LA BIBLIA DE LOS LOCOS Capítulo 11º

Voy a empezar recordando una vez más la ignorancia supina con la que me enfrento a este análisis. Tal vez por eso jamás habría creído que este capítulo que sigue estuviera entre las páginas de libro tan sagrado. Más parece un tratado de intendencia y manualidades, que asunto divino. Aún así lo incluyo para que nadie me acuse de agarrarme a eso como escusa para adelantar terreno y disminuir el trabajo, que está siendo mucho. Así que allá va, punto por punto.
OFERTAS PARA EL TABERNÁCULO.
A cotizar todo el mundo que se va a construir un tabernáculo. Que Moisés estuvo cuarenta días con sus noches en la montaña pero bien aprovechados, y ha bajado con grandísima cantidad de planos y proyectos que ahora los vamos a ver todos.
EL ARCA.
Todos sabemos lo que es un arca, pero forrada de oro, como la que el Señor Dios ha mandado hacer, yo nunca la había visto.
EL PROPICIATORIO Y LOS QUERUBINES.
Todito de oro que la ocasión lo merece. Un propiciatorio con sus dos querubines, es decir, una tapa para el arca pero de una vez, sí señor.

LA MESA.
Como no podía ser de otra manera, de oro.
EL CANDELABRO.
¿De qué haremos el candelabro? ¿Alguien se lo imagina? Todo un diseñador de joyas el Señor Dios. Treinta y tres kilos de oro puro.
Por si alguien cree que todo esto que el pueblo hebreo está construyendo es fruto de la improvisación o los delirios constructivos de Moisés, voy a transcribir este relato del candelabro. Por que se vea que lo que Moisés bajo de la montaña eran instrucciones concretas y detalladas, por el mismísimo Señor Dios, de todas y cada una de las piezas que habían de hacerse y en qué forma, sin descuidar detalle. Que ya no es éste aquel Señor Dios sin planos ni proyecto concreto de los primeros tiempos, ni parecido. Nada de hacer cosas a partir del polvo de la tierra, no señor, ahora solo metales nobles y piedras preciosas. Lean el candelabro y aplíquenselo a las demás piezas que, igual que esta, están escritas en el libro. Y nadie crea que es poco trabajo el haberlas leído todas.
“Harás, además, un candelabro de oro puro forjado; su base, fuste, copas, cálices y pétalos harán un solo cuerpo. Seis brazos saldrán de sus lados, tres de uno y tres de otro. Cada brazo tendrá tres copas en forma de flor de almendro con su cáliz y pétalos; los seis brazos que arrancan del fuste del candelabro, serán iguales. El fuste del candelabro tendrá cuatro copas en forma de flor de almendro con su cáliz y pétalos. Cada una de las tres parejas de brazos tendrá un cáliz en su parte inferior; los seis exactamente igual. Este conjunto de cálices y brazos formará una sola pieza con el candelabro. Todo será de oro puro trabajado a cincel. Harás también para él siete lámparas, que pondrás sobre el candelabro de forma que alumbren hacia delante, con sus despabiladeras y platillos, todo de oro puro. Emplearás treinta y tres kilos de oro puro para hacer el candelabro y todos sus utensilios. Lo harás según el modelo que te he mostrado en la montaña.”
De improvisación nada, y nada es lo arriba escrito si lo comparamos con lo que viene. El que tenga Biblia y quiera que disfrute con el tabernáculo. No me extraña que tardara Moisés cuarenta días en bajar. Pocos me parecen.
EL TABERNÁCULO.
Si ya el Señor Dios se nos había mostrado como competente cocinero y joyero de postín, ahora nos sorprende con un completo tratado de patronaje textil y carpintería de armar. Me imagino a Moisés dándole vueltas a los planos sin creerse lo que estaba viendo.
EL VELO DE SEPARACIÓN DEL TABERNÁCULO.
¡Ojo! Que este velo separa el lugar santo del lugar santísimo. Así lo dice el libro, bien claro. Esta clasificación de lugares en orden a su santidad me deja estupefacto. ¿Existe en esta escala el lugar requetesupersantísimo?
EL ALTAR DE LOS HOLOCAUSTOS.
El nombre, solo el nombre, me pone los pelos de punta. Otro montón de planos pero ya sin oro. Ahora toca bronce.
EL ATRIO.
Moisés yo imagino que se está volviendo loco con los planos que ya son muchos y cortinas, muchas cortinas para el atrio.
LAS VESTIDURAS SACERDOTALES.
Aquí tenemos a Aarón más ancho que largo porque va a ser sacerdote del Señor y le van a hacer un traje como no se ha hecho otro igual, con efod, pectoral y manto.
