LA BIBLIA DE LOS LOCOS Capítulo 12º

LEVÍTICO.
Llamado así por estar dirigido a los descendientes de la tribu de Leví, por ser ellos los encargados del culto y sus leyes. Si alguien desciende de tal tribu que lo lea con detenimiento como yo lo he leído, a pesar de mi antipatía por las leyes y de no descender de semejante tribu.
Se divide este libro en seis bonitas partes.
PRIMERA PARTE.
Holocaustos, ofrendas y reparaciones, todo a base de sacrificar pero no cualquier bestia, no señor, solo animales sin defecto que lo dice el Señor Dios. Cuidadito con aprovechar el sacrificio para deshacerse de la cabra coja esa que no quiere nadie. Animales sin defecto y respetando todo un ritual, que las formas son de vital importancia a los ojos del Señor Dios. De vital importancia porque si no le gusta como lo haces te quita la vida. Todo un manual de charcutería, semejante a los ya conocidos, nos ofrece este impresionante documento. Forma y manera de descuartizar y colocar vísceras, procedimientos a seguir para la correcta distribución de grasas y sangre, que serán quemadas unas y untada la otra allí donde el Señor lo indique. Toda una carnicería imprescindible para ser digno de recibir el perdón solicitado y para que los sacerdotes reciban su tributo en ricas carnes a la brasa, horno o sartén. Y nada de hacer morcillas ni torreznos, que aquel que coma grasa o sangre será extirpado de su pueblo.
Sacrificios. También de sacrificios se nos habla aquí. De todos los tipos y clases. Sacrificios de reparación, de reconciliación, de la comunidad, de un sacerdote, de un hombre del pueblo, votivos y espontáneos. Sean cuales sean, todos con mucha sangre.
Yo no acabo de hacerme a la idea de que este Señor Dios sea el mismo que aquel que separó la luz de las tinieblas.
SEGUNDA PARTE.
Ceremonias para la consagración de los sacerdotes.
Charcutería y despiece segundo ciclo. Especialización para sacerdotes. Formación y prácticas.
“Los hijos de Aarón, Nadab y Abihú, tomaron cada uno su incensario, pusieron fuego en él, echaron encima el incienso y ofrecieron ante el Señor un fuego profano que él no les había ordenado. Salió entonces de la presencia del Señor un fuego que los abrasó. Así murieron en presencia del Señor”
Esto se dijo, se advirtió. Hay que estar muy atento cuando el Señor imparte sus cursillos para sacerdotes porque luego pasan estas cosas. No se puede improvisar un sacrificio haciendo humo con cualquier cosa. Tiene que ser un aroma agradable al Señor Dios, con las materias precisas y oportunas, no con un puñado de hierbas. Que al todo poderoso estas cosas lo ponen hecho una fiera. En fin, que con ejemplos como este, la atención a los cursillos está garantizada y el aprendizaje avanza. Que ser sacerdote no es cualquier cosa y tiene unos riesgos que hay que asumir para una mayor gloria y engrandecimiento del Señor Dios.
TERCERA PARTE.
Leyes sobre lo puro y lo impuro.
Se nos da aquí una lista de animales, personas y situaciones que se consideran impuras a los ojos del Señor, por lo que hay que mantenerse alejado de unos y de otras si queremos mantener la pureza que al pueblo elegido se le exige.
Animales terrestres puros y comestibles son los rumiantes de pezuña partida y te cuidarás mucho de no comer camello, ni conejo, ni liebre, ni cerdo que, aunque tiene la pezuña partida, no es rumiante aunque estuviera mascando chicle. Yo pido perdón, pues a excepción de camello, de todos he comido, por ignorancia claro está, que yo esto no lo sabía.
Animales acuáticos comestibles son todos los que tienen aletas o escamas. Impuros los que no las tienen. ¿La cola de langosta se considera aleta? ¿Se puede admitir la concha de la ostra como una escama muy dura? Hay que especificar más estas cosas. Tampoco sabía yo que ratones y comadrejas son catalogados como reptiles inmundos e impuros, -luego ya vendría Darwin con su origen de las especies a tirar por tierra y complicar lo que estaba más que claro-, no así algunos insectos que son puros y comestibles, los saltarines en general.
