Querido manolo, dos puntos.
Paso a contestar tu amorosa epístola. Lo primero, y en respuesta a tus lindezas, te diré mi amor lo que sigue. Cincuenta años dices, a mi me han parecido un suspiro, habría necesitado muchos más para hacer de ti algo presentable. En cuanto a eso de” hasta que la muerte nos separe” y tu preferencia por que fuese una rubia, y no la muerte, respeto tus preferencias. Podría habernos separado una rubia, pero tendría que haber sido además ciega. Porque no se entiende que, ese pedazo de rubia que tú te imaginas, se aviniese a soportar un botarate como el que yo he sufrido. La boquita de piñón la conservo, y tú conservarías la tuya si no te hubieras pasado la vida poniendo excusas para disimular el miedo cerval que le tienes al dentista, que en el tiempo que llevamos juntos te he anulado una consulta por año y a veces dos. Aunque, bien mirado, esto ha sido una ventaja, porque habría supuesto un dineral para alguien con la boca tan grande. Con cariño te lo digo.
Es verdad que me he cuidado, que siempre quise estar arregladita para ti. Si esto ha extinguido a los caracoles no lo sé, pero lo que es baba no ha de faltar, que en esta carta dejas una cuanta. Sobre la redondeces, en tu caso, está de más el plural, que tú eres de arriba a abajo una sola. Lo que tú llamas resbalones de vaca vieja, agarrada de tu brazo, no son la causa y motivo de tu maltrecha cadera. Eso te viene de antes, cariño, de la media docena de sofás que has gastado con ella, de tanto deporte repanchigado como practicas. Que conservo el brillo y la mirada que siempre tuve, pues esa suerte hemos tenido, porque si fuera por lo que tú ves y te fijas, aún no habríamos regresado del viaje a Cuenca de recién casados. Que no ves los carteles ni aunque te los metan en el coche, mi vida. Repito tu nombre sin cesar, es cierto, aunque sé que no eres sordo, porque los sordos saben que la basura, la cal de los baños y las perlitas de pis que dejas con tu manguera no se autodestruyen, que la lavadora no actúa sola mientras en el bar se gestionan partidas y asuntos de importancia capital, necesita que la maneje un humano, al igual que la plancha, la cocina, el horno, la aspiradora y tantas cosas que, después de cincuenta años, no has descubierto. Cincuenta años cambiando juntos, que no revueltos como los pelos de la fregona reteñida en que, según tú, se ha convertido mi real melena. El caldero ya lo pones tú, que así se ha quedado la tuya de lisa y brillante. Es verdad que ya no me quedo ensimismada escuchando tus palabras, que me duermo, pero es que a mí no me gusta el futbol, mi amor, no sé si esa alineación es la correcta para afrontar un partido como este, ni me importa un pito lo que hacen todos esos corriendo por un prado los domingos. Hablando del domingo, ese día que tu recuerdas, esas mañanas perezosas de polvo tras polvo. Me permito recordarte que, aun cuando fueron perezosas y entrañables, ese tras, que colocas entre polvo y polvo, te ha quedado excesivo. Las partidas de cartas que, según tú, yo aderezaba con mis trampas, no eran otra cosa que conferencias que tú dabas sobre cómo y de qué manera se ha de jugar. Si hice alguna sutil trampa fue seguramente para dar colorido y un poco de diversión ante tanta solemnidad. Yo jamás me he creído con una suerte fabulosa, nunca la he tenido, de ello tú eres mi mejor prueba.
Seguramente he dejado de ser especial y única para convertirme en una maniática, y tú en otra más de mis manías, por eso hemos podido andar todo este camino juntos, por eso he podido soportarte todos estos años, cariño, porque soy una maniática. Y esto no es nuestro amor, es el tuyo. Porque yo si te escogería si viviera otra vez. Porque hay muchas cosas todavía que tienes que cambiar. Porque cincuenta años se quedan cortos con alumnos como tú.
PD-Manolo querido, si mueres antes que yo, por lo mucho que aún te quiero y los años que hemos compartido, estate tranquilo, te irás con el traje marrón. Tienes que ir guapo.
Gracias corazón, lo has ‘clavao’. Toda vía me estoy riendo y no pienso dejar perlitas de pis jajajaja!!!
Esta es mi Enriqueta!! No se podía esperar menos de ella ¡Y mira que pensé que la otra era difícil de superar!
Creo que la Carta de Amor de esta mujer, haciendo honor a su sexo, es más romántica y perversa, un rato largo, que la de su marido (Manolo, te habría ido mejor no escribirle y, recuerda, te vas con el trajo marrón caminito del cielo)
Ahora estamos en paz. Mi parte favorita ha sido el “tras excesivo”; le diste donde duele.
Ya se por qué siguen juntos, tal para cual.
No sabría elegir carta.Ambas tienen un enfoque humorístico soberbio( o no es humor y es realidad???).