LA BIBLIA DE LOS LOCOS Capítulo 14º

REYES.
Salomón pudo dedicarse a otras faenas y artes que no fueran de guerra. De todos es conocida la tan mentada sabiduría de Salomón, los famosos juicios de Salomón, sus escritos, sus enormes riquezas. El templo que alzó en Jerusalén para que por fin el arca de la alianza se esté quietecita. También fueron famosas sus levas de trabajo obligatorio para llevar a cabo sus muchos proyectos arquitectónicos, que no le granjearon el cariño de sus súbditos precisamente. Otra cosa famosa fue su amor por las mujeres, que dice el libro:
“Salomón, además de la hija del Faraón, amó a muchas mujeres extranjeras, moabitas, amonitas, edomitas, sidonias e hititas, esto es, de las naciones de quienes había dicho el Señor a los israelitas: “No os unáis con ellas en matrimonio, pues inclinarán vuestro corazón hacia sus dioses”
Madre mía, que cantidad de amor y que desobediencia tan repetitiva. Pero no hemos de culpar a Salomón. Bien claro lo dice aquí, que son estas mujeres las que tiran por tierra tanta sabiduría, tanto buen juicio y una trayectoria que nos parecía imposible para este pueblo. Ni siquiera Salomón, el más sabio, escapó a la maldición de este libro, las mujeres, ellas, y solo ellas, fueron las culpables de que Salomón olvidara los principios de su Señor Dios.
A partir de aquí, de la muerte de Salomón, el pueblo de Israel se divide, todavía más, y volvemos a lo de siempre. A las pendencias y el natural desorden que tanto nos gusta. Todo esto porque lo quiere el Señor Dios, que son sus designios, y no por otra cosa.
Acabado el reinado de Salomón se nos espesa este libro un poco con los reyes y escaramuzas ya típicas. Son muchos reyes para nombrarlos todos y muy parecidas sus desventuras a las ya contadas. Como fue época de revueltas, diferencias y adoraciones indeseables a los ojos del Señor Dios, se dice, de muchos de ellos:
“Hizo lo que es malo a los ojos del Señor, como habían hecho sus antepasados y no se apartó de los pecados con los que habían hecho pecar a Israel.”
De otros, los menos, dice:
“Hizo lo que es justo a los ojos del Señor.”
Aún así, ninguno pudo enderezar el rumbo, ya acostumbrado, de este particular pueblo elegido.
LIBRO PRIMERO DE LAS CRÓNICAS.
Yo no he visto más nombres juntos en toda mi vida. Descendientes de David, de Abrahán, que nos los vuelven a recordar, de Selá, de Judá, de Rubén, de Leví, de Benjamín y de muchísimos más. Genealogías enteras. Alguna profecía. Victorias, normas, sacerdotes con su nombre, instrucciones y censo, que el censo siempre ha sido una pasión de este pueblo. Yo esto no pienso comentarlo. No le veo la gracia.
LIBRO SEGUNDO DE LAS CRÓNICAS.
Más de lo mismo. Esto, a lo mejor al pueblo de Israel, o a los que a él pertenecen, pueda interesarles. Más reyes, más pecados, más nombres. Así hasta que el Señor Dios, supongo que un poco arto ya, castiga a Israel y decide mandar a Nabucodonosor, de Babilonia, a someter, conquistar y desperdigar a su pueblo querido. Así que de aquel templo flamante que teníamos en Jerusalén ya solo quedan ruinas. Porque en este libro, las guerras ganadas se ganan por y para el Señor Dios, y las que se pierden no es que las ganen otros pueblos ayudados por sus dioses, no señor, las ganan ayudados por el mismo Dios de Israel, que se cambia de bando para castigar, porque ha escogido un pueblo que no hay por dónde cogerlo. Así, a Israel, todo cuanto le ha pasado y pasa en este libro lo es por causa y designio de su Dios. Porque así estaba escrito. Y, si algo no coincide, es porque este Señor Dios ya sabemos todos que tiene un carácter muy particular, que cambia y descambia según su divino criterio, sin aviso previo, y puede enojarse y castigar o premiar por muy variados motivos, así que se escribe después de que pase y todos tan campantes.
