Diario de a bordo del Flor de Planyol. 9 de agosto de 2011.
Navegamos por el río Lot corriente abajo a velocidad de crucero, o lo que es lo mismo, a velocidad casi cero. Avistamos la primera esclusa. La tripulación se muestra nerviosa y con curiosidad. Es nuestra primera esclusa. Yo tengo serias dudas de mi capacidad para meter el buque entre esas dos paredes de hormigón. La superamos sin dificultad porque es la primera y hay un monitor supervisando la maniobra. A partir de aquí el monitor desaparece, pero los nervios no. Continuamos navegando plácidamente durante toda la tarde. Cruzamos tres esclusas más, con nervios, pero sin contratiempos. Al abandonar la última esclusa el barco no responde, el motor acelera pero este cascarón no avanza. Esto dura medio minuto. A las ocho de la tarde amarramos en la orilla sur para cenar y pasar nuestra primera noche a bordo. Un atardecer precioso. En el río reina una calma chicha, lo que hace dudar seriamente de que estas aguas vayan a alguna parte. Txugui, el contramaestre, está en la cubierta superior con sus cañas y aparejos de pesca. Él es feliz con una cerveza y desenredando tanzas. Elvira y Blanca charlan, se ríen y hacen fotografías. Reina un ambiente optimista entre la tripulación.
La cena se compone de huevos fritos y embutido. A mí este menú no me parece muy marinero. Pasamos la velada jugando al tute. Elvira no sabe jugar así que, sobre la marcha, le vamos enseñando los pormenores del juego. A Elvira no le apetece aprender este juego pero nosotros hemos decidido que va a aprender a jugar, quiera o no quiera. A las dos de la madrugada damos por finalizada la última partida de cartas. Elvira no aprende. No obedece a su capitán.
Descripción del Flor de Planyol. Si entendemos por barco: artilugio que flota, el Flor de Planyol es un barco. Si ampliamos el concepto y entendemos por barco algo más sofisticado, entonces el Flor de Planyol es un trillo de las habas, que también flota, pero no es un barco. Sea lo que sea, tiene dos camarotes. Uno a proa y otro a popa. Cada uno de ellos tiene una colchoneta de matrimonio y otra individual. La zona central alberga la cocina, el salón comedor, el puesto de mando, la sala de reuniones, el recibidor y la despensa. Bien entendido que las estancias anteriormente citadas son todas una misma, única e indivisible. Lo que cambia es su nombre en función de la actividad que allí se lleva a cabo. Entre esta zona central y el camarote de proa se encuentra le sección de aseo personal y necesidades fisiológicas. A babor tenemos un zulo de 80cm de ancho, por 90cm de fondo y 190cm de alto destinado a lavabo-ducha. Aquí no hace falta jabón porque ya te frotas bastante contra las paredes. A estribor tenemos un habitáculo (que en lenguaje marinero quiere decir: donde habita el culo) aún más reducido destinado a retrete, también llamado cuarto de deposiciones por lo dificilísimo que resulta hallar posición en él. Allí, una vez depositadas las caquitas, son lanzadas al exterior, al río, accionando manualmente una bomba. Esta maniobra ha de hacerse con energía, lo que resulta bien trabajoso en espacio tan reducido. Otra opción sería cagar por la borda, bien agarrados a la barandilla, directamente al río, y ahorrarnos el trabajo de bombeo.
10 de agosto de 2011—Como capitán del Flor de Planyol me levanto cuando me da la gana. La tripulación, por el contrario, tiene que levantarse cuando quiera. Txugui, por ejemplo, ya lleva dos horas trasteando con sus aparejos por cubierta. Justo encima de mi camarote. Atendido el aseo personal y desayunados, iniciamos la navegación. Avante a toda, pienso yo, pero solo lo pienso, porque esta barcaza no obedece. El motor ruge con potencia, pero el buque no avanza. Esto dura un minuto, después todo vuelve a la normalidad. A flotar río abajo. Aquí el libro de ruta pone los pelos de punta, nos acercamos a la más dificultosa de las esclusas. El canal de acceso es muy estrecho y largo, ha de estarse muy atento al cruce con otros barcos, que los hay. Ha de tenerse especial atención a la profundidad del mismo, que no la hay. Aquí es donde un capitán y su tripulación muestran la pasta de la que están hechos.
No sé si lo sabíais, pero los barcos no frenan. Ha de utilizarse la marcha atrás, por lo que las maniobras de atraque, de aproximación, de esquiva o de lo que sean, han de hacerse con sumo cuidado y siempre manejando el timón y la palanca de marcha adelante/atrás.
Nos acercamos al canal de entrada de la esclusa. Es larguísimo y no se ve el final, por lo que no sabemos si nos encontraremos tráfico. Hay una cosa que se llama fatalidad náutica, yo no la conocía. Pues está aquí, en este canal.
Txugui, el contramaestre, que va en proa ojo avizor da la voz de alarma.
-Todos a sus puestos y atentos, que este canal está infestado de barcos. En la bañera de mi casa hay más profundidad que aquí.
Por favor, esto es un sin vivir ¿ los capítulos no podrían ser más largos? O, dos entregas por día, mañana y tarde.
Si es que este viaje va a dar mucho de sí !! , no puedo parar de reirme con él. Creo que el año que viene habría que repetirlo.
Vaya labor más didáctica la tuya… babor,estribor,proa,popa,amarras,
borda,esclusas,no hay freno…lo que estamos aprendiendo ,nos vas a convertir en auténticos lobos de mar.
Que sepas que ya me he apuntado en un curso de abdominales hipopresivos para poder hacer frente a la incontinencia urinaria que sufro cada vez que leo tus peripecias. Estoy a la espera.