EL EFOD.
El efod, entre nosotros, no es otra cosa que una camiseta, pero menuda camiseta la de Aarón, con engarces, cadenillas de oro, piedras de ónice etc, etc. No creo que pudiera Aarón dormir en camiseta como duermo yo.
EL PECTORAL.”Harás el pectoral del juicio, artísticamente recamado, a la manera del efod: de oro, púrpura violeta, escarlata y carmesí, y de lino torzal. Será cuadrado y doble, de veintidós centímetros de lado. Engastarás en él piedras preciosas en cuatro filas: en la primera, un sardonio, un topacio y una esmeralda; en la segunda, un rubí, un zafiro y un diamante; en la tercera, un jacinto, una ágata y una amatista; en la cuarta, un crisólito, un ónice y un jaspe. Todas ellas encajadas en engarces de oro.”
Y esto es solo el principio del pectoral. Si leemos la descripción entera podemos imaginar cualquier cosa menos un pectoral. Admirable es su diseño pero no menos admiración me merece el sastre que tuvo que hacerlo
EL MANTO.
Esto es un manto y lo demás son trapos. Todo él rematado con dobladillo para que no se deshilache. El Señor está en todo. Con sus campanillas de oro para el musical sacerdote. Que maravillas y además unos calzones de lino.
Con esto de las obras, los planos y las vestiduras casi había olvidado que estaba leyendo la Biblia
CONSAGRACIÓN SACERDOTAL.
Leído este relato con atención me he quedado mudo. Menudo carnaval de sangre, vísceras y psicopatías como la que sigue:”Tomas todo el sebo que cubre las entrañas, la redecilla del hígado, los dos riñones y el sebo que los envuelve, y lo quemas sobre el altar. Pero la carne del becerro, su piel y su excremento lo quemas fuera del campamento… Tomas el segundo carnero, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre su cabeza. Luego lo inmolas, tomas de su sangre y untas con ella la ternilla de la oreja derecha de Aarón y de sus hijos, y el dedo pulgar de sus manos derechas y el de sus pies derechos, y rocías el altar todo alrededor. Tomas sangre de sobre el altar y óleo de la unción y asperjas a Aarón y a sus hijos y sus respectivas vestiduras”.
Yo no sé qué es lo que le está pasando al Señor Dios pero a mí me está empezando a dar miedo. Esto mismo, hecho hoy día por alguna peña de amigotes, en una cochera cualquiera, tras una fiestecita que se va de las manos y van todos al talego por asociación de malhechores y satanismo. Bueno, algún cocinero moderno y de postín, de cocina de autor y de investigación sí que podría sacarle partido a esta receta.
EL SACRIFICIO COTIDIANO.
Pues eso, matanza y sangre todos los días, aceite y vino.
EL ALTAR DE LOS PERFUMES.
Eso mismo, un altar para quemar incienso. Volvemos al oro y sus aplicaciones.
EL RESCATE.”Cuando cuentes a los israelitas para hacer su censo, cada uno de los sujetos a él ofrecerá al Señor un rescate por su persona en el momento de hacer el censo, para que no venga sobre ellos plaga alguna durante el censo. Ni el rico pagará más ni el pobre menos al pagar el tributo al Señor en rescate de vuestras vidas.”
Igualdad sí señor, a la hora de pagar todos somos iguales. Que poco cambian algunas cosas ¡coño!
LA PILA DE BRONCE.
Para limpiarse, que la limpieza es importante, máxime cuando se anda entre vísceras y sangre todo el día.
EL ÓLEO DE LA UNCIÓN.”El Señor dijo a Moisés: Procúrate aromas: seis kilos de mirra pura; la mitad, o sea tres, de cinamomo aromático, y otros tres de caña aromática; seis kilos de casia, según el peso del santuario, y cuatro litros de aceite de oliva. Con ello harás el óleo para la unción sagrada, un perfume aromático, trabajo de perfumería.”
También de perfumería entiende el Señor Dios. Una divina receta al alcance de cualquiera, aunque aquí dice que el que se atreva a elaborar otro perfume según esta receta será extirpado de su pueblo. Un poco de cosa sí da.
EL INCIENSO.
Otra receta de perfumería al alcance de cualquiera con la misma advertencia mortal.
LOS ARTISTAS DEL SANTUARIO.
Es razonable que, con tanto plano y tareas tan delicadas, se necesiten artesanos y artistas de primera. No hay cuidado, aún siendo un zoquete, el Señor Dios te llena con su espíritu y puedes hablar de tú a tú con el mismísimo Leonardo. Lo dice aquí.
EL SÁBADO.
El sábado es el séptimo día y hay que descansar, no hay que ser muy listo.