Así que ya tenemos otra vez al pueblo elegido exiliado y repartido por pecador y olvidadizo. Otra vez soñando con volver.
ESDRAS. NEHEMÍAS. TOBÍAS.
El pueblo elegido que se vuelve a su Jerusalén querida. A reconstruir el templo famoso, que lo dice y lo manda Ciro, rey de Persia. Impulsado por el Señor Dios, claro está, que cada día se nos vuelve más enrevesado a la hora de favorecer a su pueblo. Se nos da aquí cuenta de toditos los desterrados que se vuelven de Babilonia. Manos a la obra con el templo. Unos dicen que sí, otros dicen que no, cosa normal tratándose de Israel, y las obras del templo suspendidas. Los samaritanos que no. Ahora ya sí. Templo concluido. Esdras que vuelve desde Babilonia. ¿Que quién es Esdras? Uno. Nos dice aquí el libro todos sus antecesores hasta Aarón. El caso es que el Señor está con él. Esdras, dice aquí, está apesadumbrado por los matrimonios con extranjeras, que al Señor Dios sabemos que no le agradan y da igual repetirlo que no. Da igual castigarlo que no. Israel a lo suyo. Esto de las mujeres extranjeras es algo que se arrastra desde los primeros relatos de este libro. No sé cómo siendo tan perniciosas para los planes del que todos sabemos, no se ha decidido a exterminarlas por alguno de los muchos medios de los que ha hecho gala. Sin embargo las ha dejado ahí, como tentación para sus elegidos. Y seguramente, y esto lo escribo sin ánimo de ofender, las mujeres israelitas no sean las más atractivas del planeta, pero esto podía haberlo resuelto el Señor Dios. Igualito que hizo a las suecas. Si no tiene más misterio. Se acabó el liarse con cananeas, jebuseas o filisteas. Se llena la tierra prometida de mujeres israelitas pero hechas con el molde de las suecas. A mí me parece más fácil, para un Señor Dios como este, que separar la luz de las tinieblas.
Nehemías, otro que siente dolor por su pueblo y el triste destino que se busca. También está con él el Señor Dios. La muralla de Jerusalén hecha trizas. Cincuenta y dos días de obra y muralla nueva. Listas de nombres. Renovación de alianza. Matrimonios con extranjeras. Refrescando la memoria de Israel, que yo creo que no tiene.
Tobías. Aquí el libro se nos torna más didáctico para contarnos la vida y sufrimientos te Tobit, padre de Tobías. Mucho más entrañable y cotidiano este relato que los anteriores. Algún milagro suelto, que esto es la Biblia, los buenos consejos que da a su hijo y el feliz matrimonio de éste. Nada de amenazas y degollinas, que no es poco. El Señor Dios aquí no aparece, delega en un ángel, Rafael. Esto está escrito por alguien mucho más positivo y menos amargado que de costumbre.
JUDIT.
