MI DIOS

Buenos días, burros. Acabo de abrir los ojos, hace un bonito día. Aquí, donde yo vivo, las mañanas son bien hermosas. Abro la ventana y puedo ver árboles y un sinfín de otras plantas y floresta, la sierra al fondo. Oigo los pajarillos, algún gallo presumiendo de garganta, un perro llamando a otro perro, otro perro contestándole a un perro y el panadero jodiendo con su bocina. Casi el paraíso.
Otro, más agradecido que yo, daría gracias. ¿A quién? A Dios ¿Por qué? Por tanta maravilla. Eso sería otro. Yo, no.
Yo me pregunto ¿A quién he de dar gracias? ¿Quién me ama más que a sí mismo? ¿Quién me creó a su imagen y semejanza? ¿Quién me dio agua cuando tuve sed? ¿Quién me dio de comer cuando tuve hambre? ¿Quién me curó cuando estuve enfermo? ¿Quién me perdonó cuando pequé? ¿Quién me acogerá siempre en su reino? ¿Quién moriría por mí en la cruz? ¿Quién me está diciendo, ahora mismo, que no fume tanto? Mi madre, burros. Yo no tengo más Dios que mi madre.