EL CONTABLE. CAPÍTULO UNO.
Folio primero
Érase una vez un contable. Y me parece que ya está todo dicho.
Otra opción sería remontarse al día en que Urbano nació, de madre singular y padre plural, porque nunca se supo a ciencia cierta quién fue su padre. Unos decían que era hijo de un caminero de Burgos, de talla mediana, que por aquel entonces correteaba arriba y abajo las carreteras de la comarca en una Vespa de pequeña cilindrada. Bueno, las carreteras no, la carretera, porque solo había una. Por eso el caminero tenía tanto tiempo libre para perderse por entre las faldas de…sabe Dios quienes. Otros decían que a Marina, su madre, se lo habían hecho en el accidente del coche de línea, en el tumulto de cuerpos en que se convirtió al volcar. Siempre hay desaprensivos, más de uno, que aprovechan cualquier oportunidad para tomar lo que no deben. Por eso volcó el coche de línea. Porque Matías, el chofer, tomó lo que no debía, y tomó más de la cuenta. Pero Matías es seguro que no fue, porque tuvieron que sacarlo de entre el asiento y el volante haciendo palanca con los desmontables de arreglar pinchazos. Y si fue Matías es porque Marina lo andaba buscando. Digo yo. Alguien dijo en la cantina, con voz seca y gesto seco también, que le dieran por amor de Dios un buen trago de vino y que Urbano era hijo de un tratante de ganado que vivía dos pueblos más arriba, y que si hubiera sido un ternero lo habría reconocido como suyo pero, como solo era un contable, que no quería saber nada. Aunque él no podía entonces saber que Urbano iba a ser contable, pero el que lo dijo, lo dijo así, como yo lo cuento. El cura párroco del pueblo intentó sacárselo a Marina, porque al parecer, sabiéndose el nombre del cómplice necesario, la culpa, Urbano en este caso, se reparte. Cosa matemática por otra parte. Y porque un cura no puede poner la correspondiente penitencia si no tiene todos los datos, pormenores y participantes en el pecado.
– Marina, hija, tienes que hablar. Porque vas a condenarte, por no confesar ante Dios todo misericordioso y sincerarte con Él, y conmigo que soy tu cura párroco, tu pastor, tu consejero. Por ser tan tonta y no decir aquí quién es el ingrato que te hizo esto y ahora te abandona. Por ser tan inocente y dejarte mancillar. Y porque si no lo dices vas a arder en el infierno más infierno que te puedas imaginar por toda la eternidad, y Urbano también, por tu culpa Marina. Por puta.
Pero Marina de matemáticas estaba pez y nunca soltó prenda.
Lo que queremos saber es si al final Marina se casa con el cura o no se casa con el cura!!! Yo a este párroco le veo un poco cotilla, por mucho que él se crea que todo queda bajo el secreto de confesión
ESTO NO PUEDE SER!!!!!!!!!!!. Tus relatos por pequeñas entregas, me tienes en ascuas…………¿ deducirá Marina de quíen es hijo Urbano? ¿tendrá algo que ver el cura?………¿ Para cuando la siguiente entrega? Espero ansiosa.