Otro relato, en este libro, con nombre de mujer. Esto es cosa bien extraña. Parece ser que solo en la Biblia cristiana tiene presencia este cuento. Se nos cuenta aquí que Nabucodonosor de Asiria andaba algo gallito, con ganas de hacerle la guerra a su vecino Arfaxad. Solicitó Nabucodonosor la ayuda y cooperación de otros pueblos, vecinos suyos, y estos contestaron que no, que se dejara de zarandajas, que a ver quién se creía él que era. Este asunto no gustó nada al rey de Asiria, así que, lleno de ira, como no podía ser de otra manera, prometió vengar con creces el menosprecio sufrido. Salió Nabucodonosor vencedor en la reyerta con Arfaxad y concentró todas sus fuerzas en vengar la ofensa arriba dicha. Holofernes era su general victorioso y allá lo mandó, a devastar vecinos, a borrarles la sonrisa burlona. Holofernes con su ejército avanza tierra adelante, arrasando ciudades, degollando amos y ganados, quemando cosechas de trigo y sembrando terror. Todo iba como la seda para Holofernes hasta que llegó y sitió Betulia, ciudad de israelitas. Los israelitas mientras, muy asustados, clamaban y suplicaban a su Señor Dios, ayunaban, se cubrían de ceniza, se vistieron con saco, se pusieron cilicios en sus carnes, en fin, toda esa parafernalia que tan conveniente ha resultado hasta el momento para que el Señor Dios acuda en su ayuda. Los jefes israelitas le dan de plazo cinco días al Señor Dios para venir en su ayuda, antes de entregarse en manos de Holofernes, y como el Señor Dios no aparece, aparece Judit, mujer viuda de armas tomar como se verá a continuación. Lo primero que hace Judit es leer la cartilla a sus jefes, por gallinas y por atreverse a dar plazos al Señor Dios. Después, dice el libro que salió de Betulia “Rica y bellamente ataviada.” A pasearse entre las tropas de Holofernes. Detienen a Judit y la llevan ante su general. Judit comunica su deseo de ayudar a Holofernes a apoderarse de toda la montaña sin perder un solo hombre. Holofernes y sus ayudantes se lo tragan todo sin pestañear. ¿Por qué? Porque dice el libro:
“Cuando Judit se presentó ante él y sus ayudantes, todos se quedaron maravillados de la belleza de su rostro. Ella se postró en tierra, pero los ayudantes la levantaron.”
Ahora sí, ahora ya se entiende. Esto que se cuenta aquí, que los hombres se vuelvan atolondrados ante los encantos de lindas y provocativas mujeres, es historia antigua, pero hoy, no nos engañemos, lo sabemos, sigue pasando. Que yo lo veo. Que para vender potentes moto-sierras, y otras cosas, siempre se anuncian en llamativas fotografías, manejadas por hembras despampanantes, de atributos carnales más que soberanos. Que luego, una vez en el bosque cortando leña, nunca aciertas a encontrarte con ellas, pero te encuentras con una moto-sierra, o lo que sea, mucho más grande, cara y ostentosa de lo que querías, podías y necesitabas.
“Judit asiste al banquete de Holofernes… Judit entró y se sentó. Holofernes sintió una fuerte pasión por ella y un ardiente deseo de poseerla; desde que la había visto aguardaba el momento de seducirla…Holofernes estaba encantado de tenerla cerca, y bebió tal cantidad de vino…”
A lo mejor pensaba embriagar a Judit a base de vino y le pasaba como me pasa a mí. Yo no puedo intentar emborrachar a nadie, al segundo trago ya no me acuerdo de cuál era la meta perseguida. El pobre Holofernes perdió la cabeza por Judit. Y la perdió literalmente, es decir, que Judit, cuando se quedaron solos, porque Holofernes era lo que quería, quedarse a solas con tan bella hembra, se la cortó de dos tajos bien dados. Después se la llevó a su pueblo, la cabeza, y la pusieron en las murallas para amedrentar, desmoralizar y poner en fuga al invasor. Listo. Todo un ejército a la desbandada por la calentura de su capitán general. Soldados, recios y firmes, corriendo encogidos por los campos y veredas. Judit, después de este episodio, fue aclamada por su pueblo y tuvo una vida tranquila y santa. Lo dice aquí. El Señor Dios no apareció en los cinco días de plazo, pero ya sabemos todos que detrás de todo lo bueno que acontece a Israel, y lo malo que acontece a otros pueblos, siempre está su mano. Esta vez Judit, una mujer, fue su instrumento. Cosa extraña. Mucho están cambiando las cosas. No aparece el Señor Dios tan a menudo como era su costumbre, ni realiza milagros en persona, sino a través de otros ángeles, jueces, profetas y hasta mujeres. Dice su pueblo querido, el elegido entre todos los de la tierra, que el Señor Dios está con ellos, o contra ellos, según, cómo y cuándo, claro. Pero que todo es cosa de su Dios. Sin embargo eso lo dicen solo ellos, y no presentan otra prueba que el repetirlo hasta el hartazgo, el empacho, la saturación. Cosa que no me sorprende después de la lectura que traigo entre manos, donde queda claro como el agua lo repetitivo, cabezón, empecinado y bruto que ha sido y es el pueblo elegido. Es posible que también el Señor Dios se esté cansando.

