Diario de a bordo del Flor de Planyol. 10 de agosto del 2011.
A las diez y nueve horas Popeye llama a la base para comunicar la fatal incidencia. La base ordena a Popeye que se largue de allí y nos deje en el barco a pasar la noche. Dicen en la base que utilicemos el Flor de Planyol a modo de hotel flotante y que a la mañana siguiente se nos dará solución. Dice Elvira que esto no es un hotel flotante, que es una pensión hundida y que no dejen para mañana lo que pueden solucionar hoy. Dice Popeye que tendrá que llamar otra vez a la base, Dice la base que, si queremos, nos proporcionarán unas bicicletas, para que paseemos por los andurriales de La Madelaine y podamos relajar esta tensión que acumulamos. También dicen que precisamente ahora, el jefe, responsable, manda más y patrón de la base, está de vacaciones y que en este caso concreto ellos, incompetentes, necios y franceses, son incapaces de encontrar otra solución mejor para nosotros. Dice Popeye que mejor que se lo trague la tierra antes de que nos lo comamos nosotros. Dice Txugui que por qué no atamos a Popeye a un poste. Dice Elvira que no da crédito a lo que está oyendo. Dice Blanca, que se ha levantado de la siesta con dolor de cabeza, que de momento hay que retener a Popeye y hundir el barco. Digo yo que en mi pueblo tengo una casita, con su huerta de verde césped, con sus hermosos arbolitos que, ahora, en verano, regalan su sombra generosos y en sus ramas se vienen a posar lindos pajaritos que alegran mis oídos con sus preciosos trinos en español ¡cojones! A ver para qué vinimos nosotros aquí a guerrear entre franceses, con el trabajo que nos costó echarlos de España hace doscientos años. Dice Popeye que él no es el responsable de esta situación, y tiene razón, que se tiene que marchar y que, por favor, le quitemos la navaja a Blanca.
A las diez y nueve horas y treinta minutos somos abandonados a nuestra suerte (que está siendo pésima) en el muelle de La Madelaine. Durante unos minutos el Flor de Planyol es, literalmente, tragado por una espesa niebla de abatimiento franco- acuoso ante el que nos sentimos impotentes. Es el bucle. Para salir de esta zozobra, mi contramaestre propone unas cervecitas. Elvira hace como que no ha oído. Blanca le tira con una chancla. Yo me seco las lágrimas. Txugui se coge una cervecita y se va con sus cañas a un rincón de popa. Aquí estamos, en La Madelaine, intentando adivinar que nos deparará el mañana. Txugui con sus cañas. Blanca intentando ser optimista. Elvira sentada en su sitio habitual, en la cubierta de proa. Desde aquí puedo escuchar su cerebro. Está triturando incompetentes. Yo ya no sé si estoy aquí, o soy un holograma.
Hoy se cena tortilla española, por hacer patria. Todos aquellos proyectos de paellas y barbacoa no tienen ahora maldita gracia. Mi contramaestre y yo pelamos patatas, Elvira y Blanca preparan la mesa y las ensaladas. Cenamos con buen humor y malos presagios. Anochece en La Madelaine, pueblo francés donde jamás habíamos planeado pasar la noche. Cada cual a su camarote. A descansar nuestros desconcertados cuerpos en las colchonetas matrimoniales de este hotel flotante.
11 de agosto de 2011. Amanece en La Madelaine. La humedad cubre las ventanas del camarote. Todo lo que vemos por ellas es bucle. Mientras esperamos la llamada de la base desayunamos, preparamos el equipaje para abandonar el barco y seguimos esperando. Elvira hace una llamada a su agencia de viajes para informar de nuestra aventura y situación, y con esto se desencadena la tormenta telefónica que sufriríamos las veinticuatro horas siguientes. No puedo reflejar aquí, aunque quiera, el número, orden y calidad de las cientos de llamadas realizadas, recibidas, cruzadas y en serie que sufrimos. No puedo.
Dejamos el barco en el muelle y nos vamos al camping de La Madelaine, a ducharnos y tomar un cafetito.
Llamada de la base- Es la muchacha que habla español. Que no han encontrado solución. Que si queremos bicicletas. Que el jefe está de vacaciones. Que volverán a llamar.
Elvira: Que manden IN-ME-DIA-TA-MEN-TE alguien a buscarnos a nosotros y a nuestro equipaje. Que nosotros también estamos de vacaciones. Que no vamos a dormir ni una noche más en el cascarón por culpa de una caterva de incompetentes y otras cosas que no voy a escribir aquí.
Llamada de la agencia- ¡Ay por Dios Elvira, como lo siento! Que harán todo lo que esté en su mano.
Llamada del mayorista- Que tienen noticia de nuestra situación. Que están haciendo todo cuanto pueden por encontrarnos la mejor solución.
Llamada de la base- Que mandarán un taxi a buscarnos. Que nos transportarán a la base y allí trataremos el tema. Que el jefe está de vacaciones.
Llamada del mayorista- Que se han puesto en contacto con la base. Que allí nos buscarán alojamiento para la nochecita que se avecina.
Nos volvemos al barco, a esperar el taxi.
Llamada de la base- Que ya está el taxi en camino. Que para cuando lleguemos a la base la oficina estará cerrada, que en Francia se come muy pronto, que tendremos que esperar por allí hasta la tarde francesa. Que el jefe está de vacaciones y que la muchacha que habla español no podrá estar presente para atendernos, porque tiene que asistir al entierro de un amigo que se lo ha comido un tiburón (yo juro que esto es totalmente cierto. Estas cosas pasan cuando estás inmerso en el bucle. Porque el bucle, una vez que empieza a girar, no se anda con razones ni pequeñeces para llevar a término sus planes)
Llega el taxi, cargamos nuestras cosas, que son muchas, no queda ni un hueco libre, nos subimos y abandonamos definitivamente el Flor de Planyol en el muelle de La Madelaine. Aquí se acaba el diario de a bordo de este cascarón. Sentimos algo de pena al abandonarlo, nos habría gustado mucho más hundirlo.
No se pierdan el siguiente capítulo de, “Vacaciones”, el panfleto por entregas que arrasa en la red. Basado en hechos reales.
Me encanta el final ,el final del capítulo porque parece que el bucle no termina aquí. Lo cierto es que nos dará mucha pena el que termine alguna vez.
Una lástima, me lo estaba pasando fenomenal leyendo el diario de a bordo, ahora da pena que estas vacaciones resultaran tan cortitas, el Flor de Panyol nunca pensó haber dado tanto juego . Esperaremos a ver cómo resulta el diario de “fuera bordo” ¿que también lo habrá no?
Estas vacaciones resultan más divertidas que las de las películas de Hollywood. Que yo sepa, el bucle todavía rodea a los aguerridos veraneantes, así que a la espera quedo del desenredo del mismo.