A continuación y siguiendo con las impurezas nos habla el Señor Dios, por medio de Moisés (yo tengo mis dudas), de la mujer. Y hablando de la mujer casi extraña que, a juzgar por el trato que se le da en este libro, no la hayan incluido entre los animales de pezuña partida. Que dice aquí que después de dar a luz un varón la mujer será impura siete días, como en el tiempo de la menstruación, y continuará retirada, purificando su sangre, durante treinta y tres días más. Es decir, impura como un reptil. Eso si ha parido varón, porque si pare una hembra la cosa es doblemente impura, como no podía ser de otra manera. Una hembra que encima da a luz a otra hembra se pasa casi tres meses contaminando todo lo que toca. Yo pregunto ¿Habrá algo más puro en la tierra que una hembra recién parida?
También el Señor Dios nos da a continuación la información médica necesaria en lo que a lepra, úlceras, llagas, quemaduras y calvicie se refiere, que unas son impuras y otras no y es necesario tener esto muy claro para evitar contaminaciones indeseables.
Impurezas sexuales del hombre es lo que toca ahora. Menudo follón, y perdón por la palabra. Una vez que derramas tu semen donde no debes, que el semen se ha de depositar en su receptáculo natural a tal efecto concebido, que es una mujer y aquí estoy yo totalmente de acuerdo, eres impuro y extiendes tu peste allí por donde pasas, contaminando cuanto tocas y a quienes lo tocan después de ti. Una autentica epidemia a menos que adviertas a los demás de tu inmunda condición.
De la mujer conviene saber cuan impura es su menstruación y todo lo que toca mientras ésta dura y cuan impuro se vuelve el que con ella se acueste en tal estado. Inmundicias de las que hay que purificarse, que no todos tenemos esclavas a las que llegarnos cuando la esposa es impura. Así es que si estás leyendo esto y eres mujer: Cuidadito donde te sientas, guapa.
CUARTA PARTE.
El día del gran perdón.
“El séptimo mes, el día diez del mes, ayunaréis y no haréis trabajo alguno… Es, en efecto, el día en que se hará el rito de absolución sobre vosotros para purificaros; seréis purificados de todos vuestros pecados delante del Señor.”
Una vez al año, el diez de Julio (según mi propio y particular calendario, que nada tiene que ver con el de entonces) parafernalia, holocausto y charcutería. Borrón y cuenta nueva.
QUINTA PARTE.
La ley de la santidad.
Bendiciones y maldiciones, premios y castigos, sacrificios y leyes, ofrendas, perdones, fiestas, sábados, lo que sí y lo que no, y un deporte por encima de todos, matar a pedradas. Veamos unos ejemplos de lo que el Señor Dios aconseja.
“Cuando hagáis la recolección de vuestras tierras no segaréis hasta la misma orilla del campo. No recogerás las espigas caídas, no harás el rebusco en tus viñas ni prestarás atención a la fruta caída en tu huerta; lo dejarás para el pobre y el extranjero… No robaréis, no mentiréis ni os engañaréis unos a otros. No oprimas ni explotes a tu prójimo; no retengas el salario del jornalero. No insultarás al sordo ni pondrás tropiezos delante del ciego…No haréis injusticias en los juicios: ni beneficiarás al débil ni favorecerás al poderoso: juzgarás con justicia a tu prójimo. No andarás difamando. No guardarás odio a tu hermano. No serás vengativo.”
Todos ellos me parecen buenos y muy aconsejables de seguir, pero bien demostrado ha quedado, desde entonces hasta hoy, que salió el hombre de muy escasa memoria, o que entendió este párrafo justo al revés. La Biblia, ser, será sagrada y los que la comentan, la nombran, juran sobre ella, fingen su importancia y amenazan con ella son muchedumbre, que diría el libro, pero lo que es leerla, respetarla y seguir sus preceptos, esos ¿cuántos son?
Otros muchos consejos nos ofrece el Señor Dios para el correcto funcionamiento de la familia y las relaciones. Casi todos recomendables, sobre todo porque el no cumplirlos es considerado por el Señor como comportamiento infame, causará su aborrecimiento y el consiguiente exterminio. En fin, los consejos son buenos, las penas excesivas a mi juicio, pero donde hay patrón no manda marinero.