ESTER.
Le están cogiendo gusto. Otra mujer. Ester, que era israelita, llegó a reina. Llegó después de que el rey Asuero se cansara de la esposa que tenía, porque era desobediente y no acudía a sus llamadas. Asuero, para buscarle una sustituta, organizó un casting entre las jóvenes vírgenes y hermosas de las provincias. Ester pasó el casting y salió elegida. Ya está. El resto es lo de siempre, Israel amenazado con el exterminio, Ester que intercede ante su marido y se da vuelta la tortilla, Israel exterminando a los que lo iban a exterminar a él. Y el Señor Dios que no aparece, pero que está detrás de todo. Que sí. Que sí. Que ya lo sabemos…
LIBRO PRIMERO DE LOS MACABEOS.
Otro largo tostón, por lo repetitivo de la intención que no por la historia, sobre las idas y venidas, los pleitos, las guerras, las purificaciones, plegarias, promesas…Ahora Israel obedece. Ahora no obedece. Hoy restauramos el culto. Hoy adoramos becerros. Guerras con estos. Guerras con los otros…Con los de más allá. A quien haya tenido la inmensa fortuna, o desgracia, de nacer en el seno de este incomparable pueblo, el elegido, a lo mejor le interesa leer la historia de sus antepasados. A los locos, que damos título a esta particular Biblia, esto de dar aire divino a cosa mundana, no nos afecta, interesa ni atañe.
LIBRO SEGUNDO DE LOS MACABEOS.
Sería lo normal que este libro fuese continuación del anterior. Pues no.
Este es igual de espeso pero escrito, según los expertos, en modo narrativo patético, o género literario patético. Si esto lo dicen expertos no seré yo quien les lleve la contraria ni ponga en duda su dictamen. Para una vez que estamos de acuerdo…
LIBROS SAPIENCIALES Y POÉTICOS.
Tampoco estos libros son continuación de lo hasta aquí leído. Son, como dice su enunciado, sabiduría popular, con aire didáctico, artístico y poético.
Muy bonitos unos. Infumables otros. Son siete. Casi todo versos. La Biblia en verso. Eso es lo que es. Hay que ser muy fervoroso cristiano, o israelita, o experto en temas bíblicos para leer algunos de estos libros y encontrarlos amenos. Mucho menos si antes ya te has leído todo lo anterior, como es el caso. Yo no recomiendo a nadie, ni loco ni cuerdo, este trabajo en que yo me he metido. Porque para decidir lo que sí comento, o no comento, he de leerlo todo. Y bien me parece a mí que, con esto, estoy cumpliendo penitencia por pecados que aún no he cometido. Sin embargo, cumplida esta penitencia, sí recomiendo la lectura de otros como Qohélet (o Eclesiastés), Proverbios y Sirácida. De ellos, cada cual puede juzgar lo que interesa o no a su persona. Yo sé bien que no es tiempo, este que vivimos, de leer con detenimiento antiguos textos que, al criterio de muchos, nada pueden aportar a lo que creemos sabido. Textos que, vengan del Dios que vengan y hablando de justicia, conciencia y verdad, son tenidos por vetustos y caducos por una sociedad y tiempo en el que poco o ningún sentido tiene la sabiduría de la que aquí se habla. Ha escogido el hombre un camino, para pisotear y hacer barro, bien alejado de los nobles principios y las buenas razones. A pesar de esto, cuando el hombre entienda, compruebe y vea, seguramente tarde, que el camino escogido lleva a perdición y sus valores y certezas solo son humo, mucho de lo que aquí está escrito seguirá siendo verdad, conciencia y justicia. Aunque, lamentablemente, no nos haya servido para nada.