos”.
Las correcciones a hijos dentro del ámbito doméstico es posible que sean mejor o peor consensuadas entre los miembros de la pareja, pero ojo cuando ambos están separados, hay algunos que aún habiéndolas aplicado cuando convenían las sacan a la luz y denuncian cuando afectan al contrario.
Yo recuerdo un par de cachetes y seguro que algún zapatillazo, pero no estoy peor educada ni más traumatizada que cualquiera que pasee a mi lado.
¡Que risa me da leer esto de los zapatillazos… ! Cuando mi madre manejaba la zapatilla con mi hermano y la que escribe, al mismo tiempo, sin preguntar quién tenía la culpa del altercado por el que estábamos cobrando semejante propinaza, nos pasabamos un buen rato despues metidos debajo de la cama riendo despues de llorar y sin recordar el por qué de la pelea que producía que mi madre se quitase la zapatilla…Esa zapatilla con efecto bumerán (o búmeran) que volvía a su mano no sé cuantas veces repartiendo paz y amistad fraternal entre los “cobradores”, es decir mi hermano y yo… Que tiempos aquellos.
Ya hacía que no leía en tu blog,perdóname. Está muy bien, me acuerdo mucho de las obras en la casa de los chollos…de las risas…amigo, sigue escribiendo.