Dice también aquí muy claramente que no cualquiera sirve para el sacerdocio, no señor. Absténganse de ofrecer alimento a su Dios los defectuosos, sean ciegos o cojos, mutilados o deformes, lisiados, jorobados, enanos, bisojos, sarnosos, tiñosos, herniados o cualquier otro que tuviese defecto. Eso sería profanar el santuario del Bondad Infinita.
A mí estas cosas no me cuadran con el Señor Dios. Me cuadran con algún patriarca lleno de prejuicios, que quiere rodearse de gente guapa y bien proporcionada, que dé una imagen majestuosa y perfecta, que quiere impresionar con lo superficial, un ser que oculta, detrás de unas impolutas apariencias, su alma ruin. Tener un brazo más corto que otro queda muy mal en escena. Los enanos no llegan a los altares y no es cosa buena que tengan que andar a saltitos de aquí para allá en asunto tan serio. Además aquí se anda con fuego y sacrificando animales y no se puede dejar el mechero o el cuchillo en manos de cualquier ciego, a saber a qué le pega fuego o a quién la cuchillada. Hace falta seriedad y compostura y no un tiñoso que se pase toda la ceremonia rascándose. A veces hay que sacrificar bueyes o lo que haga falta, y entonces, hay que hacer esfuerzos que no son aconsejables para un herniado. No podemos tampoco dejar que sea un cojo el que transporte las vasijas con la mucha sangre que se genera y que tiene que ir donde tiene que ir, con elegancia y precisión. No podemos consentir que una ceremonia de sacrificio al Señor Dios se nos convierta en un circo. Solo los guapos, sin defecto, así no se notan tanto las miserias y la podredumbre. Así seguimos todavía hoy. En la tele, el templo de nuestro tiempo, nunca aparecen tiñosos, o bizcas, o enanas. Esto no se puede reflejar en los estatutos, si dices o escribes hoy algo como lo que pone el libro te vas a los tribunales. Hacerlo sí se puede, lo vemos cada día, decirlo no.
SEXTA PARTE.
Conclusión
Siendo la conclusión no podíamos esperar otra cosa que hablar de dinero contante y sonante. Al fin y al cabo a eso se reduce todo desde el principio de los tiempos. Tanto vale un viejo, tanto vale un joven. Eso sí, la mujer la mitad que el hombre, faltaría más.
Anda el Señor Dios, desde que acabó el Éxodo, mucho menos trascendental y divino y más ocupado en intendencias y asuntos terrenales y mundanos. Yo no estaba allí, no oí sus palabras ni lo que dijo a Moisés, y dando por hecho que tal dialogo existió, tengo la sensación de que, a la hora de contarlo, quien quiera que fuese, puso mucho de su propia cosecha y delirios. Que todo esto me suena a mí a tribulaciones muy humanas y bien poco divinas. Yo no puedo extenderme en las reflexiones porque, es tanta mi ignorancia, que entre más me extiendo en ellas, más se me nota la falta de instrucción y conocimientos. Aún así, no puedo dejar de sentir tristeza al ver el camino que lleva aquella divina creación, aquel paraíso natural primigenio que tan alto apuntaba. Es verdad que anduvo Eva algo ingenua tragándose la manzana pero, con pecado original y todo, parecía un lindo planeta este para procrear y hacer vida sin más leyes que las que de suyo natural imperaban. Pero no sé si el Señor Dios por su cuenta, o el hombre por su natural inclinación a la estupidez, a base de leyes, normas y preceptos se han dedicado desde entonces a convertir lo que era un paraíso en una patética charca. Y si es cosa del Señor Dios, ¿por qué tanta dedicación al hombre? ¿Y los perros, vacas, tigres, focas, lagartos y bestias en general? Esos pueden campar a sus anchas, comen lo que quieren, mean donde les da la gana y no llevan registro de nada. Es verdad que bastante castigo tienen compartiendo planeta con nosotros, pero yo, como ser humano concebido a imagen y semejanza del Señor Dios, me veo vigilado, perseguido, sometido, obligado. De rey de la creación, nada.
Hasta aquí el Levítico, mucho más espeso.