EL BECERRO DE ORO.”El Señor Dios dijo a Moisés: Anda, baja, porque tu pueblo, al que has sacado de Egipto, se ha pervertido. Bien pronto se han apartado del camino que yo les había trazado; han hecho un becerro fundido y lo han adorado. Ya veo lo que es este pueblo, un pueblo de cabeza dura. Déjame que se encienda mi ira contra ellos y los aniquile, mientras que de ti haré un gran pueblo.”
En cuarenta días que Moisés tardó en bajar de la montaña, el pueblo de Israel, que se aburría esperando, tuvo tiempo de hacer honor a su fama y olvidarse de todo despertando la ira del Señor Dios. Moisés, echando mano de una oratoria que desconocíamos, convence al Señor Dios para que no castigue a su pueblo y baja él mismo a pedir explicaciones Y así lo hizo y con el disgusto y su temperamento rompió las tablas que Dios le había dado.
EL CASTIGO.
Del castigo se encargó Moisés porque si se encarga el Señor Dios los extermina. Tampoco lo hizo mal, no señor. Este si es el Moisés de los viejos tiempos. Palabras pocas. Palo, palo y palo. Tres mil muertos de su propio pueblo. Me pinchan y no sangro.
MOISÉS INTERCEDE POR EL PUEBLO.
Volvió Moisés al Señor con gran tristeza, a pedir clemencia para los cabezones que tiene por paisanos.
ORDEN DE PARTIDA Y PERDÓN DEL PUEBLO
Israel es un pueblo de cabeza dura, lo dice aquí bien claro y hasta su propio Dios tiene que alejarse para no aniquilarlos, que ganas no le faltan. Yo supongo que esto sirve también para cualquier otro pueblo que hubiera elegido, pero se da el caso de que no hay más pueblos sobre la tierra diciendo esta bobada.
LA TIENDA, FUERA DEL CAMPAMENTO” Cuando Moisés entraba en la tienda, la columna de nube bajaba y se paraba a la entrada de la tienda, y el Señor hablaba con Moisés… Moisés dijo: Concédeme ver tu gloria. Él dijo: Yo haré pasar delante de ti toda mi grandeza y proclamaré ante ti el nombre de El Señor, pues yo hago gracia a quien quiero y tengo misericordia con quien quiero. Y añadió: Pero mi rostro no puedes verlo. Nadie puede verme y quedar con vida.”
Así son las cosas. El Señor Dios y Moisés como dos niños.
¿Quieres que ahora te veía la cara, vale?
Venga vale, pero solo por detrás porque si no te morías ¿Vale?
Venga, vale.
Un relato surrealista. Y el Señor Dios que hace lo que quiere, a quien quiere y cuando le da la gana. Yo dudas no tenía.
RENOVACIÓN DE LA ALIANZA. NUEVAS TABLAS DE PIEDRA.
Como Israel es un pueblo cabezón y desmemoriado, aquí tenemos al Señor Dios recordándole por enésima vez lo que ya sabemos todos de memoria. Que voy a hacer maravillas a este pueblo, que te voy a dar una tierra que mana leche y miel, que guardes las fiestas, que no pongas levadura en el pan de la pascua, que los primogénitos son míos, que descanses cada seis días, que vamos a renovar la alianza y que te voy a dar unas tablas nuevas. Cuarenta días y cuarenta noches estuvo Moisés arriba, con el Señor, sin comer ni beber, que también es un milagro.
MOISÉS DESCIENDE CON LA FAZ RADIANTE.
Después de cuarenta días sin comer ni beber, es este un fenómeno realmente extraño. Parece ser que después de conversar con Dios durante cuarenta días es común que se te ponga la faz radiante y luminosa. Cuando Moisés bajaba de la montaña se encontró con Aarón que al ver su rostro iluminado le dijo:
-Moisés, ¿qué andabas haciendo ahí arriba? ¿No estarás soldando sin ponerte la careta, eh?
EL SÁBADO.
Bueno, pues aquí empieza este libro a repetirse en exceso por causa, supongo yo, de la poca memoria ya conocida. Moisés reúne al pueblo y organiza los trabajos. Todo el mundo aporta joyas y artículos para la obra. Artículos y joyas que poseían en grandes cantidades merced a la generosidad que tuvieron los egipcios ¿recuerdan? Que no todos somos tan desmemoriados.
CONSTRUCCIÓN DEL TABERNÁCULO
Manos a la obra que los planos ya los tenemos estudiados en capítulos anteriores y además que ya sobra oro.
LOS TABLONES.
Sobre plano.
EL VELO
Precioso
EL ARCA DEL PROPICIATORIO.
No hay que repetirse que no somos Israelitas.
