EL CONTABLE.CAPÍTULO DOS

Folio segundo.
Cuando yo empecé a escribir la historia del contable, hace tres folios, a mí no me interesaba nada quién era el padre de Urbano. No era esto lo que quería contar. Sin embargo la sed de morbo, y la curiosidad insana del ser humano, (porque yo lo noto aunque la mayoría leéis esto y no publicáis comentarios) han convertido mi proyecto de relato humano y entrañable, en uno de detectives del corazón. Ahora todo el mundo quiere saber quién era el padre de Urbano, qué oscura y truculenta relación tuvo con Marina y cómo consiguió Urbano esta información. Ahora yo tengo que escribir la historia del contable, pero desde otro ángulo. Ahora todo lo que yo consideraba importante, humano, digno de contar, se desvanece. Ahora a nadie le interesa ya Urbano como contable y persona anónima. Solo queremos saber de su otra vida, de su secreto, de su desconocida faceta de bastardo investigador. Ahora tendré que informar aquí de unos cuantos personajes y circunstancias que no tenían cabida ni función en la versión primera. De casi todo aquello que yo consideraba anodino, insustancial y frívolo. Ahora tendré que contar aquí lo que no quería contar.
Yo podría argumentar aquí que he de ceñirme al relato, a mi relato, pero es que no tengo, majos. Esto era un experimento. Y me ha explotado en los morros.
Sin embargo, a lo que sí voy a ser fiel es a la historia y vida de Urbano. Porque Urbano, a pesar de las dudas que el párrafo anterior pueda sembrar en algunos, es real. Y esto, solo yo puedo asegurarlo. Entonces voy a contar aquí aquella parte de su vida que él nunca mostró. El cómo llegué yo a conocerla no voy a desvelarlo, porque yo no me voy de la lengua tan fácil como se van otros en un día de borrachera. Y no tengo porque hacer públicas las confidencias de nadie después de una botella de ron. La única que bebió en su vida. A lo mejor ya estoy escribiendo de más. Sería mejor parar aquí y estudiar el plan a seguir, porque con este inesperado giro me estoy liando, y estoy metiendo la pata, una letra sí, y otra también.
Ya sé. Voy a hacer lo que se me aconseja en alguno de los comentarios que esta historia del contable ha suscitado. Voy a revelar aquí quién es el padre de Urbano y después seguiré, con su historia, ya sin presiones, siguiendo el plan inicial de mostrar la vida y miserias de un humilde contable, la grandeza de un anónimo ciudadano. Eso es. Sí. En el próximo folio.