Lo hemos hablado en la obra, aunque Doc no fuma, y tampoco nos gusta un pelo esto de la ley anti fumador. Apesta a dictadura.
Yo, como soy un ignorante sin carrera universitaria, no puedo ni llego a entender que sublime razonamiento ha llevado a nuestros inteligentísimos gobernantes a elaborar esta bonita ley contra el fumador, porque la ley no es contra el tabaco, que se puede vender libremente recaudando los grandísimos y pertinentes impuestos con que está grabado, es contra el fumador apestoso que todo lo infecta con su vicio. Tal vez quieran pasearse por Europa, entre vividores y ladrones como ellos, presumiendo de ley súper agresiva y moderna.
El lunes 28 de septiembre del año 2009 publiqué aquí, en esta libreta eléctrica, un relato con el título “fumador delincuente”. Bueno, pues los temores que allí hacía públicos, ya están aquí. Ahora sí, ya llegó, ya soy un fumador delincuente. Y soy un delincuente porque aunque cumpla esta ley elaborada por retrasados mentales (ojo, con carrera universitaria), pesebreros con estudios, los salvadores de este mundo enfermo y vil, aunque la cumpla para no dar con mis huesos en la cárcel que estos sopla pollas quieren para mí, aunque la cumpla para que no me denuncie alguna oveja obediente y servil, en la intimidad de mi covacha, en conciencia y desde mi propio criterio no la respeto, no la acepto. Por eso, mi conciencia, contra la que nada pueden leyes, jueces, ni sentencias de una justicia vendida a nuestros mercenarios amos, llama a la rebelión y la desobediencia. Por eso me siento delincuente, fumador delincuente. Porque yo no quiero molestar. Solo quiero fumar en bares de fumadores. Nada más.
BAR DE FU-MA-DO-RES.
Donde no entren todos esas personas no fumadoras a las que molestaría con mis humos cancerígenos, donde no entren todos esos activistas contra el tabaco a los que el humo del tabaco molesta, pero no el humo de los coches, camiones y autobuses, de los aviones, de las miles de chimeneas escupiendo cáncer sobre nuestras narices. Un bar de fumadores, donde podamos ir un puñado de desgraciados a disfrutar del cáncer de pulmón sin que ningún salva patrias mal nacido nos moleste con su “buenas intenciones” y su “ley”. Una ley elaborada por personas (¿?) dedicadas en cuerpo y billetera a mejorar nuestra existencia, a conducirnos por la senda del buen hacer, el bien pensar, la vida saludable, el progreso y lo que ellos consideran avanzar. Ellos, que gobiernan y mejoran el mundo. ¿Cómo?
¿Han conseguido que los niños del mundo no mueran de hambre, que se respeten todos sus derechos?
¿Han conseguido que tantas mujeres del mundo consigan vivir con dignidad y sin palos?
¿Han conseguido evitar las guerras que matan a los pobres mientras enriquecen a los poderosos?
¿Han conseguido que se reduzca la contaminación con que castigamos nuestro planeta?
¿Han conseguido que se reduzca en algo la violencia descomunal que campa entre los humanos?
¿Han conseguido que el sucio dinero de las armas se invierta en comida y salud?
¿Han conseguido que las multinacionales tabaqueras dejen de añadir aditivos mortales al tabaco?
¿Qué cojones han conseguido estos vividores? Nos preguntamos mientras fumamos un cigarrillo, Fery y yo.
MEDRAR y que no fumemos en los bares. Ahora tenemos que fumar en la calle, salir con nuestro cafetito a disfrutar del frio y de un cigarrillo con sabor a clandestino. Seguramente nos lo cobrarán a precio de terraza, claro. Porque somos fumadores, parias, degenerados que estamos echando abajo el sistema sanitario con nuestras miserables toses. Un gasto insoportable que podría poner en peligro el presupuesto necesario para mantener los jugosos sueldos y pensiones vitalicias de tanto parásito.
Viva la libertad, esa que no tenemos, esa que regalamos con nuestro voto a tanto cabrón.
Sin embargo aquí, en la obra, las leyes las hacemos nosotros, y se puede fumar, que lo sepan. Es una obra de fumadores. Si te molesta el humo y quieres vivir libre de contaminaciones, no entres, quédate en la calle y disfruta del aire puro y limpio de la central térmica, de las calefacciones de gasoil, del autobús escolar… Y ahora, ya sin tabaco, haya salud y suerte.
Yo aún sin ser fumadora estoy completamente de acuerdo contigo.
No me extenderé porque, casualmente, el viernes dejé un comentario a tu relato de Fumador-Delincuente de septiembre 2009.
Chambombo, vente al norte que aquí a cada vez más bares se les llama “hosteleros insumisos” porque se niegan a aplicar la ley, colgando en sus puertas el cartel de Local de Fumadores. Ya sabes…lo único que queda es DESOBEDECER.
Yo, como Ana, tampoco soy fumadora (de nunca) pero esto de ser tan moderno y europeísta no se lo cree nadie ¡aunque debamos pasar por el aro, porque a golpe de multa estas insumiones las arreglan en dos días!, y sino ¿para qué han colocado a 2.000 inspectores en la calle?.
Si de lo que se trataba (al menos así nos lo vendieron) era proteger al fumador-pasivo, dejemos entonces que existan bares de fumadores y de no fumadores, que los unos no puedan jamás fumar en los bares de los otros y que los otros nunca puedan protestar si es que han entrado en un bar de los primeros.
Pero esto no daría dinero, seguiría habiendo igual número de bares que ahora pero con diferentes carteles, y hay que recaudar, desviar el tema de penuria económica y laboral que atraviesa el país para ponernos a hablar de otra cicatriz más en la espalda del pobre ciudadano
Ha sido maravilloso pasarme un rato leyendo las entradas de esta etapa. Voy a pinchar la libreta “de a diario” y seguirte los pasos de cerca porque tus comentarios y tus relatos siempre llevan el toque de humor preciso para no desesperarme con la “mera neta” que dicen los mexicanos (que yo entiendo que viene a ser la “puta verdad” de otros hispanohablantes, sin la connotación de grosería.)
No nos abandones otra vez, ¿eh?