LA MESA DE LOS PANES DE LA PROPOSICIÓN.
Madera y oro
EL CADELABRO.
EL ALTAR DE LOS HOLOCAUSTOS.
EL ATRIO
Todo sobre plano.
RECUENTO DE LAS OBRAS Y GASTOS.
Kilos y kilos y más kilos de oro, plata y bronce. Excesivo para mi gusto, algo ostentoso. A mi juicio, cuando el Señor Dios creó el mundo, debería haber previsto que iba a necesitar tanto oro y haber puesto más de este y menos piedras.
LAS VESTIDURAS SACERDOTALES.
Alta costura.
PRESENTACIÓN DE TODA LA OBRA DE MOISÉS.
Moisés, con el casco blanco, se da un paseo por las obras y las da de paso.
LA CONSAGRACIÓN DEL TABERNÁCULO.
Si no se consagra, esto no sirve de nada.

LA GLORIA DEL SEÑOR Y LA NUBE. “Entonces la nube cubrió la tienda de la reunión, y la gloria del Señor llenó todo el tabernáculo… Cuando la nube se alzaba del tabernáculo, los israelitas emprendían la marcha para cubrir cada una de las etapas de su viaje.”
Hecho el tabernáculo, el Señor Dios en forma de nube se instaló en él y desde allí gobernó el viaje del pueblo elegido
Y así de esta manera tan nebulosa se da por terminado el Éxodo, que significa salida y eso es lo que nos cuenta, la salida de Egipto del pueblo elegido. Este éxodo del pueblo elegido, tan largo, me hace recordar un viaje en tren que sufrí hace algunos años. Veintitrés horas, para recorrer setecientos quilómetros, de viaje interminable. No cruzamos mares en seco, ni adoramos becerros, ni tuvimos un Moisés que aliviara nuestras tribulaciones. Pero la sensación de que al destino ya no llegaríamos nosotros, sino nuestros hijos, esa sí que la tuvimos. Seguimos sin saber que vio Dios en el pueblo hebreo para elegirlo entre todos los de la tierra, porque, hasta aquí, solo disgustos ha recibido a cambio.
Tengo, como es costumbre, alguna pregunta. ¿Escogió el Señor Dios uno entre todos los pueblos o ha sido este pueblo el que se escogió al Señor Dios, solo para sí? ¿No será mejor compartir un poquito? Y no sé yo si esta pregunta será oportuna. Porque puestos a compartir, hasta ahora, el pueblo elegido tiene más castigos y calamidades para compartir que otra cosa. A estas alturas de libro, conociendo los hechos y andanzas de unos y de otro, yo empiezo a pensar que es del todo indiferente quién escogió a quién. Ambos, pueblo y Dios, forman, a mi humilde entender, una perfecta simbiosis. Israel, pueblo de memoria más que frágil, desobediente y testarudo. Yo no quiero juzgar ni entrar a valorar quién actuaba mejor o peor. Ya el Señor Dios, con su celestial rasero, se encargó de favorecer a unos y aterrorizar a otros pero, en este libro, los patriarcas se han pasado la vida corriendo delante de alguien, huyendo de otros pueblos o familias, siempre saliendo por la puerta de atrás. Favorecidos y enormemente enriquecidos, es verdad, pero lo que es entre sus contemporáneos, amistades, pocas. No podía esperarse, para pueblo tan particular, otro Dios que no fuera éste. Un Dios capaz de alumbrar aquel caos primigenio, de crear un paraíso del abismo tenebroso, llenarlo de criaturas, liarse la manta a la cabeza y repartir a la diestra y a la siniestra amenazas, diluvios, terror divino, petardos de azufre, plagas, sacrificios, aniquilaciones y un sinfín de pequeñas, grandes y originales putadas. Israel, por el contrario, es un pueblo inocente de todo cuanto sucede, porque de todas las canalladas de las que se le pueda acusar, es el Señor Dios promotor y causante. Razones divinas hay que lo exculpan. Bien claro está quedando en este libro. Como digo, una perfecta simbiosis.
Sigamos pues con la lectura.
De los tres libros restantes que forman el Pentateuco, que son: Levítico, Números y Deuteronomio, por ser todos ellos mucho más espesos y menos atractivos que los anteriores, haré una lectura más general y relajada, porque analizar aquí cada uno de sus capítulos, como se ha hecho con los anteriores, sería un trabajo muy penoso para una mente simple y perezosa como la que yo poseo y un pobre y aburrido resultado para el que haya de leerlo. Además, los ignorantes, al igual que el Señor Dios, hacemos gracia a quien queremos y tenemos misericordia con quien nos parece, por eso yo analizo la biblia como me da la gana.