No he sido capaz en toda mi vida de saber a ciencia cierta lo que quiero. Pero sí he conseguido dilucidar lo que no quiero. Si digo verdad, no me fío un pelo de aquellos que tienen claro lo que quieren conseguir. Me aburren con su estrechez. Me cansa su simpleza. Cada día es diferente del anterior y nunca he querido hacer planes para el siguiente. Ni siquiera sé si podré disponer de él. Me siento mucho más cómodo improvisando, moviéndome a través de la incertidumbre. La certeza me produce desasosiego, casi miedo, la siento como una especie de muerte previsible. Tener la certeza de lo que voy a hacer más allá de unos pocos días me desconecta de la vida. Necesito sentir que soy dueño de mi presente porque siempre he pensado que es cuanto tengo, no quiero hipotecarlo, condicionarlo por aquello que ha de venir, porque nunca he podido sentir el futuro como algo real. Me gusta cambiar de dirección cuando me da la gana, empezar una y mil veces si hace falta y concluir solo aquello que hace que me sienta mejor persona, conservar el ímpetu que da la libertad. La certeza me mata. Me mató de pequeño, cuando llegué a creer las peroratas de filósofos amaestrados, y me ha costado mucho resucitar esta sensación de novedad y esperanza para cada día. Como a todo ser humano, el pasado me ha condicionado. No voy a consentir que me condicione el futuro seguro y placentero que prometen los voceros del amo, un concepto utilizado, las más de las veces, para asustar, para sustituir al presente y gobernarlo. Un futuro que nunca conseguiré pisar, ni yo, ni ningún mortal. Una zanahoria en el extremo del palo. Yo no quiero un plan preconcebido. Yo lo prefiero así. Que nadie tenga para mí un plan, ni expectativa tan elevada, que convierta mi paso por la tierra en una sucesión de sacrificios y pruebas estúpidas, en un rosario de metas, objetivos y deseos aplazados. Que no tenga yo un glorioso paraíso sin el que poder quedarme, ni el deseo de lograrlo que me trastorne el espíritu convirtiéndome en esclavo de las reglas que lo alcanzan.
No he sido capaz en toda mi vida de saber a ciencia cierta lo que quiero. Pero si he sido capaz de dilucidar lo que no quiero. No quiero perder la sensación de libertad. No quiero alejarme de los míos. No quiero colocar prioridades por encima de mi conciencia. No quiero que nadie me recuerde pero no me disfrute. No quiero perder el tiempo dando explicaciones. No quiero escuchar lamentaciones de los necios. No quiero olvidarme de los que me dan. No quiero dar la razón a los que hablan más alto. No quiero perder mi vida juntando dinero. No quiero matar a nadie por una frontera. No quiero seguir la corriente. No quiero sonreír sin ganas. No quiero que un simple decida lo que quiero. No quiero dar mi cariño a los que no me quieren.
Haya salud y suerte.
Joder tio, tengo la sensación de pisar ese terreno y te envidio, si realmente has conseguido no perder muchos años hasta llegar a esa certeza. Yo he necesitado dilapidar una gran parte de mi vida para urdir un plan que me reconcilie con mis ideas, todo era tan sencillo como aprender a decir NO.
El pecado original que Adán y Eva cometieron no fue otra cosa que utilizar su libre albedrío, su propio criterio. Métete el paraíso y sus reglas donde te quepa, le dijeron al Señor Dios, nosotros vamos a vivir por nuestra cuenta. ”NO” lo queremos. La palabra “NO”, es la más bonita, demoledora y productiva de nuestro vocabulario. Todos nuestros logros parten y nacen de esta palabra. Hoy, esta sociedad de ovejas obedientes y avaras la tiene casi prohibida, se avergüenza al pronunciarla, no suena bien, no encaja con la catequesis de buenas maneras y sonrisa perenne. Decir “NO” entre el rebaño significa pensar por cuenta propia, ser lobo en lugar de oveja. Siempre habrá una esperanza mientras quede un hombre sobre la tierra dispuesto a decir NO.
Hasta para místico te da la pluma. Y dices muy bien, como siempre, lo esencial. Esta entrada la voy a usar para recordarme la vuelta al presente cuando me desvíe.
Una amiga tuya me acaba de dejar tu dirección de tu blog para que lo visitara.
He leído con mucha atención tus reflexiones que me gustan. Es un canto a la vida, es en definitiva mi lema de mi blog: “Aprendiz de la vida. Busco la verdad”.
Te invito si quieres a echar un vistazo.
Saludos.
Y yo me he pasado la vida organizando el mañana, el pasado y las vacaciones que vienen,. Siempre he creído que teniéndolos controlados eso me daba tranquilidad y me hacía estar más cómoda, que hasta la fecha así ha sido pero ¡no me queda nada!
Envidio esa seguridad…Enhorabuena!!. Yo simplemente hago lo que puedo…